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Seis años después… y el yate sigue ahí

Laura Vilanova

En el aparcamiento cercano a la zona Volvo, en el Puerto de Alicante, una mujer pide limosna con su hijo de meses en brazos. No quiere dinero. Prefiere pañales o comida. Hace un calor sofocante, a pesar de ser finales de septiembre, pegajoso y que se hace más intenso en las escaleras de entrada al parking, en las que espera sentada la generosidad de los conductores.

Al salir, en la plaza del Puerto hay un Tío Vivo, a semejanza de los que había en las antiguas ferias y circos y que ahora se han puesto tan de moda. También está atracada la réplica del Santísima Trinidad (llegó hace tres años). En el entorno, destaca la criticada fachada por su atentado a la estética y al sentido común del Casino de Alicante (ya ha cumplido cinco años). Los manteros están y no están en un juego inversamente proporcional al que lleva la Policía. Venden gafas de sol, bolsos, juegos luminosos para los más pequeños, camisetas…

En el agua, junto a la escultura del surfista, se acumula la basura del fin de semana. Y huele mal. Muy mal.

Esta será la bienvenida a los visitantes y navegantes de la Volvo que este año parece que se despide de Alicante como puerto de salida (tres regatas, seis años).

Desde el año 2008 –la primera vez que la vuelta al mundo a vela comenzó en Alicante- ha llovido poco, pero han cambiado muchas cosas en esta ciudad. Entonces, la actual alcaldesa acababa de aterrizar en el cargo tras la dimisión de su antecesor, Luis Díaz Alperi. El PSOE era el principal y único partido en la oposición. No existía UPD, ni Podemos, ni Ciutadans, ni … No se escatimaba en luz. Todas las farolas estaban encendidas en Conde de Vallellano para recibir a la Familia Real, al presidente de la Generalitat, a la vicepresidenta del Gobierno socialista y a tantas autoridades que entonces sí que se dejaban ver por Alicante.

El día a día de la ciudad también era diferente. En la puerta de los centros de Cáritas no se formaban inmensas colas con hombres y mujeres buscando llenar los carros de la compra. Existía la CAM y Bancaja (sus consejeros viajaban a la Patagonia, a India, China…con dinero que no tenían). En los colegios todavía existía el bono libro para todas las familias y no se dejaba a ningún niño que lo necesitara sin comer. Tampoco en los centros de salud se dejaba de atender a nadie (inmigrante, desempleado…). Había más grúas y menos carteles de ‘Se Vende’ o ‘Se Alquila’…

Pero, sin duda, hay algo que no ha cambiado en todos estos años. Allí estaba, atracado en primera línea frente a la Explanada, el yate de Enrique Ortiz. ¡Y ahí sigue!

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