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Creando Oportunidades

“Veo mucha inquietud: todas quieren formarse, trabajar, poner, montar, hacer”

Marta Peñuelas, emprendedora conquense

Gorka Díez / Las Noticias de Cuenca

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Los premios de la Confederación Regional de Empresarios de Castilla-La Mancha (CECAM) han distinguido, en representación de la provincia de Cuenca, a la empresaria Marta Peñuelas (Fuentes, 1977), que desde hace 23 años está al frente del restaurante La Venta de los Montes, en Cañada del Hoyo, negocio hostelero que posteriormente amplió con una hospedería y un servicio de catering, con los que da trabajo a 24 personas entre fijos y extras.

A pesar de la despoblación, la demanda es importante gracias al movimiento turístico y a la caza. Y ella reivindica además Cañada del Hoyo como lugar para vivir.

“Tenemos de todo: nuestro colegio, un montón de servicios y un Ayuntamiento que nos cuida y nos mima mucho, que por ejemplo se preocupa muchísimo por los niños”, cuenta quien desde hace dos años es también presidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias, organización integrada en la CEOE-Cepyme Cuenca.

Ya había recibido el premio de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) y el del Día de la Mujer Rural que concede el Gobierno regional y ahora le llega el de CECAM. ¿Cómo recibió la noticia?

Con mucha sorpresa, porque era un premio que nunca había pensado que podría recibir. Además de la alegría, eché unas lágrimas porque me vinieron a la cabeza muchas cosas: cuando empezamos o cuando salí de mi casa hace diez años con un carro prestado porque yo no tenía ni carro ni furgoneta ni camión ni nada para dar un catering a una montería porque me lo pidió un amigo, lo cual fue una gran experiencia, el comienzo de una gran aventura empresarial. Aunque no me vino a la cabeza solo lo bueno, sino también los comienzos, que no son fáciles.

Su negocio, La Venta de los Montes, en Cañada del Hoyo, viene de su familia…

Mis suegros tenían el bar con un pequeño comedor. Al caer enfermo mi suegro, como mi marido trabajaba en el monte y mi cuñado estaba opositando, me tuve que arraigar a él y me quedé…

Entró entonces en la hostelería un poco por casualidad…

Sí, porque soy hija de agricultores y ganaderos y tampoco tenía formación, más allá de los estudios básicos, porque nunca me gustó estudiar. Empecé trabajando con mis padres, en mi casa, hasta que conocí al que hoy es mi marido y empecé a ayudar en el bar.

¿Y el servicio de catering?

Surgió entre medias, porque todo fue muy rápido. Se vendieron dos o tres fincas al lado de Cañada que se dedicaron a la caza y vino gente nueva a trabajar. Eran monterías de caza de jabalí, de ciervo, donde hay que dar almuerzo y comida. Y, con el restaurante todavía en obras, empecé a trabajar en ellas, como dije antes acudiendo a mi primer encargo con un carro prestado.

¿La demanda ha ido a mejor, a peor, se mantiene?

Cañada sigue siendo un sitio turístico al que vienen muchísimos autobuses, muchísimos grupos, mucha gente que quiere comer con su familia. Y también, dependiendo del tiempo y de cómo estén las fincas, se siguen dando monterías: empezamos la pasada semana y ya tenemos hasta el 28 de febrero. También los otoños en la Serranía suelen ser espectaculares con los hongos.

¿Sigue siendo atractivo para los turistas?

Sí, va hacia delante, porque las lagunas de Cañada son espectaculares, uno de los sitios más bonitos que hay en la provincia. Y a finales del pasado año, al cambiar una de ellas de color, aquello le dio muchísima difusión y publicidad. Incluso los días de diario, que normalmente solo venía a comer la gente que está trabajando, hay movimiento de turismo.

Con la laguna rosa se consiguió esa promoción que tanto se dice que falta…

Yo creo que la promoción siempre viene bien, y hay que hacerla, pero tampoco creo que falte promocionar más, sino ofrecer más servicios. Cuando se puso la laguna rosa nosotros estábamos dando ciento y pico comidas al día, incluso doblando el comedor, pero a partir de ahí ya no podíamos dar más comidas y la gente se tenía que ir a Fuentes, a Carboneras, a Cañete… A lo mejor necesitamos algo más de servicios para que la gente venga y no se tenga que ir…

Me pareció, cuando estuve allí, que las lagunas no están bien señalizadas y que hay caminos un tanto descuidados…

Es que a la laguna rosa, que llaman la de las tortugas, había que saber ir porque es una laguna privada, el lagunillo, de una familia de Cañada del Hoyo que se portó estupendamente, porque no se quejaron de los coches ni nada. Es verdad que el sitio no estaba preparado, pero, en primavera, el Ayuntamiento de Cañada, al ver lo que se había producido, arregló el camino que lleva a la laguna y lo que se había destrozado. Tanto el anterior equipo de gobierno municipal como el actual están haciendo mucho por Cañada del Hoyo.

Además de su labor como empresaria, cumple dos años al frente de la Asociación de Empresarias de Cuenca. ¿Qué tal la experiencia?

Es un camino largo pero es una experiencia muy positiva. Estamos hablando con distintas administraciones y poco a poco vamos a llevar a cabo las acciones que queremos hacer. Y hemos dado visibilidad a la mujer, que es lo que verdaderamente necesitamos las mujeres, tanto en la zona rural como fuera de ella.

¿La sociedad es cada vez más consciente de la importancia del papel de la mujer?

Sí, y de la necesidad de la conciliación familiar. Cada vez hay más formación.

¿Cuántas socias tiene el colectivo?

Tenemos doscientas y, además, en sectores, algo que me gusta mucho decir, que antes eran muy de hombres como el transporte, ingenieras, escuelas de formación, hostelería, ganadería… Todo muy diverso.

Pero no será fácil montar un negocio en una provincia tan despoblada como Cuenca…

El problema de la despoblación es bastante grave, se debería ayudar con medidas fiscales a la gente que está en territorios despoblados, como nuestra provincia, sobre todo la Serranía y la Alcarria. Los pueblos están tristes porque no hay gente, y cuando no hay gente en un pueblo, no hay movimiento: ni funciona la tienda ni el bar, ni el restaurante, ni ves gente por la calle ni niños correr ni colegios. No sé cómo se va a atajar el problema porque ahora mismo todas las administraciones (Junta, Diputación, ayuntamientos), están poniendo todo de su mano. Ahora mismo tú vas a un pueblo y dices que quieres emprender y te ofrecen todas las facilidades, te abren las puertas del pueblo de par en par, o hasta te hacen unas puertas especiales para ti. Luego hay pueblos como Cañada que funcionan porque, entre otros servicios, tenemos un geriátrico que en su momento donó María Recuenco, con media docena de mujeres trabajando ahí, lo que también está ayudando a mantener la población. Pero la despoblación está ahí. Internet no va bien, pero tenemos las comunicaciones por carretera, que nos permiten ir con nuestro coche a trabajar a Beteta o a otra provincia y volver a Cuenca en el día. Por ejemplo, hay muchos agricultores que van todos los días a pueblos de la provincia y regresan a la capital porque su familia vive en Cuenca.

Los negocios pueden salir entonces adelante...

Yo creo que sí, aunque es algo que también depende de la persona que haya detrás del negocio. Aquí hay muchas posibilidades y muchísima riqueza: nuestros vinos, con bodegas que cada día funcionan mejor, que exportan, nuestro ajo de Las Pedroñeras, el champiñón, la miel, nuestra ganadería, son productos a destacar al ciento por ciento que no los tienen otras provincias. Y el patrimonio y el turismo: en Cuenca en cada rincón tenemos algo nuevo, hay riqueza por todos sitios. Se puede invertir en Cuenca y en las zonas rurales. Y puedes contar con un montón de gente que te puede ayudar, subvenciones, ayudas a la mujer emprendedora… Quien necesite ayuda tiene también la CEOE, que le va a abrir las puertas y a explicar todo.

Pero los negocios sufren por la falta de habitantes…

Queda poco comercio en sitios como la Serranía o la Alcarria, que es donde menos gente hay, pero no quiero generalizar porque poblaciones como Carrascos del Campo, Valera o Motilla del Palancar tienen muchísimo comercio y este funciona bien.

¿Y ve espíritu emprendedor en las mujeres?

Veo mucha inquietud: todas quieren hacer, formarse… Nadie piensa en quedarse en su casa, sino en trabajar, en hacer, en montar, en quitar, en poner… Eso es lo importante…

¿Qué tiene que tener una mujer para ser empresaria?

Además de esa inquietud, hay que trabajar mucho. La hostelería por ejemplo es un sector muy sacrificado, aunque también hay sectores a lo mejor más llevaderos, donde tienes tu horario. También hay que estar bien asesorado, bien formado. Tener una mente que no deje de pensar e intentar superarte día a día.

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