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El PP valenciano lleva décadas soñando con 'abrir' la capital al mar. Una conexión del centro con la fachada marítima a través de una gran avenida. Fue uno de los proyectos faraónicos de la exalcaldesa Rita Barberá, uno de sus iconos, que se topó con la oposición del Cabanyal y la articulación de movimientos ciudadanos. En esa expansión, en plena eclosión del circuito urbano de Fórmula 1, se proyectaba también el PAI de El Grau, la creación de un nuevo barrio que abriría el último tramo de la Alameda y la Avenida de Francia. Los recortes y la falta de presupuesto lastraron los sueños de los populares, que perderían las siguientes elecciones.
Tras el paréntesis de dos mandatos de izquierdas, donde Compromís y PSPV trataron de modificar el proyecto, el PP de María José Catalá vuelve a enarbolar esta bandera. La alianza de las izquierdas abogó por la renaturalización del circuito urbano de Fórmula 1, unos 2.000 metros cuadrados más de zonas verdes y 35.000 metros más de espacios peatonales. El proyecto no llegó a desarrollarse y el Ejecutivo entrante, del PP con apoyo de Vox, dejó caducar la evaluación ambiental para retomar el modelo de 2010. El PAI del Grau es un proyecto en eterna discusión, con disputa sobre las torres, la cantidad de vivienda y las zonas verdes.
Donde había un circuito de Fórmula 1 ahora hay chabolas y una pista para carreras ilegales. En una década -las obras de urbanización- no arrancarán hasta dentro de dos años-, habrá unas 3.200 viviendas nuevas -700 de ellas sociales-, de entre 20 y 40 alturas, oficinas, una gran torre de 42 metros, un gran parque que duplicará los viveros y hasta se han prometido canales navegables. El planeamiento urbanístico, privatizado en el primer año de gobierno de Maria José Catalá y desarrollado por Atitlan, cambiará el delta verde por una macrorotonda y eliminará 100 viviendas sociales respecto a lo previsto por el anterior equipo, liderado por Joan Ribó, según ha denunciado la oposición. El proyecto de la entonces edil de urbanismo, la socialista Sandra Gómez, preveía 700 viviendas públicas, mientras que el actual deja 534 de protección pública (VPP) y 250 de residencial dotacional. Las viviendas apenas ocupan un 14% del espacio de todo el PAI y solo serán protegidas una cuarta parte, pese a la emergencia habitacional de la ciudad.
El PAI dispondrá de dos depósitos de tormentas 6.000 metros cúbicos que servirá para prevención de inundaciones y para hacer sostenible el riego con uso de pozos y reserva 45.000 metros cuadrados para dotación pública para servicios municipales. La futura urbanización, destaca el consistorio, dispondrá de más de 3 kilómetros de carril bici y 430 alcorques en sus calles.
La secretaria general del PSPV de València, Pilar Bernabé, criticó que el PAI tiene “otra cosa marca de la casa” de Catalá y ha censurado así que se haya optado por “quitar zonas verdes y darle espacio a los coches”. “Es otra oportunidad perdida de regenerar la ciudad, de hacer una ciudad más habitable”, señaló. Sobre el circuito urbano, que la izquierda preveía convertir en un camino “biosaludable”, se mantendrán los viales. El Ayuntamiento no ha concretado qué parte de la deuda de la Fórmula 1, unos 42 millones de euros, asumen los promotores y qué quedará para las arcas públicas.
En Compromís, la portavoz Papi Robles censuró que “Catalá prefiere contentar las constructoras antes de que ampliar el parque público de vivienda. Es una fórmula que ya hemos visto que quiere aplicar en Benimaclet y que ahora vuelve a poner sobre la mesa en el Grau”. La coalición insistió en que con el proyecto “los intereses generales de la ciudad y la ciudadanía quedan supeditados a las grandes constructoras, que, al fin y al cabo, son los que diseñan el futuro de la ciudad. Catalá tenía una oportunidad de oro de incrementar la vivienda de protección pública en el Grado, pero se conforma con un número demasiado corto”, concluyó la portavoz.