“Que los proclamen pronto a todos y volvamos a la realidad”
“Que los proclamen pronto, a todos, y volvamos a ocuparnos de la realidad” Tomo prestado para comenzar este artículo un tuit del periodista de la Ser Pedro Blanco que leí esta semana y con el que no puedo estar más de acuerdo. Y es que… ¡menuda semanita! Declaraciones presuntuosas en el Congreso sobre la abdicación, acto religioso sí, acto religioso no, desfile por las calles de Madrid, que si van las infantas o no van, que ya hay hora y día, escenificaciones de diputados en favor de la proclamación de la República,… Personalmente creo que la realidad es otra. Se me ocurren un montón de asuntos que abordar mucho más urgentes…
-¿Se sabe ya algo de los niños que no podrán hacer una comida decente al día este verano?
-¿Hay algún plan para los estafados por las preferentes y subordinadas?
-¿Qué pasa con los desahucios?
-¿Puede producirse el desabastecimiento en las farmacias de la Comunitat porque el Consell no paga?
- Y Blasco, ¿va a devolver todo lo que robó o con la fianza es bastante?
-¿Sigue Sanidad escatimando tratamientos a enfermos de cáncer?
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Personalmente, me importa bien poco si el Príncipe Felipe está más o menos preparado, si su mujer va a heredar las joyas de la Corona o si Urdangarín mandará un WhatsApp de felicitación a su cuñado, el nuevo Rey.
He de admitir que pertenezco al grupo de madres y padres que ha llevado a Eurodisney a su hijo. Allí el mundo va a otro ritmo, una música constante te acompaña durante toda la estancia, las casas son de colores más vivos, ratones gigantes te asaltan en el desayuno mientras Garfio te sorprende al doblar la esquina. Allí es habitual subirse en barco pirata o comer rodeado de princesas y tomar como postre galletas con forma de ratón… Pues bien, les aseguro que esta semana al escuchar los informativos de radio, ver la televisión o leer las portadas de los periódicos me he sentido más lejos de la realidad que cuando estuve en el mundo mágico de Disney en París.
Pero bueno, ahora empieza el Mundial y nos sumergimos en el Brasil de nuestros sueños, el de Pelé, el de los Carnavales o la Caipirinha ¿para qué acordarnos de los más de 200.000 desalojados para dotar de infraestructura al campeonato de fútbol?
Pues eso, que la realidad no espera.
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