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La negociación del Botànic se atasca en los mismos ejes y se emplaza a un fin de semana largo para llegar a acuerdos

Encuentro de la negociación del Botànic en la sede de Compromís

Laura Martínez

La negociación del nuevo gobierno del Botànic entre PSPV, Compromís y Unides Podem sigue encallada. A las siete horas de reunión del miércoles hay que sumar otras seis de reunión este jueves, esta vez en la sede de Compromís en la Plaza del Pilar.

Los partidos que integran las negociaciones hablan de buena sintonía en los trabajos y de voluntad de llegar a un acuerdo, pero siguen atascados en los mismos ejes: cómo se garantiza la prestación de los servicios sociales, incluidas las reversiones hospitalarias y las cuestiones sobre vivienda y pobreza energética, inclusive la agencia pública que plantea Unides Podem. Los morados, según reconocen otros negociadores, quieren dejar bien atadas algunas propuestas, mientras que Compromís y el PSPV buscan unos ejes no tan concretos.

Unides Podem quiere integrarse en un Ejecutivo en el que dos de las tres patas ya se conocen, han gobernado codo a codo -y algún que otro codazo- durante cuatro años y saben ambos cómo funciona el de enfrente. Así, algunos tienen la sensación de ser un pepito grillo algo irritante para los de Ximo Puig y los de Mónica Oltra, que ven con reticencias sus peticiones, a menudo consideradas extravagantes.

No obstante, los negociadores de distintos partidos destacan que ha habido muchos avances en esta última reunión y aunque no se han cerrado los ejes restantes -sí están claras las medidas en feminismo y cambio climático-, sólo quedan algunos flecos por solucionar. Para ello, se emplazan a otro encuentro que arrancará el viernes a mediodía y seguirá sábado y domingo.

La incógnita en el nuevo Consell siguen siendo las conselleries: cuántas, cuáles, con quién. Los tres partidos han decidido que no se empezará a hablar de la estructura del gobierno -el archirrepetido “cómo” y “quién”- hasta que no se cierre el acuerdo programático para no tener departamentos artificiales sin competencias. Ninguna formación quiere que se creen carteras sólo para que el reparto sea menos hostil, ni dar esa imagen de pelea por los sillones.

De lo que sí hablan algunos es de la proporción de las fuerzas en el Ejecutivo. La coalición morada ha pedido tener presencia “proporcional” a los resultados, lo que para ellos se traduce en tener la dirección de dos conselleries, pero no quieren que el volumen del Ejecutivo crezca demasiado. Los morados creen que un Consell con 14 departamentos “no entra dentro de lo razonable”. Socialistas y valencianistas también apelan a la proporcionalidad, aunque para los primeros esto significa tener la mitad del Gobierno, incluso algún número más, en función de si la Presidencia tendrá o no áreas de gestión.

En el primer Botànic, hasta que Podemos decidió no formar parte del Gobierno, el reparto que se barajaba era 4-4-2, dejando a los morados Justicia y Medio Ambiente. Estos departamentos los gestionaron finalmente una independiente seleccionada por el PSPV (Gabriela Bravo) y una independiente elegido por Compromís (Elena Cebrián). A estas alturas, mantener el mismo número parece complicado.

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