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Sara Morante, autora del cartel de la Feria del Libro de Madrid: “En ilustración, el pago en visibilidad no basta y hay que luchar no aceptándolo”

La artista Sara Morante

José Antonio Luna

“Los lectores son los protagonistas. Sin ellos, los libros son solo objetos”. Reivindicó la diseñadora cántabra Sara Morante durante la presentación del cartel que ilustrará la 78ª edición de la Feria del Libro de Madrid. Toma así el testigo de otros grandes artistas como Paula Bonet, Ena Cardenal o Chema Madoz, previamente encargados de representar el símbolo de uno de los eventos más importantes de la literatura de nuestro país. Pero esta vez no se ha optado por una imagen abstracta ni geométrica. El sujeto al que apela está claro: a los apasionados de la lectura.

“Quería hablar de la relación que se establece entre el lector y la lectura, una que es tan personal y tan potente que hace que te tambalees”, explica Morante a eldiario.es. El cartel abandona los diseños corales y, en su lugar, opta por un estilo simple y directo que emula a quienes visitarán el Parque de El Retiro entre el 31 de mayo y el 16 de junio.

En el póster se puede ver a una joven con una camiseta de La gran ola de Kanagawa, de Katsushika Hokusai, mientras porta un libro en llamas que hace referencia a Fahrenheit 451, una novela distópica de Ray Bradbury en la que las obras literarias están prohibidas y existen profesionales dedicados a quemarlas. De hecho, el significado del título es explicado por el propio autor en la cubierta: “Es la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde”.

La alusión a la censura no es gratuita. “Lo de Fahrenheit fue por los distintos incidentes que están sucediendo y que me tienen preocupada, como lo que en su momento ocurrió con el libro de Fariña”, revela la ilustradora. Aun así, recalca que no busca que la imagen sea derrotista, sino un reflejo “de la reacción potente que tenemos los lectores frente a esto, que somos muchos”.

De hecho, la cresta de La gran ola se sale de la camiseta y llega incluso a tocar el fuego del libro, algo que según su creadora es “un juego ambiguo que deja a la libre interpretación del espectador”. En todo caso, añade que “la imagen pretende servir de homenaje a todos lectores que siguen llevando el libro en la mano” y que, en casos como el del secuestro cautelar de la obra escrita por Nacho Carretero, tienen poder para reivindicar el poder de la literatura. “Con Fariña me resultó reconfortante ver la reacción que hubo tanto de lectores como de librerías. Es una manera de decir: tú haz lo que quieras, pero los lectores estamos aquí. Por eso apelo a ellos con el cartel”, apunta.

Otro aspecto significativo de Morante es el tratamiento de la mirada. Y no solo en esta obra, sino en prácticamente casi todas las que nacen de su mano. “Me gusta dibujar a las mujeres con ojeras porque a ver, quién no tiene ojeras. Hay que normalizarlas, y a mí egoístamente y estéticamente me gustan”, defiende la pintora. Como consecuencia, el rostro de la protagonista del cartel tampoco queda exento de lo que su creadora define como “ojeras de lectora”.

El autor tras el pincel

El cartel de la Feria del Libro de Madrid no solo sirve para promocionar el evento literario. Para quien se encarga de elaborarlo, incluso si ya se trata de un artista reconocido, es como una lanzadera hacia el reconocimiento profesional. La ilustración acabará decorando tazas, camisetas, pines e incluso empapelará gran parte de la capital española. Aun así, no todos los carteles son recibidos con una sonrisa.

Ena Cardenal de la Nuez, responsable del cartel de la edición de 2017, se enfrentó a críticas y a acusaciones de plagio. “Estoy hasta el moño del gato”, decía la autora en una entrevista publicada por Gráffica, revista especializada en diseño. Lo que parece una oportunidad también puede convertirse en una mina para haters. Entonces, desde el punto de vista creativo, ¿hay miedo a las críticas? “Pues no, generalmente no me suelo creer ni las buenas ni las malas. Sería incapaz de crear pensando en lo que los demás quieren, mi cabeza no funciona así”, recalca Sara Morante.

La creadora cántabra estudió Artes aplicadas en Santander y Dublín. Fue Premio Nacional de Arte Joven 2008 y, además, se ha encargado de ilustrar diferentes obras de editoriales reconocidas. Una de las últimas, de hecho, es el libro del exministro Màxim Huerta publicado por Espasa. “El primer libro que me propusieron fue Señal de Raúl Vacas, y sin saberlo ya estaba marcándome un camino en un estilo gráfico que estaba comenzando a ganar mucha fuerza en las editoriales: el de la literatura para adultos”, dice la artista.

Pero convertirse en una de las elegidas para hacer este cartel no ha sido fácil. En ocasiones, la precariedad del sector hace que, junto a las bajas retribuciones, se de un tipo de práctica: intercambiar un producto por visibilidad y nada más que eso. “En ilustración, el pago en visibilidad no basta y hay que luchar no aceptándolo. Puedo llegar a hacer determinados trabajos cuando se trata de una asociación, pero siempre y cuando no haya fines lucrativos”, defiende Morante. “Yo empecé, sin trayectoria, experiencia ni nada, y lo primero que hice fue conocer el marco legal a través de las asociaciones de ilustradores profesionales que hay en muchas comunidades autónomas”, agrega.

Formarse un estilo como artista, que los espectadores vean un diseño y automáticamente lo asocien a un nombre, es una meta difícil de alcanzar que tampoco cuenta con una receta mágica. “Me dicen que mis trabajos son muy reconocibles, pero yo no pinto para que mis dibujos sean reconocidos, sino porque no sé hacerlos de otra manera”, asegura Morante. Por esa razón, la artista cree que “la ilustración a la carta es imposible”, ya que “no hay nada peor para coartar la libertad de alguien que decirle lo que tiene que hacer”. Una libertad que, ya sea en el ámbito literario o de diseño, parece ser una de las protagonistas del último cartel de la Feria del Libro de Madrid.  

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