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La mano gigante rosa que cambiará tu forma de ver la sexualidad

Dactiloscopia Rosa. Foto: Álvaro López del Cerro. Naves Matadero.

Francesc Miró

Una mano humana y sus cinco dedos pueden significar casi cualquier cosa según quién la mire. En la tradición cultural judía, la mano puede representar el jamsa y simbolizar la mano de Dios. Si se acompaña de un ojo, es el deseo de que Dios te proteja. En el cristianismo, las manos pueden ser una alegoría del trabajo y el sacrificio: con ellas ejercía Jesús el oficio de carpintero, pero también mediante ellas le crucificaron. Quien crea en la quiromancia verá en ellas claras señales de un pasado y un futuro plausibles. Y si quien observa es una mente científica, no verá más que otra prueba de la evolución.

Para Marco Canevacci, director y miembro del colectivo berlinés Plastique Fantastique dedicado a la arquitectura efímera, una mano también puede ser muchas cosas. Puede ser refugio para el arte, biblioteca queer, espacio efímero pero opresivo en el que reflexionar sobre el cuerpo, o laberinto sin paredes en el que pensar sobre la identidad sexual.

Eso indica Dactiloscopia RosaDactiloscopia Rosa, una escultura gigante de látex que descansa en la Nave 11 del Centro Internacional de Artes Vivas Naves Matadero en Madrid. En este site specific uno puede perderse en plena celebración del Orgullo Mundial y aprender, un poquito, de teoría queer.

Cinco dedos, cinco reflexiones sobre el género

Una vez se entra en Dactiloscopia Rosa, las normas las marca cada uno. No hay señales, que en este caso serían pliegues cutáneos, que te marquen el camino. Estás en una habitación roja como la de Twin Peaks así que mejor dejarse llevar. Si empezasemos observando cada uno de los dedos de esta mano gigante en la que habitamos, veremos que estos también tienen uñas y que, como si de un esmalte se tratase, en ellas se proyectan vídeos.

Podrías optar primero por recorrer el pulgar y nos encontraríamos con L’Utopie du Corpse, una pieza de videoarte en la que seguimos a una joven con muchas representaciones. Su cuerpo se parte en trozos, viñetas que nos muestran distintas realidades del mismo: vestida de novia, de oficina, desnuda, siendo hombre, todo a la vez...

“La intervención del poder sobre el cuerpo no se desarrolla únicamente de manera directa”, explica la artista Isabel Pérez del Pulgar responsable de la pieza, “sino también a través del medio en que se inserta”. Para ella “el cuerpo puede ejercer también cierto poder desde las prácticas que conllevan la acción de una libertad relativa”. L’Utopie du Corpse reflexiona, pues, sobre el cuerpo como campo de batalla entre el poder y el individuo.

Si nos pasamos al índice -el de señalar-, nos espera Despierta, una obra del Colectivo Abertura Vaginal. En ella, una figura no se sabe si masculina o femenina, se encuentra totalmente envuelta en plástico. Una fina capa que constriñe lo que es y que, utilizando el símil de la crisálida, irá desvelándose como contenedor de algo distinto a lo que esperábamos. El colectivo la define como “un choque en la mirada que normativiza los cuerpos al representar un sujeto en tránsito, incidiendo en cómo los imaginarios culturales imponen una única forma de ser”.

En el dedo medio, el que se utiliza para decir ‘que te den’, se encuentra Tebras de Francisco Brives, tal vez la obra más indescifrable de Dactiloscopia Rosa. En ella vemos a una sombra danzante perseguir a una persona que baila y vive inquieta, sabiendo que algo le pisa los pies, le acosa. Brives, estudioso de la identidad y el cuerpo político, investiga la identidad masculina, su deseo y la no aceptación de ambas.

En el dedo anular, nos espera la propuesta más elaborada visualmente: Post Rebis de Alessandro Amaducci. Una especie de videoclip en el que mediante animación virtual se nos presenta un mundo post apocalíptico en el que se está fabricando un cuerpo, como el nacimiento de la Mayor Kusanagi en Ghost in The Shell. Solo que esta vez, lo que se crea tiene dos cabezas, dos personalidades y quién sabe si dos sexos.

Y ya en el meñique, que en las culturas asiáticas suele simbolizar las relaciones, podemos ver Madre Quentina. Pieza de videoarte cuyos elementos resultan tan abiertamente reconocibles que lo protagoniza Rossy de Palma. En ella, la actriz mallorquina viste un atuendo siniestro y se encarga de poner en duda símbolos de masculinidad y feminidad: rinocerontes diminutos, mejillones gigantes, perlas, hojas de afeitar... Jose Ramón da Cruz, su autor, no huye de imágenes incómodas para jugar a un juego de símiles visuales entre pieles, penes y vaginas.

Una pequeña biblioteca queer

queer“Los humanos nacemos en unos dispositivos llamados cuerpos, que desde el minuto cero de nuestro pulso vital son sistemáticamente sometidos al control, a la designación clínica y al uso político”, dice el pequeño texto que da la bienvenida a Dactiloscopia Rosa. “Nos referencian, nos numeran y nos asignan. Pero sobretodo nos controlan y nos encauzan hacia una asimilación social que llevaremos a rastras el resto de nuestros días. ¿Es posible un mundo más allá de este marco sistémico?”.

El texto lo firman Francisco Brives y Néstor Prieto, codirectores de La Neomudéjar. Ambos han sido los encargados de seleccionar ex profeso para Dactiloscopia Rosa, una serie de fanzines del Archivo Transfeminista Kuir que alberga su entidad. Una muestra que recoge ejemplares como imagen de la evolución del movimiento de la cultura LGTB en España desde los setenta hasta hoy. El objetivo: contestar a su propia pregunta con un rotundo sí.

También hacer memoria del activismo y sacudir conciencias con portadas que harían palidecer a más de uno. Facsímiles que se pueden manosear y leer para descubrir cómo se editaba en la clandestinidad con la represión franquista pisando los talones en cada quiosco, y cómo se hace hoy con las supuestas libertades de la democracia del siglo XXI. Ejemplares de Bollus Vivendi, No te desentiendas, Pink Pauper, la catalana Debat Gai o la vasca Eh Gam Berri entre otras, que son recuerdo y evocación viva del activismo LGTBIQ en nuestro país.

Marco Canevacci y la arquitectura efímera

Dactiloscopia Rosa, más allá de albergar videoarte y fanzines, es una obra de arte en sí misma. Marco Canevacci es toda una figura mundial de la arquitectura efímera, la que se proyecta y se construye con fecha de caducidad. Pensada para durar mientras cumpla una función y borrada del mapa tras ese tiempo.

Por eso, de Dactiloscopia Rosa solo quedarán fotos y documentos que acrediten que estuvo donde está ahora. Así pasó con Inflables, una intervención con la que el año pasado ya pasó por Madrid. Más concretamente construyó dos esculturas inflables gigantes, invitado por IED Madrid, en las que alteraba el espacio urbano de la escuela de diseño y de la esquina de Gran Vía con San Bernardo.

Entonces lo hizo con espacios diáfanos de una vida muy breve, pero sus obras llevan años casuando furor. Canevacci estudió Arquitectura en Berlin, ciudad en la que vive y en la que fundó Plastique Fantastique en 1999. El colectivo, que nació como una plataforma de arquitectura temporal con la que empezó a experimentar mediante instalaciones neumáticas, es hoy un equipo de profesionales enfocados a proyectos de instalaciones temporales en todo el mundo. Dactiloscopia Rosa se podrá ver en Naves Matadero hasta el 2 de julio. 

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