Cómo limpiar los calamares de manera eficaz y los errores que no debes cometer antes de cocinarlos
A la romana, en salsa verde, o en su tinta, los calamares son un auténtico manjar. Aunque son una delicia, es posible que no te hayas atrevido a prepararlos casa. En principio, su limpieza puede parecer un proceso engorroso, y también existe el riesgo de que, después de tanto esfuerzo, queden duros e incomibles. Por suerte, solo necesitas saber unos cuantos trucos para poder limpiar los calamares con eficacia. Cocinarlos tampoco tiene ningún secreto, ya que solo tendrás que evitar una serie de errores muy comunes antes de ponerte manos a la obra. Te explicamos cómo retirar las vísceras, la tinta, la piel y la plumilla interior del calamar; y cómo dejarlos listos para preparar tus mejores recetas.
Cómo limpiar calamares de manera eficaz
Limpiar calamares puede parecer intimidante al principio, pero debes saber que se trata de un proceso sencillo, que solo requiere un poco de maña. Cuando termines deberías tener el calamar sin piel, limpio por dentro y por fuera. Del calamar se aprovecha casi todo: si los compras enteros solo tendrás que descartar el pico y la pluma. El resto, sus patas, las aletas, la cabeza, y el cuerpo externo, son delicias por méritos propios.
Para limpiar los calamares de forma eficaz, solo debes seguir estos pasos:
- Separa la cabeza y los tentáculos del cuerpo del calamar. Para ello, solo tendrás que tirar de los tentáculos con suavidad, sujetando el cuerpo del calamar. Notarás como vence eventualmente y se desprende con facilidad. Recomendamos que hagas este proceso con las manos limpias, con las que tendrás más destreza que si intentas hacerlo a cuchillo. Si lo prefieres, puedes utilizar guantes desechables. Es muy importante que preserves la integridad de la bolsa de tinta en este paso.
- Con ayuda de un cuchillo, separa los ojos del calamar de los tentáculos.
- En cuanto a las tripas, deberás separarlas con cuidado de la bolsa de tinta de calamar. Si no vas a usarla para este cocinado, puedes congelar la tinta y aprovecharla más tarde para unos calamares en su tinta o un delicioso arroz negro.
- En la base de unión de todos los tentáculos encontrarás el pico o boca del calamar. Retíralo cortando la circunferencia que le rodea.
- Es el momento de retirarle la piel al calamar. Verás que es muy fina y que se desprende con facilidad, por lo que podrás retirarla con la mano. Si se resiste, utiliza un papel de cocina.
- Ahora que el calamar está bien limpio por fuera, puedes limpiarlo por dentro. Para ello, deberás retirar la pluma, una vaina transparente en el interior del calamar.
- Después, dale la vuelta al cuerpo del calamar, como si fuera un calcetín, con cuidado de que no se rompa. Después, enjuágalo debajo del grifo.
- Vuelve a darla la vuelta y retira la parte dura que hay junto a las aletas, que podrás distinguir al tacto.
Una vez esté limpio, puedes dejar el calamar entero, perfecto para consumir a la plancha, en guisos o relleno. Otra opción es dejarlo cortado en anillas, listo para prepararlo a la romana o en salsa verde, o para incorporarlo en un arroz o fideuá.
Debes tener en cuenta que no a todas las partes del calamar se les puede dar el mismo uso. Sin duda el cuerpo externo y la aleta son la parte más versátil, ya que por ser más tiernas son perfectas para arroces, rebozados o guisos. Por su parte, las patas son idóneas para saltear.
Errores comunes antes del cocinado
Contrario a lo que pueda parecer, la mayoría de errores que arruinan un buen calamar se producen antes incluso de que lo metas en la olla, la plancha o la sartén. Una vez te pongas en manos de tu pescadero de confianza, es importante que evites una serie de errores que pueden estropear todo su trabajo limpiando y cocinando tus calamares:
- No escoger bien los calamares: el primer error se suele cometer antes de que vuelvas con tus calamares a casa. Es importante que elijas aquellos que estén frescos, duros, con la piel entera y brillante.
- No confundir pota con calamar: aunque puede ser tentador comprar pota por su precio más económico, te aconsejamos que te decantes siempre por el calamar. A la hora de freír, la pota es demasiado dura, y puede ser un reto para cocineros inexpertos.
- Frescos, mejor que congelados: si los compras congelados, es posible que pierdan sabor y que sean blandos de más, adoptando una consistencia chiclosa. Si los calamares congelados son tu única opción, trata de descongelarlos de forma progresiva, pasando por la nevera. De esta forma, la carne del calamar sufrirá menos deterioro.
- Errores en la limpieza: es vital que, como hemos comentado, retires la franja del calamar que rodea las aletas. Se trata de una sección dura, que dejará una mala sensación en boca. También es vital que lo laves muy bien bajo el grifo, de lo contrario puede quedar una arenilla muy desagradable.
- Rodajas demasiado grandes: si cortas el cuerpo del calamar en rodajas, presta atención a su grosor. Asegúrate de que no exceda los dos o tres centímetros, de lo contrario afectará al cocinado. El tamaño del calamar que compres también influirá en el tamaño de las rodajas. Si es demasiado grande los anillos tendrán un tamaño excesivo. Por el contrario, el calamar es muy pequeño, puede ser difícil de freír. Una excepción de esto es el calamar patagónico, de tamaño reducido en comparación con otras especies de calamar, y perfecto para preparar con un rebozado ligero.
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