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Deslealtad lingüística

El jefe del Consell Carlos Mazón reunido con la presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, Verònica Cantó.

Adolf Beltran

21 de septiembre de 2023 23:01 h

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Intromisiones del PP y Vox en temas de lengua

El Consell más castellanohablante de la historia intenta manipular el valenciano

El bipartito del PP y Vox que preside Carlos Mazón es el más castellanohablante de la historia, hasta el extremo de que el titular de Educación dice que no habla en valenciano porque es de Alicante. Se trata de un defecto específico de este Consell, que no afecta al conjunto del PP autonómico, ya que solo hay que escuchar a sus tres presidentes de diputaciones, todos valencianohablantes. En el caso de Vox, es una cuestión ideológica en un partido que acabaría si pudiese con las autonomías. El que preside Mazón, pues, es un gobierno que no habla valenciano pero que intenta, desde que se estrenó, manipular la lengua propia del país atacando primero a la Acadèmia Valenciana de la Llengua, para retroceder después en esa actitud inicial, pero seguir poniendo en duda los criterios lingüísticos de una institución estatutaria cuya función normativa debe estar al margen de consideraciones políticas.

¿Qué pensaríamos si el presidente del Gobierno Pedro Sánchez se reuniera con el presidente de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), Santiago Muñoz Machado, para presionarlo a hacer cambios en la normativa, no se sabe si gramatical o léxica, porque su rigor “no se compara con lo que vemos en las calles todos los días, con lo que se habla en las casas y en la huerta”, que es precisamente lo que hizo Mazón con la presidenta de la 'RAE valenciana', es decir, la AVL, Verònica Cantó, en su reunión en el Palau?

Mazón y su Consell alientan viejas y superadas discusiones lingüísticas para entrometerse en un terreno en el que hace años, gracias al pacto que impulsó Eduardo Zaplana con los socialistas (también entre bambalinas con Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de Catalunya en aquel momento, y con el valencianismo organizado), se culminó, ya en la etapa de Francisco Camps como presidente de la Generalitat Valenciana, la creación de la AVL y su posterior inclusión como institución de rango estatutario. Sergi Castillo ha contado todo el proceso en un libro titulado 'Operació AVL, el pacte lingüístic dels valencians'

Pese a ello, Mazón y su conseller amagan con modificar un modelo de uso del valenciano en la Administración autonómica que el PP mantuvo en sus años al frente de la Generalitat y que el Gobierno del Pacto del Botánico no modificó, dando así constancia de una normalidad en el estándar escrito muy necesaria. Es inevitable recordar que algún predecesor de Mazón intentó inmiscuirse en la tarea de la Acadèmia. El consejero de Educación de Camps, Alejandro Font de Mora, irrumpió en diciembre de 2004 en una reunión de la institución normativa para impedir que aprobara la consideración del valenciano como una de las formas de denominar la lengua catalana. Una pretensión que finalmente fracasó porque la definición de valenciano acabó estableciendo lo que sabe todo el mundo académico y universitario: que se trata de una “llengua romànica parlada a la Comunitat Valenciana, així com a Catalunya, les Illes Balears, el departament francés dels Pirineus Orientals, el Principat d'Andorra, la franja oriental d'Aragó i la ciutat sarda de l'Alguer, llocs on rep el nom de català”.

Ese secesionismo superado late en el fondo de las actitudes del actual bipartito del PP y Vox, como revelan el empeño de Mazón, en una identificación abusiva de la cultura con la política, al denostar los “Países Catalanes” (un concepto que, por más que tengan todo el derecho del mundo a sostenerlo quienes lo hagan, no forma parte del programa de ninguna fuerza significativa en el escenario local), y de su vicepresidente de extrema derecha, Vicente Barrera, que para más inri es conseller de Cultura y que en su primera comparecencia en las Corts Valencianes afirmó que se ha propuesto como objetivo “combatir el pancatalanismo”.

No se sabe muy bien qué engloban esas etiquetas anticatalanistas. Si el hecho de sostener, como la Acadèmia, que el valenciano es catalán, entra dentro del anatema; si lo hace cualquier escritor que publica libros o artículos en Catalunya o cualquier editor valenciano que publica autores catalanes; o si en el saco cae cualquier activista, asociación o movimiento que promueve el uso del valenciano. Puede que, al final, resulten sospechosos en su conjunto todos los intelectuales, escritores, académicos, profesores, músicos, periodistas, profesionales y ciudadanos, usuarios leales del valenciano en su actividad cotidiana, que dan a la lengua propia, gracias entre otras cosas a una alfabetización masiva que solo ha sido posible en democracia, una dignidad de la que carecía cuando Constantí Llombart, a finales del siglo XIX, la calificó como “la morta-viva”.

En el contexto de las obsesiones de un Gobierno autonómico tan ideologizado, la alcaldesa de València, María José Catalá, del PP, ha puesto su granito de arena, al promover, en su decisión de volver a la denominación bilingüe de la ciudad, la ocurrencia de que el topónimo lleve una tilde cerrada y no abierta, como es de uso habitual (y normativo) por parte de esos “usuarios leales del valenciano” a los que nos referíamos antes. Catalá (no hagan broma con el apellido, por si el alma inquisitorial de Barrera se excita) pretende gobernar València en minoría, pero se ve obligada a hacer de vez en cuando concesiones a su “socio preferente”, que no es otro que Vox. El problema para esa iniciativa, y la suerte para la alcaldesa, es que el cambio de topónimo requiere el informe previo de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, que la salvará de protagonizar otra cuña arbitraria generada desde la política contra la normalidad de la lengua de los valencianos.

Les informacions sobre l'activitat política, aíxí com col·laboracions de caràcter cultural i articles d'opinió, es publiquen també en l'edició en valencià d'elDiario.es. La pots llegir ací.

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