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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Ser cristiano en Palestina

Xavier Abu Eid

Las celebraciones de Navidad hacen que muchos recuerden la historia cristiana en Belén, Jerusalén o Jericó, ciudades ubicadas en Palestina. Israel intenta presentarse como un “defensor” de los cristianos en una zona donde éstos han sufrido bastante. Este discurso se defiende en páginas editoriales de medios cercanos a la Iglesia católica española como La Razón o ABC. Pero lo que la realidad presenta es un escenario muy distinto: los cristianos en Palestina nunca han podido recuperarse de su desplazamiento en 1948 y, más aún, de las colonias impuestas alrededor de sus ciudades desde 1967.

Desconocer el rol de los cristianos en el movimiento nacional palestino es desconocer su propio origen. Fue Issa Issa, el fundador del periódico Falastin (Palestina), uno de los que primero escribió sobre el peligro de la empresa sionista de convertir Palestina en un Estado judío. Sobrerepresentados desde el principio en los Congresos Nacionales Palestinos, probablemente debido a su mayor acceso a la educación, fueron en su mayoría cristianos quienes defendieron -frente al gobierno británico durante los años del mandato (1917-1947) y posteriormente frente a Naciones Unidas- el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación. Nombres como Emile Ghouri o Henry Kattan han quedado marcados en la historia del mundo árabe por sus esfuerzos, aunque en definitiva fuesen en vano.

Demográficamente, los cristianos en Palestina fueron una comunidad vibrante y que iba creciendo en porcentaje hasta la Nakba, la catástrofe de 1948 representada por la creación del Estado de Israel. Alrededor del 60% de los palestinos cristianos se convirtieron en refugiados. Israel no distinguió entre musulmanes o cristianos a la hora de expulsar. Comunidades completas como Safad, Beisan, Al Bassa, Kufr Bir’im, Iqrith, Suhmata, Al Birwa, Ma’alul o Ein Karem fueron completamente desplazadas. En Jerusalén, los barrios predominantemente cristianos de Qatamon, Baqaa y Talbiya (lugar natal del renombrado intelectual Edward Said) fueron limpiados étnicamente para ser entregados a la burguesía sionista. En Jaffa, la defensa de la ciudad fue liderada por Michael Issa, otro cristiano que vio cómo su ciudad fue tomada. Sesenta y seis años después Jaffa -la otrora “novia de Palestina”- ha sido consumida por Tel Aviv y su población cristiana ha bajado de 16.000 personas en 1948 a alrededor de 5.000 en la actualidad.

Los palestinos cristianos nunca han podido recuperarse del trauma de la Nakba. Mientras quienes fueron expulsados de Galilea y ciudades como Acre, Haifa y Safad se reasentaron en el Líbano, Siria o Jordania, los expulsados de las zonas centrales buscaron refugio en Gaza y Cisjordania, para luego, en su gran mayoría, seguir camino hacia el extranjero. Es así como por ejemplo hoy en día iglesias completas en el Líbano (como el caso de Al Dbayeh) y Jordania (como Jabal Hussein o el Sweifiyeh) están principalmente compuestas por refugiados palestinos cristianos; situación que también se da con otras iglesias en Canadá, Australia y Estados Unidos. En Palestina, las iglesias de Ramallah tienen una población mayor de refugiados de zonas como Jaffa, Lydda y Ramleh que los propios cristianos originarios de Ramallah que hoy habitan la ciudad.

La gran mayoría de los cristianos habitaban las zonas tomadas por Israel en 1948. Si bien es cierto que antes de esa fecha ciudades como Ramallah tenían un porcentaje de cristianos bastante superior al actual, la principal razón del cambio demográfico ha sido el desplazamiento de refugiados hacia esas zonas. Por su parte, los cristianos, como la gran mayoría de la población palestina que habita en ciudades y ha tenido un buen acceso a la educación, tienen una tasa de natalidad menor. Hoy Belén tiene más cristianos que los que había en 1948, pero menos de los que debería tener. Un detallado estudio realizado por el consorcio Diyar -vinculado a la Iglesia luterana- entrevistando a cientos de familias refleja el por qué: Belén solo tiene un limitado control sobre el 13% de su territorio. El resto lo han consumido colonias israelíes y las fuerzas de ocupación. Por tanto, para los palestinos de Belén crecer hoy es imposible. Esta es una de las razones por las cuales la ciudad natal de Cristo hoy concentra la mayor tasa de desempleo en Cisjordania. Algo difícil de creer, pero una realidad latente.

La situación puede ser peor todavía. El proyecto israelí de convertir a Jerusalén en una ciudad completamente judía no solo ha separado a esta ciudad de Belén por primera vez en dos mil años de cristianismo en Palestina (ciudades ubicadas a tan solo 10 kilómetros de distancia), sino que también ha provocado el descenso de cristianos en la ciudad de 33.000 en 1948 a menos de 10.000 en el día de hoy. Según el citado estudio, menos del 3% de los encuestados señalaron tener problemas religiosos con los palestinos musulmanes. La gran mayoría dijo que, de irse, lo harían para buscar una mejor vida en un lugar donde exista alguna esperanza de vivir con dignidad.

En Palestina los cristianos tienen igualdad ante la ley. La ley religiosa, tanto cristiana como musulmana, se utiliza principalmente en asuntos de corte privado (herencias, matrimonios, divorcios, etc.), mientras que para el resto de los asuntos existe un código común. La representación política de los cristianos va más allá de su porcentaje en el país, lo que incluye prácticamente un 8% del parlamento, dos ministros, el portavoz del presidente, el encargado del Fondo Nacional Palestino, los embajadores frente a Italia, Grecia, Reino Unido, Hungría, Rumania, Chile y Alemania, entre otros, así como una destacada representación en el sector sindical y empresarial. Esto que Israel ha querido negar tan decididamente y para lo cual continúa invirtiendo muchos recursos es la realidad de los cristianos en Palestina, quienes han sufrido lo mismo que el resto de los palestinos.

Hace cinco años un grupo de notables cristianos liderados por el patriarca católico Michael Sabbah, el obispo ortodoxo Atallah Hanna y el pastor luterano Mitri Raheb redactaron el documento Kairos, que llama a los cristianos de todo el mundo a abandonar el doble estándar y luchar por la justicia y la paz junto a ellos. En el documento declaran a la ocupación israelí como un “pecado contra Dios” e invitan a la comunidad internacional a apoyar las formas de lucha no violenta como la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS). Kairos, el mensaje de los cristianos de Palestina, debe ser una buena lectura para aquellos sectores cristianos que, por una cuestión de racismo, islamofobia o simple ignorancia, se han puesto del lado errado de la historia.

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