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CV Opinión cintillo

Y Compromís busca su misión

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“Els vencedors oblidaren ser pietosos,

els derrocats traspuaren fel i creu,

els innocents feren de sac terrer a la barricada,

els herois pagaren per tots.

Així nasqué, dins foc, el llampec primerenc

i el riu inesgotable de les llàgrimes“

Matilde Llòria. València, 1960

Abril es un mes de esperanza. La coalición Compromís tiene pendiente, desde el verano del 2020, la celebración de un congreso reconstituyente que--suspensión más retraso--nadie se atreve a abordar. La pandemia ha sido un pretexto para que los dirigentes de Compromís no se enfrentaran a su rendición de cuentas. Después de seis años de participación en el gobierno de la Generalitat. Una legislatura y media con varias conselleries, cuya percepción de eficacia es escasa: Economia (Rafael Climent), Agricultura i Medi Ambient (Mireia Mollà), Igualtat i Politiques Inclusives (Mònica Oltra), Educació i Cultura (Vicent Marzà).

Dudas y certezas

Cuando los votantes respaldaron el envite de Compromís, ¿qué pretendían con aquella decisión insólita hasta 2015? ¿Que todo siguiera igual? ¿Que no se pidiera cuentas y explicaciones a los anteriores mandatarios del Partido Popular? ¿Que no se estableciera un nuevo modelo económico para el País Valenciano, que lo sacara de su indefinición? ¿Los votantes no querían que se fortaleciera la cultura autóctona con la potenciación de la lengua valenciana? ¿Que las Cámaras de Comercio continuaran siendo instituciones inanes para pagar “favores” a quienes después han acabado condenados en varias sentencias? ¿Que no se solucionara la financiación justa de la Comunitat Valenciana? ¿Que Feria València ,después de un siglo de vitalidad, acabara en proyecto fallido? ¿Que la comarcalización se enquistara como utopía? ¿Que la lengua de los valencianos acabara siendo subsidiaria y residual? ¿Que el provincianismo de Alicante y Castelló asfixiara la vertebración del País Valenciano? ¿Que las organizaciones empresariales se confirmaran como correa de transmisión, subvencionada por la Generalitat, al servicio del PP y otros los grupos de presión? ¿Que el Puerto de València, controlado por el Gobierno español, sirva a difusos intereses de Estado, en vez de potenciar la economía y el medio ambiente de la Comunitat Valenciana? ¿Que la diversificación de los sectores económicos valencianos fuera una quimera? ¿Que los ciudadanos valencianos se difuminaran en la España ignorada, representados por unos partidos políticos estancados en su nivel de incompetencia?

Recentralizar

Para discurrir por un proyecto de País Valenciano sin objetivo ni progreso, sobraban los gobiernos del bipartidismo: PP y PSOE. Que, con las orejeras de quien carece de perspectiva y de voluntad de transformación, encuentra su pesebre en la recentralización de España. La que basa su pretensión de cambio, en el anquilosamiento de la estructura política. En el horizonte de un Estado anclado en el post-franquismo, secuestrado por la élite jurídico- administrativa –magistrados, registradores, notarios, abogados del Estado, consejeros comerciales, inspección tributaria, fiscales, consejos jurídicos consultivos y de Estado, diplomacia, interventores, economistas del Banco de España, secretarios -- y un entramado privilegiado e influyente que impone su conveniencia corporativa a la oxigenación democrática del país.

Grândola, vila morena

En abril, el 25 para ser más exacto, coinciden el recuerdo de una derrota memorable para los valencianos—la de la batalla de Almansa en 1707, fin del Reino de València y sus Fueros –. La liberación de Italia sobre fascismo mussoliniano en 1945. La conmemoración de la Revolución de los Claveles en Portugal—tan bien simbolizada en la canción de Zeca Afonso, “Grândola, vila morena”—La Unión Ibérica, peninsular, que el hispanista británico, Ian Gibson sueña en forma de República ideal, sigue viva. Los valencianos no pueden resignarse a permanecer en un “entrepà” .Comprimidos por el maremágnum catalán y la megalomanía excluyente madrileña. De ser así, irán mal, a pesar de la “task force” empresarial- gubernamental, destacada en la capital de España. Con sede en Conexus, Españoleto,25 , Madrid. Enfrente la coalición Compromís que, después de seis años de co-gobierno, tiene sus deberes por hacer. Cuando en mayo de 2015 se produjo la eclosión política que configuró el Consell del Botànic-I, el País Valenciano dio un paso decisivo hacia la liberación de la hegemonía corrupta que ejercía el Partido Popular. Primero apoyado en la Unió Valenciana, de González Lizondo (Pacto del Pollo). Proseguida por Héctor Villalba y Társilo Piles hasta el desembarco de José María Chiquillo. Después en solitario con tres etapas diferenciadas. La alicantina de Eduardo Zaplana -- hoy con un pie en prisión- , la regentada en València por Rita Barberá, J.L.Olivas y Francisco Camps –implicados en varias causas penales-- y la castellonense de Alberto Fabra, que escapó de la malversación automovilística de la Fórmula I. La Justicia es sensible al poder de los que mandan de verdad. No iba a pagar el obediente servidor por sus mandamases.

No es gratis

La coalición política Compromís tiene una deuda pendiente con sus votantes en 2015 y 2019. Compuesta por Bloc Nacionalista Valencià- que le aportó su experiencia desde 2007 y la estructura de organización--, por Iniciativa del PV—formación minoritaria--, Gent de Compromís—independientes--, por Verdes i por el grupo de Soberania Valenciana. Compromís, ante la sorpresa de su ascensión en 2015, cometió el error de situar apresuradamente en cargos ejecutivos a personajes sin cualificar. Guiados por criterios de amiguismo—la cuadrilla--, camaradería territorial—“los de mi pueblo y de mi comarca”-- y por preferencias de comodidad. Para que no hicieran sombra a los dirigentes que emergían en la alianza electoral. Se postergó y sacrificó a los líderes que habían fundado el Bloc –Pere Mayor y su entorno—para aupar a sus críticos, sin reparar en la solvencia de su trayectoria y eficacia.

Compromiso

Compromís, desde 2015 y tras la reválida electoral de 2019, asumió la responsabilidad de relanzar la red de instituciones autonómicas y municipales por la senda de la valencianización. Desde posiciones progresistas y modernizadoras de la gestión política. Con el objetivo de rescatar al País Valenciano de los agravios comparativos que históricamente impiden el alineamiento y el progreso de los intereses valencianos en el contexto español y europeo. El cumplimiento de un programa que redima a los valencianos de la postergación secular que padecen, es ya un plan político de país. Suficiente para inspirar y cubrir las metas a alcanzar en varias legislaturas. En el empeño destacan dos objetivos: concretar los puntos básicos irrenunciables y que no se pierda más tiempo. Al adoptar decisiones erróneas que retrasan la ejecución, de acuerdo con las prioridades.

Tempus fugit

No es previsible que Compromís tenga muchas opciones de ejercer poder en el País Valenciano—sin renegar ni dudar de su idoneidad conceptual—si no asume el desafío de cumplir sus principios medulares—del conjunto y de las partes—así como los hitos cardinales de su propia razón de ser. No caben dilaciones ni vacilación. Las legislaturas municipales y autonómica cumplen su segundo año. Camino de la recta final hacia la cita electoral decisiva de 2023. Si Ximo Puig no convoca con antelación. Es hora de diseñar el perfil de los candidatos y cabezas de cartel. Es el momento de agilizar y modernizar la estructura y el aparato organizativo de la coalición. Marcar las exigencias de posibles ententes estratégicas y de establecer los valores que han de predominar. En una formación política que afronta el compromiso de modernizar el País Valenciano, con sus carencias y posibilidades, ante el reto del siglo XXI. Los protagonistas políticos pueden estar agotados y superados por sus limitaciones. La sociedad valenciana necesita líderes y gestores de primer nivel para recuperar el tiempo y las oportunidades perdidas.  

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