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Campaña en tiempo de pactos: así trabajan los partidos del Botánico para diferenciarse de los socios de gobierno

El candidato del PSPV y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en un acto de campaña.

Laura Martínez

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Las campañas electorales son un extraño momento en el que los mensajes se magnifican, los políticos sobreactúan y cualquier espacio, físico o digital, se convierte en un escaparate electoral. En este marco hiperbólico en el que los partidos se esfuerzan por diferenciarse, tratando de ser la mejor opción para el ciudadano, las distancias entre bloques ideológicos se acentúan. Aparecen los choques clásicos entre conservadores y progresistas, socialdemócratas o neoliberales. En los últimos años, en los que la pluralidad política, los pactos electorales y los gobiernos de coalición se han impuesto por mandato ciudadano, se ha dado una novedad: ¿Cómo se distingue uno de su socio de coalición?

La Comunitat Valenciana vive sus segundos comicios en los que los socios del actual Gobierno progresista acuden a las urnas. El Gobierno del Pacto del Botánico es uno, han insistido siempre sus miembros, pese a que se conforma de un partido y dos coaliciones. PSPV, Compromís y Unides Podem-Esquerra Unida llevan gobernando juntos ocho años -en el caso de los morados, solo la última legislatura, aunque firmaron el pacto de Gobierno en 2015- y, por segunda vez desde que caminan unidos, acuden a las elecciones por separado, con vocación de volver a unirse después en un proyecto de gobierno.

Juntos pero no revueltos, los tres partidos concurren a la cita siguiendo su guion, según considera Alejandro Comes, politólogo y responsable de la agencia de comunicación La Base. El PSPV, partido mayoritario y que encabeza el Consell, intenta aprovechar la figura de Ximo Puig al máximo. No en vano, su lema es 'El president', y el rostro de su dirigente el centro de su imagen; aporta sensatez, confianza, promociona la idea de un líder dialogante que lleva años trabajando. Es moderación frente al ruido. Los socialistas abogan por un perfil “presidencialista, modesto, humilde, que plantea propuestas de futuro, muy en la línea de estos ocho años”, apunta el politólogo. Al dirigente valenciano no se le ha escuchado una mala palabra sobre sus socios de Gobierno, pese a que en sus intervenciones y en las entrevistas apunta su intención de ensanchar su base electoral y gobernar dependiendo menos de sus socios. Su mantra es gestión, gestión, gestión.

En Compromís, que ya pertenece a un espacio político escorado hacia la izquierda verde, la imagen es más reivindicativa. Se centran en los que han sido hasta ahora sus temas clave, indica Comes. Para muestra, la lona desplegada en la Estació del Nord de València, que reclama mejoras en el servicio de cercanías. Los valencianistas buscan diferenciarse de sus socios de Gobierno sin tirar piedras sobre su propio tejado, sacando rédito de su gestión, subrayando los logros de las conselleries, aunque apuntando a mejoras en aquello que no gestionan: sanidad y vivienda, que han sido competencias del PSPV y Unides Podem. El mensaje es claro: lo han hecho bien y quieren hacer más.

Como “fuerza de estricta obediencia valenciana”, prefieren no ir de la mano con fuerzas estatales, es una de sus claves políticas. Sobre sus socios mayoritarios, con quienes han mantenido fuertes choques en el Ejecutivo, en esta campaña parecen restarle valor. Su candidato, Joan Baldoví, viene del Congreso de los Diputados, lo que para la coalición le legitima para ser más vehemente con la gestión del Botànic, pero se limita a reclamarle a Ximo Puig ese mismo ímpetu con el Gobierno central, en temas como la financiación o el trasvase. El adversario está fuera, sostienen en numerosas intervenciones públicas. “Mis adversarios son el PP, Vox y las políticas que representan, nunca el PSPV o Unides Podem”, respondía Joan Baldoví, preguntado esta vez por las críticas de Unides Podem hacia él y su partido.

La coalición formada por Unides Podem y Esquerra Unida, el socio minoritario del Gobierno valenciano, sí ha elevado el tono del discurso, especialmente en la parte que a Podemos compete. Sus dirigentes llevan semanas criticando directamente a sus compañeros de gobierno, con el foco puesto en Ximo Puig y Joan Baldoví, a raíz de polémicas en torno a la Ley de Vivienda o la propuesta de supermercados públicos de Podemos. A ello se ha sumado el desembarco de representantes del Gobierno central, que avivan el fuego. En la última semana, en dos actos celebrados en València, las ministras Ione Belarra e Irene Montero tacharon a los socialistas y a Compromís de ser partidos “de centro” y no querer un Gobierno de coalición; una cuestión difícil de encajar teniendo en cuenta que en el Ayuntamiento de València Podemos no forma parte del acuerdo porque no tiene representación y en el primer gobierno del Botánico fue la formación morada quien decidió quedarse fuera. “A mi no se me olvida que Joan Baldoví defendió un Gobierno del PSOE con Ciudadanos y del PSOE en solitario”, apuntó Montero en otro acto en la ciudad.

En opinión de Comes, estos mensajes van en la línea de sus clásicos movilizadores, pero los morados no terminan de lanzar propuestas concretas ni mantienen una línea estratégica clara. Es, a su juicio, una de las campañas más difusas. El mensaje que defiende la coalición es el de ensanchar la base electoral “por la izquierda”. En una entrevista con elDiario.es, el candidato a la Generalitat, Héctor Illueca, apuntaba: “Creo que las próximas elecciones solo se pueden ganar por la izquierda, movilizando a sectores escépticos y desencantados como nuestros jóvenes, que encadenan una crisis tras otra y necesitan volver a creer en la promesa de la política, que diría Hannah Arendt. La única fuerza política que puede movilizar a los sectores desencantados se llama Unidas Podemos”. Vicepresidente segundo y conseller de Vivienda del Gobierno valenciano, focaliza sus intervenciones en la gestión realizada y apunta que, de tener más fuerza, podrían arrancar políticas más transformadoras.

Los actores políticos parecen haber comprendido cuál es su espacio en el Parlamento autonómico, dirigiendo sus mensajes a distintos sectores, desde una política más moderada de los socialistas hasta el tono agitador de Unides Podem. El analista considera que este tono puede deberse a que la coalición ha estado algo desdibujada en la última legislatura -es el socio minoritario- y busca posicionarse claramente en el tablero, en un contexto en el que algunas encuestas lo han situado cerca del listón electoral (el 5% del voto), lo que hace peligrar su presencia parlamentaria. “Es una estrategia que les puede servir para movilizar”, apunta Comes, que cree que quizá “el hecho de ser tan críticos con sus socios de gobierno no les perjudica para poder captar a otro tipo de votante”.

Preguntado por la movilización del votante socialista, que parece poco elevada según las encuestas, el politólogo considera que “hay una bolsa relativamente importante de voto oculto que el PSPV, o mejor dicho Ximo Puig, va a tener el domingo que viene. Fundamentalmente personas que ahora son abstencionistas en las encuestas y que se van a decantar por Ximo Puig por ‘conservadurismo’ en el comportamiento”, que optan por lo conocido. “La estrategia que está siguiendo el PSPV es una estrategia presidencialista donde el papel del líder es protagonista en todo lo que se hace. Aquí lo que se pretende es que la única opción con perfil institucional sea la suya, lo que para muchas personas es clave a la hora de decidir”, señala Comes.

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