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La 'vía valenciana' sufre una sacudida: Mónica Oltra reclama a Ximo Puig que respete la cogobernanza con sus socios de coalición

Ximo Puig y Mónica Oltra durante un pleno de las Corts Valencianes

Laura Martínez

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El experimento valenciano de un gobierno de coalición, integrado por tres fuerzas políticas, no pasa por su mejor momento. La alianza conocida como el Pacto del Botánico, reeditada entre PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem-Esquerra Unida, fuerza que pasó de prestar apoyo parlamentario a integrarse en el Gobierno en esta segunda legislatura, lleva meses acumulando una tensión que ha sacudido estos últimos días la “vía valenciana” que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, elogió como modelo la semana pasada.

La vicepresidenta y líder de Compromís se ha manifestado abiertamente disconforme con la actitud del presidente y de su partido en el Ejecutivo de coalición. Mónica Oltra expresaba en la televisión pública valenciana À Punt este martes que hace tiempo que no conversa con Ximo Puig y reivindicaba más diálogo. “Más que una pugna, el fondo es la reivindicación de una cultura del diálogo, que además es una seña de identidad del Botànic”, señaló. Cuando se gobierna en coalición “se debe escuchar a todas las partes”, añadió. “Lo que hay en el fondo es una necesidad de escucharnos y de dialogar, una cuestión de cultura democrática”. Una entrevista a la que desde presidencia de la Generalitat Valenciana tratan de quitar importancia. “Es su opinión”, señalan desde el Palau, donde aseguran estar centrados al cien por cien en la gestión inmediata de la pandemia.

Oltra se había manifestado en términos parecidos el viernes en otro programa de la misma cadena pública, en el que afirmó que la relación con los socialistas es mejorable, unas declaraciones que ya anticipó en la rueda de prensa posterior al pleno del Consell esa misma mañana, preguntada por un conflicto con las cuentas públicas que la enfrentó al conseller de Hacienda, el socialista Vicent Soler. En esa sala, donde comparece como portavoz del Gobierno, la vicepresidenta expresó abiertamente sus discrepancias sobre las medidas adoptadas contra el coronavirus, que habían anunciado el president Ximo Puig y la consellera de Sanidad Universal y Salud Pública, Ana Barceló -también socialista-, a escasos metros y pocos minutos antes. Oltra reclama aumentar las restricciones y el cierre de la hostelería, a la que plantea compensar con ayudas, para evitar que la pandemia se vuelva a descontrolar. A su juicio, el cierre de bares hoy evita el confinamiento mañana. Y lamenta que no la escuchen.

Para comprender la sacudida hace falta retroceder en el tiempo. Siete días antes, en esa misma sala de prensa, se aprobó el proyecto de Presupuestos de la Generalitat Valenciana para 2021, un proceso tenso per se que en esta edición ha generado un nuevo conflicto. Es habitual en el Ejecutivo autonómico negociar departamento a departamento, apurar los procesos hasta el final y que los responsables de Hacienda no pasen por casa antes del pleno que da el visto bueno a la ley. Un día después de la presentación de las cuentas públicas, el equipo de Mónica Oltra detectó errores en las cifras presentadas de su conselleria. Ninguna de las partidas de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, que gestiona Oltra, de Compromís, coincidía con las acordadas durante la noche del jueves. Ese sábado, Hacienda, de titularidad socialista, se comprometió a enviar una corrección de errores a las Corts Valencianes para rectificar las partidas, pero el martes la Cámara autonómica no había recibido ningún documento. El equipo de la vicepresidenta reprochó una manipulación de las cuentas de su departamento y ella se negó a acudir al día siguiente, como estaba previsto, a la comisión de Economía y Hacienda a explicar unas partidas que ella no había aprobado.

El miércoles, en las Corts Valencianes, Compromís y los socialistas apuraban las explicaciones y calificaban el conflicto de “malentendido”, mientras Podemos pedía a sus socios que se aclararan y la oposición se frotaba las manos ante una corrección de errores que debía cambiar un capítulo completo del presupuesto. El malentendido en cuestión es que lo acordado de forma oral en el escalón intermedio del Ejecutivo no se trasladó al documento escrito y por el camino se perdieron 21 millones de euros destinados a la equiparación salarial del personal sociosanitario de las residencias con el de Sanidad. Un día después, el conseller de Hacienda, Vicent Soler, enviaba una corrección de 200 folios con las partidas aprobadas por la vicepresidenta, el compromiso de transferir esos 21 millones y una carta pública de disculpa, señalando un error de transcripción en el programa informático.

Otro retroceso temporal: la reedición del Ejecutivo del Botánico, en junio de 2019, ya se firmó con conversaciones pendientes. Los valencianistas no perdonan al president Puig que adelantara las elecciones autonómicas al 28 de abril para hacerlas coincidir con las generales y ligar su futuro político con el de Pedro Sánchez, una jugada que costó a Compromís la pérdida de dos diputados -y a Podemos 5, pese a sumar a Esquerra Unida- mientras que los socialistas ganaron 4. La decisión estuvo gestándose durante la segunda mitad de 2018, con rumores constantes acerca de lo que pasaba o no por los pensamientos del presidente Puig, que desquiciaba a sus socios. Tampoco olvidan que durante las negociaciones de la reestructuración del Gobierno autonómico, que debía abordar la entrada de Unides Podem, los negociadores del PSPV hicieran “pinza” con los morados para asegurar las ambiciones de estos últimos, como la vicepresidencia segunda. Ahora mismo, ven con cierto recelo que Puig dé protagonismo al líder valenciano de Ciudadanos, Toni Cantó, en la negociación de las cuentas públicas, una posición que le permite alardear de sacar compromisos al jefe del Ejecutivo a costa de Compromís y Unides Podem. Esta situación molesta especialmente a Podemos, que sin embargo trata de mantenerse al margen de la crisis desatada entre la coalición valencianista y los socialistas.

Puig, el barón socialista más relevante

El presidente de la Generalitat Valenciana se ha erigido como el barón del PSOE más importante. Gobierna la comunidad autónoma más poblada de las que están en manos de los socialistas y destaca en el resto del Estado como un buen gestor de la pandemia. El pasado jueves, Pedro Sánchez aseguraba envidiar la “vía valenciana”, caracterizada por “el acuerdo, la serenidad y las alianzas”, que ponía como ejemplo para hacer frente a la emergencia sanitaria. “Tengo algo de envidia”, bromeaba el presidente del Gobierno.

Puig ha conseguido que el presidente del Gobierno, a quien no apoyó en las primarias del PSOE, lo ponga de ejemplo de liderazgo autonómico, adopte su retórica de la cogestión y descentralización y acuda a Valencia a presentar proyectos como el plan de recuperación España Puede, del que dependerán los fondos europeos. Con los 400 proyectos que optan a financiación europea, las constantes reuniones con empresarios y el impulso de varios acuerdos durante la pandemia, el presidente tiene mejor imagen que nunca. Y eso, según sus socios de Gobierno, lo ha alejado de las bases que asentaron la coalición: diálogo y cogobernanza, un modelo que el presidente reivindica con perseverancia para el resto de España y defiende en las conferencias de presidentes. Una cogobernanza que Mónica Oltra le reclama en el seno del Pacto del Botánico.

El Gobierno valenciano siempre ha tenido diversidad de opiniones y las discrepancias, o se han resuelto, o se han apartado para no dañar al proyecto político, cuyo objetivo era sacar al PP de las instituciones para ofrecer a los ciudadanos una vida más justa. Por algo “gobernar para las personas” es el primer eje del acuerdo. Pero hace tiempo que a los dirigentes de las dos formaciones mayoritarias les cuesta actuar como un solo Gobierno, una de las claves del acuerdo que firmaron tras las elecciones de 2015. El Ejecutivo, primero bicolor y luego con la integración de Unides Podem, se sostiene sobre el mestizaje -intercalación de cargos de distintos partidos en todos los departamentos-, sobre un pacto de legislatura y sobre seminarios bianuales para revisar los objetivos. Es en este diálogo constante en el que radica su éxito y es la fórmula que algunos creen que está en peligro.

Con todo, los roces no han impedido sacar adelante el sexto proyecto de Presupuestos que presenta el Ejecutivo del Botánico, aprobar las leyes más sociales que ha tenido esta comunidad autónoma, reforzar la atención sanitaria que requiere la pandemia y dotar de medios a las escuelas para que los menores no se queden sin acudir a sus centros educativos, así como reforzar la protección social a colectivos vulnerables, recuperar la sanidad universal o avanzar en derechos. Sin embargo, la distancia con Puig que Oltra ha hecho pública pone en cuestión el fundamento sobre el que se ha apoyado esta fórmula de gobierno multipartidista: la solidez de la alianza entre ambos. La líder de Compromís espera sentarse “pronto” a hablar con el líder de los socialistas valencianos, como vicepresidenta y presidente respectivamente de un gobierno de coalición condenado a entenderse.

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