Los diez mandamientos básicos para desintoxicarnos del empacho navideño

Foto: Pixabay

Jordi Sabaté

La comilona nocturna de Nochebuena y el remate del ágape de Navidad es la culminación de un proceso de abuso gastronómico que se inaugura con las cenas de empresa y los vermús corporativos pre-navideños. El resultado es una saturación no solo calórica sino también de lipídica y glucémica, así como alcohólica. De esta suerte tanto el hígado como la vesícula biliar y el páncreas son las víctimas de tanto pavo, marisco, escudella, canelones, turrones o lo que sea que escojamos en la variada tradición nacional gastronómica navideña.

Si para rematar la jugada somos baleares o catalanes, estiramos la orgía digestiva hasta el 26, día de San Esteban que en el Estado solo se celebra en estas dos comunidades. El resultado es un sistema intestinal y metabólico alterado y forzado que nos mantendrá estresados, con un sueño inquieto y de mala calidad y con una sensación empacho que corremos el peligro de aumentar, todos los españoles, el 31 de diciembre, de nuevo atracándonos de alcohol y grasas.

Este artículo estipula la tabla de los diez mandamientos para desintoxicarnos del empacho navideño y así poder aterrizar frescos como rosas en las campanadas de fin de año. No se trata de hacer dietas detox ni incurrir en aberraciones dietéticas, sino de tirar de sentido común y recuperar las costumbres dietéticas que tenemos el resto del año.

1. Corta de raíz con el alcohol hasta el 31

Anula el alcohol, elimínalo de tu existencia diaria hasta fin de año. Aparta los carajillos, abjura de los pacharanes, muestra una cruz exorcizadora ante el licor de orujo gallego después de comer. Y no te creas que las cañitas al salir del trabajo son un pecado venial y tolerable, ni mucho menos los cubatas o los whisky-colas. Bebe mucha agua en las comidas para saciar y si se nos hace muy duro, provemos a servirnos copazos de infusiones o cerveza 0,0.

2. Cero azúcar en tu dieta

No eches la culpa solo a los turrones y los mazapanes de que tu páncreas se vea forzado a fabricar insulina a destajo para poder capturar la glucosa que ha entrado a raudales en tu organismo. También las bebidas azucaradas han jugado un papel muy importante, así como la masa de la pasta con la que se hacen los canelones o los hojaldres. Y lo mismo sucede con las harinas refinadas del pan.

Por cierto que las copichuelas de moscatel, málaga virgen, oporto, pedro ximénez y otros vinos que seguramente hemos tomado y que contienen azúcar a mansalva, tampoco ayudan. Es hora de bajar drásticamente el nivel de glucosa en sangre y pasarnos a la sacarina en el café. Deja de comer turrones y mazapanes o cualquier otro dulce que pulule por la cocina.

3. Apuesta por los caldos ligeros

Si pretendemos desatascar un poco el tránsito digestivo podemos optar por vivir de calditos durante un día como mucho, ya que tienen efecto saciante, aportan nutrientes, son diuréticos y facilitan que nos vayamos vaciando. Ahora bien, buscaremos aquellos que sean bajos en grasas, sobre todo animales.

Para ello, tras hacer el caldo, lo dejaremos enfriar en el exterior para que la grasa suba y se quede sólida en lo alto. Después, con una cuchara la extraeremos fácilmente. Adicionalmente, tenemos que tener presente que este es un remedio a lo sumo para un día. Luego hay que volver a comer normal. Nada de dietas milagro.

4. Desayuna fruta entera

Probablemente nos encontremos tan empachados que deseemos cenar más bien poco por las noches. Ahora bien, este comportamiento tiene su reverso, ya que por la mañana nos levantaremos con hambre. No debemos calmarla con pan con mermelada, panetone o cualquier otra delicatessen ultracalórica. Mejor lanzarnos sobre piezas de fruta, con fibra, hidratantes y saciantes: manzanas, ciruelas o, si necesitamos energía, un plátano. Pasemos de los zumos, traen demasiado azúcar.

5. Abunda en las ensaladas pero con proteína

Si apuestas por las ensaladas como base, rebajarás sensiblemente el colesterol y el índice glucémico, pero no debes olvidar que en dieta debe figurar la proteína, ya sea vegetal en forma de legumbres o animal en forma de atún, queso fresco, pollo, etc.

6. Come legumbres

Son proteína vegetal de calidad además de fibra. Por otro lado tienen efecto saciante y aportan la cantidad necesaria de hidratos de carbono. La mejor manera es cocidas y después aderezadas con aceite y sal. No abuses en la cantidad, ya que algunas como los garbanzos o las alubias suelen ser indigestas.

7. Si desayunas pan, que sea integral y con aceite y sal

Si tienes la costumbre de tomar pan durante el desayuno, procura que sea integral, pues su aporte en fibra vegetal reducirá la entrada de azúcares y además alimentará a tu flora intestinal, que los médicos consideran un órgano más del cuerpo. Pero no lo acompañes de mantequilla sino de aceite de oliva, que te ayudará a bajar el colesterol de los dulces. Por supuesto mieles y mermeladas ni tocarlas.

8. Carne, solo blanca

Asegúrate de que la carne que comes sea lo más magra posible; es decir de pavo o pechuga de pollo, porque tienen un índice de grasa muy bajo además de no contar con tanta carga oxidante debido a la hemoglobina, con lo que dejaremos descansar el hígado.

9 . Pásate al pescado blanco a la plancha

A pesar de los beneficios de los ácidos grasos omega 3, el pescado azul es demasiado pesado e indigesto para superar el empacho navideño. Mejor nos regalamos un buen pescado blanco a la plancha, sin salsas.

10. Camina

El tiempo de paseo dependerá de cada persona, del frío que haga, la edad, etc. Pero es bueno salir a andar: así quemamos calorías y hacemos ejercicio moderado, a la par que el propio frío acelera el uso de las reservas grasas para generar calor.

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