La exdirectora del IVAM pagó con dinero público comisariados y exposiciones a artistas y críticos para que promocionaran a su hijo escultor
El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) fue utilizado por su directora desde 2004 a 2014, Consuelo Císcar, como un verdadero fondo de reptiles para la promoción por todo el mundo de la carrera de su hijo escultor Rafael Blasco Císcar, conocido como Rablaci. Artistas internacionales, críticos de arte, miembros del consejo rector del museo y hasta una delegada de la SGAE participaron en esa campaña de creación de un nombre artístico a cambio de prebendas de todo tipo. Desde exposiciones en el propio centro de arte al pago de comisariados, la compra de obras de arte o el pago de artículos en revistas especializadas.
Este entramado de intereses y favores lo desmonta la jueza de refuerzo del juzgado de Instrucción número 21 de Valencia, Nuria Soler, en el auto de procesamiento de Consuelo Císcar y otras cinco personas por el saqueo de los fondos públicos del museo de arte moderno. La magistrada desgrana en casi 150 páginas un modus operandi corrupto que puede salpicar el prestigio artístico de muchos de estos personajes.
La magistrada concluye que artistas como Ramón de Soto, Julio Cuaresma o Alberto Corazón promocionaron o realizaron trabajos para Rablaci a cambio de comisariados o exposiciones. En el caso del fallecido Ramón de Soto o su mujer Natividad Navalón, explica el auto judicial que Consuelo Císcar “con cargo a fondos públicos” les “gratificó” por “colaborar ”en la construcción de la carrera artística de su hijo“. A cambio, Císcar compró obra de los artistas para el IVAM con criterios técnicos cuestionables.
Sobre el artista portugués Julio Quaresma, concluye la jueza que el IVAM le compró obras a cambio de que intermediara con museos del país vecino para que Rablaci expusiera. En ese sentido, pone el ejemplo de una obra de Quaresma valorada por expertos en arte por 2.000 euros pero por la que el museo valenciano pagó 32.400 euros. El IVAM organizó exposiciones de Quaresma en diversos espacios.
El artista Alberto Corazón, según el auto de la jueza, habría sido el diseñador de los catálogos de Rablaci. A cambio, expone la magistrada, el IVAM le organizó exposiciones internacionales y corrió con todos los gastos de las mismas, incluidos viajes.
El crítico de arte Rafael Sierra Villaécija habría pedido, según la jueza, que lo avala con las decenas de correos intervenidos en la investigación, a la galería Raquel Ponce que le montara una exposición a Rablaci. Y así fue. A cambio, contabiliza la magistrada, Sierra fue comisario de doce exposciones del artista, seis en Asia, cinco en América Latina y una en España. Además, le otorgó la concesión de la revista del museo Cuadernos del IVAM.
La intelectual francesa Michelle Dalmace tuteló una estancia de Rablaci en Burdeos, lo que mejoró el currículum del artista. Dalmace comisarió una muestra del artista valenciano en Francia. A cambio, la experta en arte francesa comisarió una exposición de Ripollés en el IVAM y vendió por 60.000 euros al museo valenciano cuatro obras del Equipo Crónica pertenecientes a su colección privada.
Todas estas discrecionalidades, apunta la magistrada, hubieran sido imposibles sin la participación o, al menos, no intervención de la mayoría de miembros del Consejo del IVAM. El auto cita a Francisco Calvo Serraller, Tomás Llorens, José María Lozano, Ángel Kallenberg y Francisco Jarauta, quienes pese a ser presuntamente voces independientes cobraron grandes cantidades de dinero del museo.
Calvo Serraller, ya fallecido, prestó servicios como comisario para el IVAM por valor de 66.000 euros. Tomás Llorens ingresó a través de una empresa de su hijo 138.000 euros también por labores de comisariado. Kallemberg recibió casi 35.000 euros también por trabajos de dirección de exposiciones en el IVAM.
Císcar fue autora durante años de decenas de textos para los catálogos del IVAM. Esta vasta producción tenía trampa, según las investigadores, porque tenía un “negro” que le hacía los trabajos y que cobró del IVAM por otros conceptos, entre otros, por corrección de textos. Se trata de Norberto Martínez Ibáñez, que ingresó entre 2004 y 2012 un total de 264.697 euros del IVAM, más de 2.800 euros al mes. En 2012 fue nombrado director de publicaciones del museo valenciano.
Explica la jueza que algunos de esos textos que hacía para Císcar aparecían posteriomente en catálogos de exposiciones de Rablaci. “Císcar se los vendía a su hijos como suyos”, reveló el propio Ibáñez en su declaración.
Igualmente, la magistrada dedica una mención específica a la exposición itinerante de la obra de Rablaci 'Materia y Espíritu' en Asia, coincidiendo con exposiciones de fondos del propio IVAM, y concluye que ello no habría sido posible sin la colaboración de una delegada de la SGAE en ese continente, a cuyo marido el museo valenciano había contratado por 284.000 euros sin expediente alguno de licitación.
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