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CV Opinión cintillo

Libertad

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Es una obviedad que el resultado electoral del 4 de mayo en Madrid no ha sido bueno para las y los socialistas. Pero lo que más lamento como demócrata y persona de izquierdas no es eso, que es muy importante, sino que el PP haya ganado las elecciones madrileñas utilizando como lema de campaña la palabra Libertad. Nunca, desde que hay democracia en España, se había producido una apropiación tan burda de una palabra tan hermosa. Y digo burda porque la libertad nunca fue ni será patrimonio de la derecha ni la ultraderecha.

¿Libertad? ¿Cómo se atreven a invocarla si llevan décadas torpedeando las leyes que reconocen derechos y amplían las condiciones para construir una sociedad más igualitaria? Votaron en contra del divorcio, del aborto, del matrimonio homosexual, de la eutanasia, de la memoria histórica, de la ley de igualdad y de la sanidad universal. Hace décadas que la derecha y la ultraderecha actúan así. Ya lo hicieron cuando no respaldaron la Constitución de 1978 de la que ahora se llenan tanto la boca. Siempre han intentado que no se avanzara en el régimen de libertades y siempre acudieron al Tribunal Constitucional. Siempre perdieron, aunque después no tuvieron reparos en ser los primeros en beneficiarse de esas leyes que combatieron.

La palabra libertad que ahora invocan les ha servido para engañar en numerosas ocasiones a la ciudadanía. Lo hicieron en 2011, cuando el PP se presentó a las elecciones generales prometiendo que no subiría los impuestos y lo primero que hizo Mariano Rajoy al llegar a la Moncloa fue aumentar el IVA y el IRPF. Aquella fue la legislatura en la que aumentaron más los impuestos que gravan al recibo de la luz y el agua, así como el copago farmacéutico. Aquella fue la legislatura en la que se redujo el poder adquisitivo de las pensiones, se recortó la educación, la sanidad y el presupuesto para la dependencia.

Fueron los años de la reforma laboral que introdujo en España la figura de “trabajador pobre”, aquel que tiene empleo, pero que es tan precario que no llega a final de mes con lo que gana. Y todo ello acompañado de una amnistía fiscal que benefició a los defraudadores y los amigos del Gobierno del PP, esos que tanto estimularon el llamado “capitalismo de casino” y que saquearon las arcas públicas en casos conocidos como Gürtel, Fabra, Palma Arena, Bárcenas, Campeón, Blasco, Emarsa, Lezo, Nóos, Pokémon, Púnica, entre otros. ¿Lecciones de ética y de buen gobierno? Ni una.

Hace unos días se acabó el Estado de alarma, una medida que el PP no votó, pero que ahora que el Gobierno progresista de Pedro Sánchez no la ha prorrogado, ellos reclaman que se mantenga. Siempre a la contra, porque el interés general y la lealtad institucional les preocupa bien poco, a diferencia de lo que hace la oposición en todos los países de nuestro entorno. Lo único que les importa es derrocar al Gobierno legítimo, con las artimañas que hagan falta, sin escrúpulos. Ya tienen la libertad que querían y pueden adoptar las medidas

que deseen. Pero eso les importa poco, porque su grado de mezquindad política ya ha llevado a Pablo Casado a culpar por anticipado al presidente del Gobierno si se produjera una cuarta ola. Su demagogia no conoce límites.

Para las y los socialistas la libertad se consolida en el BOE, gobernando: ingreso mínimo vital, subida del salario mínimo interprofesional, subida de las pensiones, subida del sueldo de los funcionarios, decreto de igualdad para mejorar el permiso de paternidad y maternidad, subsidio para los mayores de 52 años, recuperación de la sanidad universal, regulación de la eutanasia, ley de cambio climático, ley de infancia y adolescencia, Ertes....

Y acabo con un mensaje que circula estos días en las redes sociales: “Cuando casi dos millones de madrileños y madrileñas respaldan con su voto el saqueo de la sanidad y la educación pública o una política de vivienda consistente en engordar a los fondos buitre; cuando esos votantes no se rebelan contra quienes dejaron morir a miles de ancianos en soledad, privándoles de ser tratados en hospitales; y no se indignan cuando se señala con una diana a menores desprotegidos, haciéndoles balance de odio y el desprecio racista; cuando tomar cañas en pandemia es la máxima expresión de la libertad...., entonces es que hay una enfermedad mucho más letal que el Covid, y Madrid es el epicentro de la infección”.

Ah, y para los desmemoriados: hace escasamente unos meses el PP obtuvo 3 de los 135 escaños en el Parlament de Cataluña y fue el octavo partido en votos. Nadie dio por acabado a Pablo Casado ni a la derecha. Y por recordar: el PSC ganó aquellas elecciones. Cuidadín, que a alguno se le pueden volver a atragantar los huesos de aceitunas.

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