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“No voy a permitir que Barcelona se parta en dos, voy a luchar por una ciudad orgullosa de su pluralidad”

Andrés Gil / Neus Tomàs

Ada Colau (Barcelona, 1974) llega a la redacción de eldiario.es después de presentar con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, una exposición sobre los 16 días del No Pasarán del Madrid de 1936. Colau ha recordado en el acto las palabras de Lluís Companys en marzo de 1937, hace 81 años, que se hicieron célebres: “Madrileños, Catalunya os ama; Catalunya os ama”.

Esas palabras de cariño parecen irreales a día de hoy, en un momento en el que el choque institucional entre el anterior Govern de la Generalitat y el Estado a raíz del 1-O y la DUI ha terminado con la intervención de la autonomía catalana a través del artículo 155 de la Constitución apoyado por el PP, PSOE y Ciudadanos; así como con el procesamiento, encarcelamiento y fuga de los líderes independentistas.

Y de eso habla Colau, de cómo superar el bloqueo; de los límites de la institución; de cómo convertir la reflexión teórica en intervención política; y de la gestión de una de las ciudades más importantes de Europa. Y para todo ello reclama “mucha, mucha, mucha política”.

¿Por qué esas palabras de Companys que evidencian la fraternidad de los diferentes pueblos hoy parecen tan excepcionales?

En la memoria popular y en la de nuestras ciudades no suena extraño; lo triste es que se tenga que reivindicar desde la institución como algo excepcional. Es increíble la baja intensidad de la democracia española y lo poco madura que es. Y se ve en asuntos cruciales como estos. En París y en Berlín celebran la resistencia antifascista como un referente de la conquista democrática. Durante 40 años de dictadura se ha reprimido esa memoria antifascista democrática, pero aún es más triste que en 40 años de democracia ha sido tabú hablar del tema. Y quien se ha encargado de hacer la memoria han sido asociaciones y entidades de memoria y derechos humanos. Rarísimamente ha habido ese reconocimiento institucional.

Hay una debilidad democrática profunda que con el contexto entre Catalunya y el Gobierno del Estado todavía se recrudece más. No sólo por una cuestión catalana, sino también por el recorte de libertades con raperos en prisión y retirada de obras en una exposición en Madrid. En un Estado democrático fuerte y seguro de sí mismo estas respuestas desmesuradas y autoritarias no se darían, y tiene una relación directa con el hecho de que no se haya educado con la memoria histórica y en cómo se ha conquistado la democracia con la lucha y el sacrificio de miles de personas que dieron su vida por defender la democracia frente al fascismo.

La batalla de Madrid para mí es un símbolo muy fuerte de que no es verdad que la lucha fue entre dos Españas. Era la lucha entre quienes defendían la democracia, la república, la libertad, la fraternidad y la igualdad frente al fascismo y el autoritarismo.

Dice que se están estrechando los márgenes de la libertad y la expresión. ¿Lo interpreta como una respuesta reaccionaria a la crisis de régimen?

Con la globalización se generan muchas incertidumbres y miedos legítimos: a que las próximas generaciones no tienen su futuro asegurado; a la continuidad del planeta; a la pérdida del trabajo y tu casa... El sistema neoliberal aumenta el individualismo y la sensación de soledad de quienes están solos frente al mundo. Y la extrema derecha, como ha pasado en otros momentos de la historia, lo ha sabido leer: el neofascismo está surgiendo en Europa y EE UU.

Además, tenemos nuestro patrimonio local especialmente fecundo, con una Transición que seguro que se hizo bien en muchas cosas y en un momento difícil para dejar atrás la dictadura y empezar la democracia, pero algunas otras quedaron pendientes, y una es la memoria democrática antifascista y republicana. Ahora se pagan las consecuencias de no haber hecho ese trabajo de memoria, con un gobierno de derechas del PP que no ha acabado de romper con su pasado fascista. Y lo estamos viendo con la polémica que han generado con esta exposición de memoria de la lucha antifascista en Madrid. Cuando eso es un referente democrático en toda Europa, aquí al PP le avergüenza esa memoria y permite que exista la Fundación Franco, que reciba ayudas y reivindique la figura del dictador.

Hablaba de democracia de baja intensidad, en pleno contexto del conflicto catalán. Pero hay mucha gente que se pregunta dónde está la izquierda de este país. ¿Tiene la percepción de que está dormida?

Sí, en general hay un problema de miedos que atraviesan nuestra sociedad. Las reformas liberales, las reformas laborales, han generado situaciones de lucha por la supervivencia que no favorecen que haya movilizaciones a la altura de las circunstancias. Y se echa especialmente de menos a la izquierda en un momento de crisis en el que más se necesitan voces constructivas y propositivas que permitan un horizonte distinto con más derechos, libertad y democracia.

Pero sí hay voces, y con el conflicto en Catalunya agradezco muchísimo como barcelonesa y catalana la posición de Unidos Podemos, que no se ha dejado intimidar por el cálculo de ganar o perder votos en las próximas elecciones como hacen el resto de partidos, y ha hecho una apuesta valiente por el diálogo por la que también ha recibido duras críticas del independentismo. Una apuesta por la política; por el reconocimiento a dos millones de personas que se movilizan desde hace años y en contra de la judicialización de la política. Sí que reconozco esa valentía y esa izquierda que intenta renovarse para buscar soluciones en positivo; y en cambio el PSOE es el gran ausente en esta crisis.

A nadie nos sorprende que los partidos de derechas como el PP y Ciudadanos alimenten el conflicto con el que ganan votos; no tienen incentivos para encontrar una solución democrática y constructiva, pero el PSOE es un partido tiene que buscar respuestas democráticas y constructivas diferentes a las de la derecha. Y hemos visto al PSOE de Pedro Sánchez muy alienado con las posiciones de PP y Ciudadanos. Para ser duros y autoritarios ya tenemos a la derecha auténtica, no hace falta que el PSOE se ponga a su lado. Necesitamos un PSOE a la altura de sus siglas y que se ponga al lado de la ciudadanía buscando soluciones democráticas.

Pero parece que al PSOE, según las encuestas, le da más réditos en España esa posición que a Unidos Podemos.

Tampoco le da tan bien, ¿no?

Resiste, no baja.

Pero no gana. La ciudadanía en general está muy cansada de que los mensajes sean negativos, de bloqueo, de consolidar y reproducir ese discurso de que hay dos Españas o Catalunya y España, esos discursos que dividen a la ciudadanía. Una propuesta general, un discurso institucional, y especialmente si es progresista y de izquierdas tiene que ser inclusivo, abierto, que reconozca la pluralidad, que busca puentes entre las diferencias para ver lo que tenemos en común...

Se ha echado mucho de menos al PSOE, incluso en el PSC veo más voces que entienden eso y que en algún momento lo intentan. Hace poco Miquel Iceta proponía un gobierno de concentración, transversal; Xavi Domènech también ha hecho una propuesta de gobiernos de independientes si los independentistas no son capaces de formar gobierno. Pero Pedro Sánchez y el PSOE salieron a desautorizar a Iceta, y yo le pediría a Pedro Sánchez que confíe en los socialistas catalanes y que les deje trabajar por una solución en positivo, constructiva y que permita hacer una propuesta para un horizonte de salida de los bloques.

Las propuestas de Iceta y Domènech han sido descartadas por el resto de partidos. Los comuns han dejado claro que no facilitarán la investidura de un candidato de JxCat. ¿Pero si el candidato fuese de ERC qué harían?

Fuimos muy claros en campaña no haciendo cálculos electorales: no vamos a alimentar que gane un bloque sobre otro bloque. Lo más trágico es dividir el país en dos mitades, y no vamos a alimentar esa idea nunca. Estamos radicalmente en contra de dividir la población en bloques, en dos mitades que parecen irreconciliables.

Vamos a apostar siempre por soluciones transversales que reconozcan la pluralidad de Catalunya y que busquen los puntos en común. Por eso la propuesta de Xavi Domènech sigue viva: buscamos una fórmula transversal, limitada en el tiempo y que permita formar un gobierno efectivo. Hay que recuperar la Generalitat; acabar con el 155 y empezar a deshacer ese camino de judicialización que ha sido un desastre desde todos lo puntos de vista.

Para hacer eso, hace falta un gobierno que puede ser de independientes, de concentración como decía Iceta. Lo que hace falta es política, mucha política, y que la gente se siente a hablar. Eso no es tan fácil a través de los medios de comunicación, pero hace falta que todos los responsables de los partidos políticos hablen, especialmente de las fuerzas catalanistas en el sentido más amplio y por eso decimos que tiene que estar el PSC para que no sea un bloque que deje a otro al margen y reproducir la situación de bloqueo que nos ha llevado al desastre.

Con un planteamiento amplio y transversal se tiene que hablar, hablar y hablar y encontrar algún tipo de candidato o candidata que pueda dar un consenso posible.

Tiene que ser diputado o diputada.

Sí, sí, que entre todos los nombres se busque a alguien y seguro que se puede encontrar. Sobre todo si, como ha planteado Domènech, es por un tiempo limitado durante dos años, y que quien se presente lo haga con el compromiso de no repetir para que no haya suspicacias. Se puede armar de muchas maneras, con consensos sociales y no sólo parlamentarios.

Los partidos independentistas lo han descartado públicamente. ¿Y en privado?

No me consta que exista una negociación, pero la pedimos, porque en privado todos los partidos, excepto la CUP, que dice siempre lo mismo en privado que en público, te reconocen que hay que hacer un gobierno efectivo.

Incluso desde su estricto punto de vista independentista, para recuperar la Generalitat para defender a las personas que están en prisión e intentar hacer que salgan, va a ser más sencillo tener un gobierno de la Generalitat como interlocutor para negociar con el Estado que no teniendo.

Desde el punto de vista de Catalunya como país; el primer paso es un gobierno efectivo que haga funcionar la Generalitat al máximo rendimiento y no al mínimo rendimiento que es como lo tenemos ahora.

¿Cómo ha vivido este proceso como la alcaldesa de la capital catalana? ¿Siente que le han estirado de un lado y de otro?

Desde los partidos políticos, evidentemente, me han intentado estirar y tensionar muchísimo. Pero no voy a permitir que se parta Barcelona en dos y voy a luchar por una sola Barcelona, plural, orgullosa de su diversidad y pluralidad social y política. Que es innovadora, cosmopolita, abierta al mundo, tolerante, solidaria y esta es la identidad y el ADN de nuestra ciudad. Voy a luchar por esa Barcelona que amo y quiero, y ofreciéndola también como un escenario de seducción.

Y mientras existe esta situación de bloqueo institucional, la vida sigue, en la educación, las escuelas infantiles, la vivienda, la economía, y llevamos meses sin una Generalitat con la que reunirnos, financiando servicios que no nos tocan en educación y vivienda, y necesitamos ese interlocutor.

Mientras no se hace, nuestra responsabilidad es hacer que Barcelona esté a pleno rendimiento y no se pare ni se quede atascada, sino que demuestre que somos una ciudad de convivencia y que seguimos trabajando juntos para mejorar la realidad cotidiana.

Hace unos años, en enero de 2015, hicimos una entrevista en la comentó que “sólo ganando las elecciones no se gana; sólo ganando no vamos a recuperar la democracia”. Ahora queda menos para las siguientes. ¿Ha sido así? Además, se ha cruzado el debate nacional que no estaba previsto. hicimos una entrevista

Efectivamente, no estaba previsto para nosotros, que hicimos el paso por primera vez a la política institucional y asumimos sin pasar por la oposición el gobierno de una ciudad como Barcelona. Y lo hicimos con 11 concejales de 41. A eso hay que añadir que nos haya tocado uno de los periodos más complicados de la historia de la democracia en los últimos 40 años. No ha sido sencillo. Claro que nos ha alterado la agenda y se han generado situaciones de frustración porque nos siguen interpelando: la administración local es lo más cercano a la ciudadanía, a la que no le importa de quién dependen los presupuestos, por ejemplo. Quiere soluciones, y te lo piden con más insistencia.

Que la agenda política y mediática haya estado tan centrada en el bloqueo de las relaciones entre Catalunya y el Estado nos ha perjudicado muchísimo a la hora de poner las prioridades sociales en la agenda.

Nosotros hemos seguido trabajando porque la realidad nos interpela cada día y tenemos que dar respuesta. Barcelona ahora es líder en inversión social en el Estado; es líder en transparencia; nos han reconocido en Europa como una de las experiencias pioneras en lucha contra la pobreza energética; hemos hecho la oferta pública mayor para reforzar los servicios públicos de la ciudad de Barcelona de toda la historia de la democracia. Mantenemos nuestras prioridades porque son una demanda de la ciudadanía.

Vamos a esas políticas concretas que cita. ¿Si en un mes no consigue los apoyos para ampliar el tranvía por la Diagonal dará ya por descartado el proyecto?

Tenemos el pleno el próximo 10 de abril, o sea que tenemos una semana. El trabajo técnico esta hecho, esta todo a punto para hacer la conexión entre los dos grandes tramos. Y ese pequeño tramo que falta significa multiplicar por muchísimo las capacidades de movilidad y de reducción de coches.

¿En esta semana cree que podrá convencer a algún grupo de la oposición?

Nosotros hemos construido el consenso social, el vecinal, el institucional puesto que la Generalitat está de acuerdo, también con todos los municipios del área metropolitana, y el único que falta es el de los grupos municipales. Aquí hay algunos grupos y en concreto ERC que tiene que decidir si cumple con su propio programa o por partidismo prefiere desgastar al gobierno y no aprobar un proyecto con el que se comprometió ante su militancia y sus votantes.

Lo único que queda no es la discrepancia de ERC sino la discrepancia de Alfred Bosch. Él ha manifestado su voluntad de volverse a presentar como candidato a la alcaldía y la pregunta es si prioriza los intereses a corto plazo o el interés de la ciudad de Barcelona, las demandas de los ciudadanos y el consenso de su propio partido.

El año pasado hubo 2.591 desahucios en Barcelona. ¿Es imposible reducir esta cifra?

Con nosotros los desahucios se han reducido un 19%. Todavía es insuficiente y no puedo ser autocomplaciente porque conozco bien el sufrimiento que supone cada situación de desahucio. No nos resignamos a que haya desahucios de familias vulnerables pero gracias a las políticas proactivas que hemos hecho se ha creado una unidad de mediación que no existía, se han paralizado más de 2.000 desahucios en dos años, y se han ofrecido soluciones alternativas ya sea negociando con la propiedad para que se puedan quedar o buscando otra. Pero evidentemente todo esto depende de una ley estatal porque los desahucios los regula una ley estatal. Por eso no dejamos de interpelar al Gobierno del PP para que se cambie la legislación.

¿Estando en el despacho de la alcaldía se ha dado cuenta que a lo mejor era más difícil de lo que parecía cuando usted estaba en la PAH?

Yo he comprobado que se podía hacer mucho más de lo que se estaba haciendo. Hemos puesto recursos e insisto se han parado más de 2.000. Pero hay que ir a la legislación. Hay una propuesta de la PAH en el Congreso de los Diputados y el PP y Ciudadanos han impedido que se debatiese. Unidos Podemos entrará nuevas propuestas y es ahí donde hay que discutirlo. La clave es si se trata la vivienda como un derecho o como negocio. Primero tuvimos la burbuja de las hipotecas y ahora tenemos la de los alquileres.

Sectores económicos de la ciudad, por ejemplo el Gremio de Hoteleros, lamentan que el Ayuntamiento no destaque el activo que representa el turismo para Barcelona. ¿Sigue este pulso que mantienen desde el primer día?

Cuando he hablado con los hoteleros me han reconocido que tenían sus miedos respecto a nosotros y se puede entender porque no nos conocíamos y entramos diciendo que había que poner orden. Entiendo que de entrada se asustarán pero ahora viendo los resultados creo que se ha construido un consenso en el que todo el mundo está de acuerdo en que había que poner orden. Por el propio bien del sector y no solo por el de los vecinos afectados por la masificación turística.

Los hoteleros nos reconocen que Barcelona es pionera en la lucha contra los pisos turísticos ilegales, una de las prácticas que más les perjudica a ellos. En realidad nos reconocen el liderazgo contra el intrusismo y las malas praxis. Además, creo que han entendido que poner orden en la planificación hotelera también les conviene.

Es una obviedad que en el centro no se puede construir más porque necesitamos vecinos y no que se convierta en un parque temático. Sí se puede crecer en unas determinadas zonas con unas determinadas condiciones. En 2017, a pesar del contexto político del último trimestre, cerró con crecimiento.

En Madrid, como en Barcelona y otras grandes ciudades, existe ese problema de ciudadanos expulsados de los centros de las ciudades por la subida de los alquileres y por las operaciones de fondos de inversión que convierten edificios en apartamentos turísticos. ¿Qué se puede hacer?

No hay que asumir que la especulación es un hecho inevitable y menos con un bien de primera necesidad como es la vivienda. Hay lugares donde está más regulado, como el parque de vivienda pública que hay en Viena. Aparte de generar un parque público robusto y significativo, hay que limitar la especulación, y se puede hacer con las leyes sin limitar que haya un negocio inmobiliario. El PP ha dado barra libre a los especuladores: las últimas reformas fiscales son de escándalo, porque pone autopistas a fondos buitre para que vengan a nuestras ciudades a especular y que los ayuntamientos no podamos hacer nada.

La reforma fiscales que se hizo para los fondos buitre (Socimis) que compran grandes paquetes de vivienda para el alquiler les permite pagar cero impuestos mientras los ciudadanos pagamos los nuestros. Si pagan cero impuestos al menos que sea a cambio de que ese alquiler sea asequible para los ciudadanos. Pero el PP les ha dicho: las ciudades son vuestras, podéis venir, comprar, os subvencionamos porque no os cobramos la fiscalidad y encima no os ponemos ninguna condición. La otra barbaridad del PP es subvencionar que venga gente muy rica y compre viviendas por encima de 500.000 y a cambio les da los papeles que a los trabajadores pobres les niega a través de la ley de extranjería.

Eso es una aberración democrática, porque condiciona la ciudadanía a ser rico y que compres una casa de lujo. Son leyes muy concretas que es fácil modificar para empezar a revertir la situación. Se pueden hacer muchísimas cosas, además de destinar un presupuesto que esté a la altura de las circunstancias, porque el Estado ha recortado un 70% en vivienda.

Tanto Madrid como Barcelona han tenido conflictos con el Gobierno y su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, por el techo de gasto y la incapacidad para invertir en ciudades con superávit. ¿Hasta qué punto hay margen en la institución para hacer cosas?

Hay muchos más límites de los que quisiéramos...

... y la velocidad de la burocracia.

Sí, sí. Entras y las cosas son más lentas de lo que te gustaría porque hay que hacer muchos trámites y movilizar grandes estructuras. Y es verdad que hay un gobierno del Estado que es antimunicipalista. Eso es así. Empezando porque la financiación de los ayuntamientos en España en comparación con otros países europeos es ínfima, cuando en realidad somos la administración que está en el día a día y afronta las necesidades básicas de la población, y cada vez más porque la población se concentra en las ciudades.

Habría que revisar todo el sistema de financiación, no sólo en beneficio de los ayuntamientos. El Estado tiene que entender que es una estructura muy antigua, decimonónica y lenta que no puede dar la respuesta ágil que la ciudadanía necesita. Los ayuntamientos son aliados claves para dar respuesta a las necesidades básicas.

Montoro dice que quiere reducir la deuda, pero ataca a los ayuntamientos, que son las instituciones menos endeudadas y que han hecho los deberes, y acaba promoviendo una privatización porque no puedes hacer oferta pública y contratar trabajadores: se ha ido subcontratando para cubrir necesidades básicas.

CiU había empezado a privatizar escuelas infantiles, que hemos revertido, y ahora estamos pensando hacer una funeraria pública para que morirse no sea tan caro en Barcelona.

¿Cree que tendrá apoyo para impulsarla?

Una vez más, los partidos progresistas y de izquierdas nos dicen en privado que están a favor, pero ¿de verdad van a votar en contra para erosionar a Barcelona en Comú en lugar de apoyar algo que quieren la mayoría de los ciudadanos? Es un consenso social, una demanda ciudadana y para un partido que se supone tiene que priorizar a las personas más vulnerables que puedan acceder a servicios tan básicos como un entierro digno, no concibo que no se vaya a votar a favor.

Tras la ruptura del pacto con el PSC se ha demostrado lo complicado que es gobernar con solo 11 concejales.

Pero eso ya pasaba con el PSC. Ellos tienen cuatro concejales, y con ellos no conseguíamos ninguna mayoría. Al contrario, había partidos que eran más reacios a negociar con nosotros por nuestro pacto con el PSC.

Visto en perspectiva, ¿fue un error romper con el PSC?

Para mí el gran error y la gran decepción fue que el PSC apoyara el 155 y la respuesta represiva a lo que estaba pasando en Catalunya. Pero no pasó solo en Barcelona, es un problema que tuvo el PSC en otros ayuntamientos: dimitieron alcaldes; Núria Parlon dejó la ejecutiva del partido.

Es una tragedia que el PSC, que ha construido las instituciones democráticas en Caralunya, se haya aliado con la extrema derecha del PP y Ciudadanos. Y ojalá que eso se revierta rápido y el PSC vuelva a tesis más catalanistas y progresistas. Yo siempre voy a aspirar a contar con las fuerzas progresistas y de izquierdas para priorizar Barcelona y las políticas de izquierdas que tenemos en común con el PSC y ERC.

El PSC en este momento se ha alineado con las tesis del PP y Ciudadanos, y ojalá que podamos rehacer alianzas de izquierdas que serían buenas para Barcelona y Catalunya.

¿Ha leído el libro de Joan Coscubiela?

No he tenido tiempo, pero lo leeré seguro.

Una de las cosas que dice sobre los comunes es que la indefinición es más que la equidistancia. Y les reprocha que el 1-O se dejasen llevar por el tacticismo. A usted le afea que no se implicase en Catalunya Sí Que Es Pot. ¿Puede tener razón en algo?

Seguro que todos, Coscubiela, yo y todo el mundo, hemos cometido algún error o no hemos comunicado todo lo bien que podíamos haber comunicado. Es un buen momento para que todos hagamos autocrítica y estoy predispuesta a hacerla en un sentido constructivo. Ahora bien, no me reconozco cuando me dicen que no me he definido: me he definido clarísimamente, y también el espacio de los comunes.

Hemos dicho que no íbamos a participar de la política de bloques, y es verdad que en una situación muy tensionada y muy polarizada eso nos ha penalizado, pero no considero que eso no sea definirse. Me defino como demócrata; como soberanista porque creo que la fórmula autonómica está agotada y hay que avanzar. Yo estoy por propuestas federales o confederales y he trabajado activamente para visibilizar las alianzas en todo el Estado a favor de esa solución democrática para Catalunya.

El 1-O yo critiqué la manera en la que lo hizo el Gobierno catalán. Pero la movilización de dos millones de personas que no se ha inventado un gobierno y que lo que pedían era poder votar en una urna en las escuelas fue respondido duramente con miles de policías enviados por el Gobierno del Estado a retener a gente pacífica. Tengo clarísimo que como alcaldesa de Barcelona tenía que estar en la calle y en las escuelas defendiendo el derecho al voto el 1-O de gente que no piensa como yo.

Otra cosa es que para mí era una movilización que no tenía las garantías de un referéndum y no lo considero vinculante.

Se les acusa de equidistancia o indefinición cuando su propuesta era un referéndum pactado a la escocesa o canadiense. ¿Quizá se les critica porque llega muy pronto o por lo polarizadas que están las posiciones?

Estamos seguros que es una propuesta de futuro, y en el transcurso de este tiempo ya nos ha pasado que quienes declararon la independencia unilateral han vuelto a la idea del referéndum por el cual nos habían criticado muchísimo.

Como demócratas estamos convencidos. Nuestro espacio no prioriza el eje nacional, pero sí que dice que el autogobierno hay que mejorarlo con diálogo y escuchando a todas las voces. Hay que dar una solución democrática a las cosas, la judicialización es un desastre y como demócratas hemos estado radicalmente de la intervención del 155 y de lo que ha venido después con la gente en prisión.

Nuestra posición es muy clara, somos una formación plural y estamos orgullosos de que entre nosotros haya independentistas, federalistas, porque todos tenemos un proyecto en común de una Catalunya plural, diversa y que quiere avanzar en derechos y libertades porque entiende que el modelo está agotado. Lo indefendible es dividir a la población en dos mitades.

¿Cree que existe el riesgo de violencia, ahora que se habla tanto de los Comités de Defensa de la República?

Ya hemos sufrido violencia el 1 de octubre: hemos tenido a miles de policías enviados por el Gobierno contra población indefensa y lo que hay que buscar es una situación política a un conflicto político. Mientras se judicializa, se enquista, se tiene la Generalitat intervenida se produce una situación de anormalidad democrática que genera protestas, hasta ahora pacífica. En Barcelona no hay violencia en las calles y pediría a todo el mundo responsabilidad y que se genere alarmismo, alimentar el conflicto para ganar votos, en lo que son especialistas PP y Ciudadanos. Necesitamos rebajar tensión, escucharnos, que todo el mundo ceda un poco en sus posiciones y buscar soluciones dialogadas. Y ahí interpelo a los independentistas: necesitamos un gobierno efectivo, recuperar la institución catalana para dar la mejor respuesta posible a los muchos temas pendientes que están sobre la mesa.

¿Descarta elecciones?

No descarto nada, ni está en mis manos. Los partidos independentistas son los que tienen mayoría para formar un gobierno efectivo cuanto antes. Xavi Domènech les ha dicho que si no son capaces, que lo digan abiertamente para buscar un gobierno más transversal con el PSC y los comunes. Si no, siempre queda la opción de las elecciones, pero lo mejor sería que hubiera un gobierno para empezar a hablar de solución para todas las situaciones que tenemos: las anomalías democráticas, de retrocesos de derechos y libertades, pero también muchos temas sociales que hace demasiado tiempo estamos dando respuesta solos los ayuntamientos.

El discurso del rey el 3 de octubre abriendo la puerta al 155 ha tenido mucho rechazo cuando visitó Barcelona en enero. ¿Ese desgaste de la institución es recuperable en Catalunya?

En Catalunya ha habido desafección respecto a la monarquía después de la respuesta al conflicto, y no sólo desde las filas independentistas. Yo he sido republicana toda mi vida y preferiría que en una democracia haya un jefe del Estado que la gente vote y no sea por herencia sanguínea. Pero más allá de eso, siempre he tenido clarísima la responsabilidad institucional desde el primer día: me reúno con todo el mundo, con el rey, con el Gobierno del Estado, la Generalitat, más allá de que tenga grandes discrepancias.

Un jefe de Estado tiene que estar para las grandes cuestiones de Estado y respaldar a la ciudadanía en situaciones de crisis y defender la democracia. Aquí hemos tenido muchas crisis democráticas graves en temas de derechos sociales, violencia machista, que suponen un sufrimiento enorme de la población, y la monarquía nunca se ha significado por defender a la ciudadanía y a sus derechos. En cambio, ha intervenido para actuar de forma autoritaria y al lado de las tesis más duras del PP, en lugar de llamar a la reconciliación y mostrar empatía con las consecuencias de unas cargas policiales que nadie entendió ni en Europa ni el mundo.

El rey desgraciadamente no estuvo por encima de esa situación y se alineó con las tesis más duras. Eso no es defender la Constitución, sino una versión de la Constitución que no es la más amplia ni la más plural posible.

¿En las próximas elecciones se podrá incluir el eje municipal o seguirá el eje nacional marcando el debate?

Nosotros vamos a trabajar para que el eje sea el municipal, porque nos jugamos muchísimo como ciudad. Los ciudadanos en general han separado los diferentes ámbitos electorales y los barceloneses quieren que se hable de Barcelona y cómo despliega todo su enorme potencial en un contexto como el actual.

En la crisis democrática, no sólo catalana y española, sino global que estamos afrontando, el muncipalismo es clave para reconstruir desde abajo para hacer que la ciudadanía no se fragmente y no se deje llevar por los miedos y las tentaciones de las extremas derechas. Hay que conseguir que no nos dividan entre nosotros y los otros; que no cunda el miedo a los extranjeros y culparlos de todos nuestros males.

La clave para que la semilla del racismo y la extrema derecha no pueda proliferar está en el municipalismo. Desde la comunidad y la proximidad dando respuesta a situaciones concretas se puede transformar el miedo en esperanza, creando comunidad con los otros y no contra los otros. El municipalismo es clave para la mejora democrática en toda Europa.

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