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La cátedra Unesco contra el cambio climático desaconseja el sistema de reciclaje que impulsa la Generalitat

Fullana, Bala, Ayuso y Colomé, de la Universitat Pompeu Fabra, en la presentación de un informe sobre el SDDR en Valencia.

La cátedra UNESCO de Ciclo de Vida y Cambio Climático de la Pompeu Fabra, la mejor universidad de España, concluye que el SDDR que estudia implementar la Generalitat Valenciana es pernicioso social, econónomica y medioambientalmente.

El estudio sobre el sistema, que incentivaría el reciclaje de determinados envases gravando su compra y luego remunerando su posterior entrega, ha sido financiado por Ecoembes, Ecovidrio, la patronal de las grandes superfices, Anged, y otras organizaciones empresariales contrarias al SDDR, el Sistema de Depósito, Devolución y retorno.

El trabajo se ha hecho sobre los teóricos efectos de la vigencia del SDDR en España. Aborda, básicamente, tres ámbitos: económico, social y medioambiental. En todos, su aplicación, que debería convivir con el actual sistema -contenedores verde y amarillo, Scrap, en la jerga técnica- sería perjudicial.

El trabajo, dirigido por Pere Fullana, doctor Ingeniero Industrial, asegura que el SDDR empeora la situación actual en cinco de los seis parámetros medioambientales analizados: calentamiento global (20%), capa de ozono (19%), acidificación, eutrofizació, y smog  fotoquímico. Solo en el agotamiento de recursos el nuevo sistema aportaría beneficios, un 10% de mejora.

Los resultados surgen de diversos cálculos sobre el impacto de la construcción de las máquinas para canalizar el reciclado,  el embalaje necesario para su transporte -cajas o bolsas- y el transporte de los envases hasta las plantas. En resumen: el nuevo sistema sería menos eficiente y aumentaría las emisiones de CO2.

1.800 millones de coste; 100 euros más por familia

Económicamente, los resultados tampoco son mejores. Si se implantara el SDDR en España -de momento, nadie ha llegado tan lejos como la Comunidad Valenciana, donde ni siquiera la ley está en trámite- exigiría un coste adicional de 1.800 millones de euros. 100 por familia.

Siempre según el estudio, el etiquetado, la manipulación en el punto de venta y recogida, el transporte, la contabilización de los envases -para pagar su reciclaje a establecimientos involucrados- o el pre-tratamiento de los residuos conllevarían esos costes. El actual sistema, apuntan los investigadores, es mucho más barato.

Un ejemplo. Se necesitarían casi 40.000 máquinas para gestionar la devolución automática (máquinas RVM, Reverse Vending Machine) y 45 plantas de conteo para gestionar el SDDR. Su introducción, además, restaría eficiencia al scrap: trataría menos residuos pero no sería capaz de reducir sus costes por la existencia de infraestructuras inadaptables al nuevo volumen.

Huella Social: Exige más tiempo, quita espacio

Los ciudadanos deberían dedicar el 50% más de espacio al reciclaje con el SDDR, que requería de un recipiente para los envases, cuya devolución -y cobro- está sujeto a su buen estado. Además, su gestión requiere seis veces más tiempo. No basta, como ahora, con ir al contenedor de la calle, sino que hay que desplazarse a un punto de venta y recogida. El SDDR si mejoraría -uno de las pocas ventajas- la presencia de envases abandonados en espacios públicos o naturales. El littering se reduciría, apunta el estudio.

Además de Fullana, el informe es responsabilidad de las doctoras Bala, Colomé y Ayuso. Los cuatro lo han presentado este miércoles en Valencia, la vanguardia de la batalla entre los defensores -parte del gobierno valenciano y varias organizaciones ecologistas- del SDDR y sus detractores, los gestores del actual sistema -Ecoembes y Ecovidrio-, casi todas las patronales implicadas en la cadena de negocio afectada  e incluso algún sindicato.

Mercadona y  Consum, los dos gigantes valencianos de la distribución, se oponen frontalmente al proyecto. Y El Estudio de sostenibilidad sobre la introducción de un SDDR obligatorio para envases de bebidas: análisis ambiental, social y económico comparativo con la situación actual les da munición.

Según sus autores, ha necesitado de un año de trabajo, ha contado con el seguimiento de 30 organizaciones implicadas en el sector y ha sido revisado por expertos de varias universidades, entre ellas, la Técnica de Dinamarca.  Escandinavia es de las pocas regiones del mundo donde el sistema está generalizado. Fullana no ha querido revelar su coste, aunque asegura que, con el informe íntegro, la información se hará pública.

El estudio no ha calculado los efectos sobre el empleo del nuevo sistema. Se ha basado en la hipótesis -optimista, según los autores- de que el SDDR manejaría el 90% de los envases susceptibles de ser reciclados por esta vía. A saber: aguas, refrescos,zumos, cervezas, vinos, cavas y licores, de varios materiales -PET, aluminio, vidrio y otros- y con un coste de depósito por envase de 10 céntimos.

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