¿Por qué los rollito de primavera reciben ese nombre tan característico?
Los rollitos de primavera son uno de esos platos que cruzaron fronteras sin pedir permiso. Se sirven en menús de barrio, en restaurantes de fusión y en mesas familiares de media España. Son crujientes, fáciles de querer y tan versátiles que hoy los hay de verduras, de carne, de marisco o de lo que uno tenga a mano. Pero su nombre —tan literal y tan llamativo— no es casual. Para entenderlo hay que viajar a siglos atrás, a un mundo rural donde las celebraciones seguían el ritmo de la tierra y no del calendario comercial.
Pese a que nos resulten familiares, el origen de los rollitos es mucho más antiguo de lo que imaginamos. Son un producto de la cocina china tradicional, un plato ligado a la llegada del buen tiempo y a un simbolismo que todavía hoy está muy presente en las tradiciones chinas.
Un plato que nació para celebrar la primavera
El nombre “rollitos de primavera” es la traducción directa de chūn juǎn (春卷), expresión que se utilizaba para designar una preparación festiva. Mucho antes de la dinastía Tang —es decir, antes del siglo VII— los campesinos celebraban el fin del invierno con una comida especial: un relleno sencillo de brotes de bambú envuelto en una masa fina hecha con harina. Ese bocado marcaba el inicio de la temporada de cosechas y servía casi como un homenaje a la estación.
Durante la dinastía Tang, el antiguo “plato de primavera” empezó a transformarse. Las élites lo convirtieron en un manjar lleno de añadidos: carnes asadas, verduras frescas, brotes de soja, fideos, huevos. El ritual permanecía, pero el sabor se volvía más complejo. Con el tiempo, este plato se integró en las celebraciones imperiales y se convirtió en parte del banquete con el que se recibía la renovación del año agrícola.
De las crepes antiguas al rollo que conocemos hoy
La evolución del origen de los rollitos siguió su curso durante siglos. Entre los siglos XIV y XIX, con el perfeccionamiento de las técnicas culinarias, los cocineros chinos empezaron a transformar aquellas crepes primitivas en piezas más pequeñas, más finas y más crujientes. Básicamente, los antepasados de los rollitos de primavera actuales.
Es también en este periodo cuando aparece una teoría curiosa: algunos cronistas sostienen que los cocineros se inspiraron en los gusanos de seda para dar forma a estos rollos. El gusano que se transforma en mariposa en primavera —y del que se obtiene la seda, un producto esencial en la historia del país— se convirtió en una metáfora perfecta para un plato que también “despertaba” en esa estación.
Un formato que Asia entera adoptó a su manera
La expansión del plato por la gastronomía asiática fue inmediata. Cada país reinterpretó la idea según sus ingredientes y costumbres. Vietnam tiene sus gỏi cuốn, frescos y envueltos en hojas de lechuga o arroz; Tailandia sus poh pia tod fritos; Filipinas sus lumpia; Indonesia, sus variantes con pasta crujiente. La idea es la misma: un relleno sabroso envuelto en algo que se come con la mano y que funciona tanto como aperitivo como plato principal.
Este tipo de preparaciones no es exclusivo de Asia, por supuesto. Empanadillas, samosas, pastillas, burritos… La historia de la cocina está llena de alimentos diseñados para trabajadores, soldados o viajeros que necesitaban comida rápida, práctica y portátil. La diferencia es que los rollitos de primavera conservaron intacto su vínculo con la celebración de una estación concreta, algo que la mayoría de recetas similares han perdido.
La respuesta es sencilla: el nombre hace referencia a su origen, no a su uso. En la cocina china, los nombres de los platos suelen conservar la tradición aunque ya no se mantenga el contexto original. Igual que comer zongzi en el Festival del Barco del Dragón o fideos largos en Año Nuevo, los rollitos de primavera mantienen viva esa conexión con la estación del renacer.
Hoy se comen en cualquier momento, en restaurantes y en casas, fritos o al vapor. Pero su nombre sigue recordando la fiesta agrícola que los vio nacer y el papel que tuvieron durante siglos dentro de las tradiciones chinas. Ese vínculo cultural es precisamente lo que ha permitido que esta receta sobreviva sin perder identidad.
0