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De la lucha contra la nuclear de Cofrentes al Gobierno valenciano: la memoria ecologista de Carles Arnal

El ecologista Carles Arnal en un acto de Els Verds.

Lucas Marco

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En la década de 1980, mapas y documentos secretos de la central nuclear de Cofrentes llegaron clandestinamente, a través de un trabajador que denunciaba malas practicas y deficiencias, a manos de un joven ecologista libertario llamado Carles Arnal (Vila-real, 1957). La escena de película, narrada por Arnal en sus memorias de reciente publicación Cal que floresquen mil margarides (NPQ Editores, 2020), sirve al biólogo y catedrático de instituto de arranque para contar sus actividades en los movimientos ecologistas durante los años del final de la Transición, cuando la izquierda descubrió los límites del cambio político en España. “Yo cuento lo que he vivido de primera mano”, declara el autor a elDiario.es.

Carles Arnal, estudiante y joven militante de la CNT, fundó el Grup Ecologista Llibertari, “con un componente proletario muy marcado”. “La tradición libertaria en toda la península ibérica ha tenido siempre un componente de preocupación por la naturaleza, en las asambleas del movimiento antinuclear había un importante componente libertario”, dice el autor. Los papeles de la central, obtenidos gracias a un trabajador que se jugó el tipo en las postrimerías de la Guerra Fría con el espionaje del Este y del Oeste pujando por este tipo de material, “no eran documentos sensibles pero eran muy útiles para entender las denuncias de las irregularidades y las soldaduras en mal estado”, asegura Arnal.

Del ecologismo libertario, Arnal ingresó en la siguiente década en Els Verds y en 2003 fue elegido diputado autonómico en la lista de Esquerra Unida-L'Entesa. En las Corts Valencianes, la central de Cofrentes, auténtica bestia negra de los movimientos ecologistas valencianos, volvió a cruzarse en su camino. El diputado recibió anónimamente documentos de trabajadores del sindicato CGT sobre malas prácticas en la central (“me los dejaron encima de la mesa”, dice) y procedió a hacerlos públicos. “Posteriormente me enteré de que Iberdrola contrató al comisario Villarejo para investigar a los periodistas con los que yo estaba en contacto”, afirma Arnal. Iberdrola, según publicó El Confidencial, contrató a Villarejo para espiar a los periodistas que informaron sobre la auditoría de la Asociación Mundial de Operadores de Centrales Nucleares (WANO por sus siglas en inglés) que detallaba importantes deficiencias en la planta. “De algo serviría si se pusieron tan nerviosos”, celebra el ecologista.

En 2015, la coalición Compromís, en cuya rama verde (Verds-Equo) milita Arnal, accedió al Gobierno autonómico tras el Pacte del Botànic con los socialistas valencianos y con el apoyo desde el Parlamento de Podem. En el reparto del poder autonómico, a Verds-Equo les tocó la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural, que dirigió Elena Cebrián en una primera legislatura que acabó como el rosario de la aurora, con sonadas destituciones y un clima de división como solo las pequeñas formaciones de la izquierda pueden propiciar. 

Arnal dedica varias páginas en su libro a estas distensiones, en especial entre la consellera Elena Cebrián y el secretario autonómico Julià Àlvaro. “No he querido ocultar esa vertiente personal pero he intentado ser muy prudente”, dice el ecologista. La lectura de esta parte de las memorias puede dejar al lector más comprometido con las políticas verdes una sensación agridulce de fracaso y división de un partido cuyos efectivos, como decía el chiste, caben en un taxi. “Más que tristeza en algún momento sentí frustración porque una medida determinada, como nombrar los directores de los parques naturales, resulta muy compleja y necesita meses de negociaciones”, recuerda Arnal, quien apostilla: “Es inevitable que queramos ir más deprisa que la realidad”.

Las “tensiones entre Elena y Julià” dieron pie a episodios sonados, trapos sucios lavados a la vista de todo el mundo y broncas monumentales. “El problema es que Julià no comprendía que había cambiado un factor esencial que empezaba a ser evidente para muchas personas de Verds-Equo. Mónica Oltra ya no le daba apoyo sin fisuras, si es que lo había tenido alguna vez”, escribe Arnal, testigo directo de los hechos, en Cal que floresquen mil margarides.

El exdiputado lamenta que en la segunda legislatura del Botànic, con la incorporación de Unides Podem al Ejecutivo autonómico, la pata verde de Compromís perdió peso en el reparto de cargos. La consellera Mireia Mollà “entiende los problemas pero no es lo mismo”, lamenta Arnal, que estuvo un año trabajando como asesor de Cebrián antes de tirar la toalla por motivos de salud. “La transformación de la sociedad es algo muy gordo, evidentemente no se puede conseguir en cuatro años ni únicamente con una conselleria, necesitaría todo un Gobierno para esa labor prioritaria y mayorías más amplias”, dice Arnal. A pesar de todo, el autor es optimista: “Suerte hemos tenido de entrar en una conselleria”, concluye.

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