Oposición contrafáctica
¿Y si hubiera ocurrido otra cosa? A la derecha española le hubiera gustado. Hasta el extremo de que su discurso de oposición se basa en una fantasía contrafáctica que nada tiene que ver con la realidad. Los datos del mercado laboral en 2021, con el mayor descenso del paro desde 2005 y la creación de 840.700 puestos de trabajo, están lejos del desastre que Pablo Casado, sus mentores ideológicos y sus mariachis mediáticos profetizaban.
Por eso resulta tan estridente su reacción, con argumentos que retuercen las cifras y las estadísticas para criticar lo que realmente no ha ocurrido. Aplicar la política de izquierdas de no dejar a nadie atrás en una crisis de la envergadura de la que ha generado la pandemia de la COVID-19 no ha conducido a la catástrofe, como el PP y la extrema derecha esperaban. Es más, la cobertura social, los expedientes de regulación temporal de empleo que han protegido los puestos de trabajo, la red de ayudas a los más vulnerables, con la ingente inyección de fondos públicos que implicaban, han salvado el tejido productivo y, lo que es más importante, han apuntalado una cohesión social que ya estaba maltrecha por los efectos de la denominada “austeridad”, los recortes en los servicios públicos, el rescate multimillonario de la banca (que todavía no se ha digerido, véase la Sareb) y la salvaje devaluación interna ejecutada en la gran recesión del periodo 2008-2013.
Con todos los matices necesarios, la política del Gobierno de izquierdas, ese que debía naufragar según las expectativas de los guardianes del dogma y los apóstoles de la reacción, ha amortiguado la brutal embestida de la crisis. Además de ver repuntar el empleo y la recaudación tributaria, la economía española ha acelerado su crecimiento, con un aumento del 5% del PIB en 2021 que hace prever, pese al impacto de la sexta ola de la pandemia, que se revertirá este año la caída del 10,8% sufrida en 2020 como consecuencia de lo más duro de la emergencia sanitaria mundial. Ahora, los fondos europeos (que la derecha trata de sabotear de la manera más vergonzosa) han de contribuir decisivamente a una recuperación que implica cambios de gran trascendencia en la economía y la sociedad, basados en nuevas prioridades orientadas a la lucha contra el cambio climático, la sostenibilidad y el refuerzo de la sanidad pública y de los cuidados.
Se trata de una buena noticia que sienta fatal a la estrategia de demolición de quienes apostaban por la hecatombe. Casado asegura que el Gobierno maquilla las estadísticas, que el descenso del paro se debe al empleo público y no al sector privado (cuando este ha vuelto prácticamente a los niveles de 2019) y que la Encuesta de Población Activa no refleja (como no lo hacía antes) a los empleados todavía acogidos a algún ERTE, los autónomos en cese de actividad y las personas que han dejado de buscar trabajo. El hecho, sin embargo, es que el mercado laboral ha superado los 20 millones de ocupados y que el paro ha bajado hasta el 13,3%, la menor cota en casi una década y media.
No hay lugar, sin duda, para el triunfalismo, entre otras cosas porque una cuarta parte del empleo es temporal, el gran defecto del mercado de trabajo en España al que pretende hacer frente la reforma laboral pactada por la vicepresidenta Yolanda Díaz con las dos principales centrales sindicales y las organizaciones empresariales, pendiente de que los socios parlamentarios del Gobierno dejen de especular con lo que podría haber sido y la apoyen en el Congreso. Pero es una buena base para perseverar en políticas reformistas y redistributivas, basadas en el convencimiento de que la lucha contra la desigualdad y la pobreza no es solo algo socialmente deseable sino la mejor forma de conseguir la recuperación económica.
De eso se habló hace unos días en la Universitat de València, donde se presentó el libro de Adrián Todolí Los efectos positivos de los derechos laborales en la economía. “Se ha aumentado el salario mínimo y eso no ha creado desempleo, en otros países también lo han acreditado”, enfatizó este profesor de Derecho del Trabajo que aboga por modernizar el discurso y borrar del imaginario colectivo esa idea sacralizada por la doctrina neoliberal de que la única vía de crecimiento económico consiste en la desregulación y los bajos salarios.
Thomas Piketty lo ha analizado a fondo en sus influyentes ensayos, como su último libro Breve historia de la igualdad. En su opinión, esta crisis puede suponer una oportunidad si se recupera la idea de que históricamente “la verdadera fuente de prosperidad económica es el movimiento hacia la consecución de más igualdad, tanto política, como social y económica”. El reto consiste en mejorar las instituciones de la política y de la sociedad y en abandonar la mentalidad fatalista de que el capitalismo nunca cambiará.
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