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Elegir el colchón de nuestros sueños: ¿cuántos tipos hay y cuál me conviene?

Elegir el colchón de nuestros sueños

Jordi Sabaté

Elegir un colchón es una tarea más complicada de lo que parece. No solo porque en el mercado haya una oferta muy variada y con tecnologías muy diferentes, sino también porque cada persona tiene una forma especial de dormir que responde más a un perfil de colchón que a otro.

Además, las características anatómicas le exigirán, por ejemplo, mayor o menor firmeza, una adaptabilidad más pronunciada o una cierta resiliencia de la deformación provocada por el peso del cuerpo.

Un colchón para cada forma de dormir

  • Por ejemplo, las personas que duermen boca arriba necesitarán un colchón bastante firme, que les refuerce en la zona de la nuca y en la base de la columna, de modo que ésta no tienda a deformarse generando malas posturas.
  • En cambio, los que duermen de lado requerirán un colchón de firmeza media que, sin permitir que el cuerpo adopte malas posturas, se adapte a la estructura de las caderas y hombros.
  • Finalmente, aquellos que duerman boca abajo precisarán de un colchón más blando que no les genere riesgos de sufrir malos gestos en la zona del cuello o en la torsión media de la columna.

Por otro lado, deberemos distinguir entre las personas que se mueven mucho y las que se mueven poco mientras duermen:

  • Las personas que tienden a moverse mucho, dándose la vuelta una y otra vez, precisarán de un colchón de una relativa firmeza pero no excesiva, ya que al voltearse pueden provocarse malos gestos si el colchón es muy duro. También precisarán de adaptabilidad en el relleno, ya que el colchón debe amoldarse a las distintas posiciones que va tomando el cuerpo en su rotación.
  • En cambio, las personas que se mueven poco pueden optar por colchones firmes, siempre según su posición de sueño, así como por materiales menos adaptables, que reaccionen rápidamente, volviendo tras la presión del cuerpo a su posición original.

Finalmente, debemos reflexionar sobre si sudamos mucho o no cuando dormimos. Las personas con alta transpiración precisarán de materiales capaces de absorber el sudor generado para luego evaporarla, con el fin de evitar acumulación de humedad en el colchón.

¿Qué tipos de colchones existen y cuál se adapta mejor a cada tipo de sueño?

1. Colchones de muelles

Aunque puedan sonar antiguos, los colchones de muelles tienen un amplio desarrollo tecnológico que no los hace desmerecer frente a otras tecnologías y materiales. En general, se caracterizan por un rápido retorno a su posición inicial, aunque la firmeza puede variar según el método. Hay tres tipos principales de colchones de muelles:

  • los de hilo continuo.
  • los de muelles embolsados.
  • los bicónicos.

Respecto al precio, los de hilo continuo suelen ser los más asequibles -300 euros-, seguidos de los bicónicos y los embolsados, que pueden alcanzar los 600 euros. Respecto a la aireación, los colchones de muelles son altamente transpirables y no absorben la humedad, por lo que son indicados para personas que suden.

Los de hilo continuo forman un entramado único de muelles que mantienen la estructura como una férula. Son recomendables para personas que duerman solas porque son firmes sin llegar a ser rígidos, pero no tanto para camas de matrimonio.

En caso de dormir en cama de matrimonio pueden resultar más acertados los colchones de muelles ensacados, ya que cada muelle es independiente y mantiene la firmeza sin afectar al conjunto ,y sin que la presión en otra zona del colchón los condicione.

Finalmente, los bicónicos son un punto medio entre los dos sistemas antes citados, con muelles individuales de doble cono, pero ligados en una sola estructura.

2. Colchones de espuma y viscolástica

Los colchones de espuma son quizás la gama más asequible de todas, ya que se basan en espumas de poliuretano expandido, con burbujas internas de aire, que tienen relativamente poca firmeza y conservan poco la forma tras la presión.

En ellos lo que cuenta es la densidad, de modo que a mayor densidad más consistencia pero también mayor peso y precio, cuyo valor medio puede estar en unos 70 euros por un colchón de cama doble de gomaespuma, mientras que los de alta densidad rondan los 200 euros.

Son poco transpirables, pueden acumular ácaros con facilidad y en general solo se recomiendan para camas donde se duerma muy de cuando en cuando. Ahora bien, conviene distinguirlos de otros de mayor calidad, cuyo precio puede dispararse, nos referimos a las espumas viscosas.

Dentro de este último apartado podemos incluir los colchones de viscolástica, que son una categoría bastante superior en la que el poliuretano es sustituido por otra espuma de mayor calidad, con más firmeza y a la vez adaptabilidad, de modo que el colchón no tiene tendencia a retornar inmediatamente a su posición original.

Son bastante más caros, ya que puede alcanzar los 800 euros, pero pueden ser perfectos para personas que tengan que pasar mucho tiempo encamadas.

3. Colchones de látex

Los colchones de látex se componen de capas de esta sustancia lechosa y gomosa extraída del árbol del caucho, o bien de un látex elaborado sintéticamente. Es una especie de espuma mucho más densa y muy pesada.

Este es su inconveniente principal junto con el elevado precio, ya que una pieza de cama doble puede llega a alcanzar los 600 euros. Pero presenta como ventaja su capacidad para adaptarse a la forma del cuerpo a la vez que mantiene la firmeza.

Es idóneo para personas que se mueven mucho, pues no ejerce un efecto de freno a la rotación, y también para aquellos que quieran un colchón que se adapte a su cuerpo sin perder la firmeza.

Por otro lado, el látex es un buen remedio contra las colonias de ácaros, ya que no tienen burbujas de aire ni tejidos donde se puedan refugiar estos pequeños animales causantes de no pocas alergias. Los alérgicos al látex deben evitarlos.

Tatami japones

Se hace a base de capas de algodón prensado y es ideal para aquella gente acostumbrada a dormir en superficies duras, ya que apenas presenta amortiguación. También para personas con conciencia ecológica, ya que es totalmente biodegradable.

Tiene el inconveniente de que puede acumular ácaros y polen, y también que el algodón se desintegra con el tiempo, por lo que hay que restituirlo.

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