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La BBC despide a la estrella de 'Top Gear', una máquina de hacer millones

Jeremy Clarkson, en una imagen de promoción de Top Gear en BBC.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Es probablemente el programa de televisión más famoso del mundo. 'Top Gear' tiene una audiencia media de cinco millones de espectadores en BBC2 y unos 350 millones en todo el planeta, permite a la cadena ingresar 50 millones de libras al año (unos 68 millones de euros) en ventas al exterior y cuenta con millones de seguidores en todo el mundo a través de Internet (con 4,3 millones de seguidores de su canal de YouTube). No sólo lo ven los entusiastas del mundo del motor, sino muchos que disfrutan de un programa hecho con un gran sentido del espectáculo y aún más sentido del humor.

Ambas cosas son posibles por el trío de presentadores que encabeza Jeremy Clarkson. Eso va a terminar. La BBC ha comunicado que no prorrogará el contrato de Clarkson como castigo por agredir a un productor del programa.

Tras un duro día de rodaje en exteriores el 4 de marzo, Clarkson descubrió que no había comida caliente para la cena en el hotel donde se alojaba el equipo. Alguien se había olvidado de avisar con antelación. Tuvo un ataque de ira, insultó de todas las formas posibles al responsable, Oisin Tymon, le avisó de que conseguiría que le despidieran y terminó golpeándole. La víctima acabó con sangre en el labio y muy asustado.

Según la descripción hecha por la cadena, el “ataque físico duró unos 30 segundos y sólo fue detenido por la intervención de un testigo”. Tymon no intentó responder a la agresión. Llevaba una década trabajando en el programa y había tenido hasta entonces una buena relación con el agresor.

El mismo Clarkson dio parte a la empresa de lo que había ocurrido e intentó sin éxito pedir disculpas al productor. La investigación interna no podía ser como en otras ocasiones, cuando comentarios del presentador en televisión o fuera de ella habían terminado sólo con peticiones de disculpas. Limitarse a eso hubiera sido equivalente a permitir un caso evidente de acoso laboral por un superior. Cualquier otro empleado de la BBC que hubiera hecho lo mismo habría sido despedido de inmediato.

“No puede haber unas reglas para unas personas y otras diferentes para otras dictadas por el rango, las relaciones públicas o consideraciones comerciales”, ha dicho el director general, Tony Hall.

La BBC tenía pocas opciones, y entre ellas no estaba la posibilidad de enterrar el asunto o de librarse de las críticas con independencia de la decisión que tomara. El incidente se produjo después de los reproches que recibe desde hace un año por un antiguo caso mucho más grave. Jimmy Savile, el muy popular presentador en los años 60 y 70 de un programa musical, fue también un depredador sexual que abusó de centenares de personas de ambos sexos, incluidos menores, y a veces en las propias instalaciones de la compañía. Los directivos de BBC tuvieron conocimiento de muchas de sus denuncias y eligieron desentenderse. Al saberse todo eso, BBC pidió disculpas y se comprometió a que nada parecido volvería a ocurrir. No más encubrimientos.

Clarkson, de 54 años, no carece de partidarios. Una petición en Internet para que no fuera sancionado superó la cifra de un millón de firmas. El primer ministro, David Cameron, amigo suyo, pidió lo mismo. Para su legión de seguidores, las críticas que ha recibido siempre son un ejemplo deplorable de “corrección política”, como el propio Clarkson no se cansa de recordar, y de prejuicios izquierdistas contra una persona de ideas conservadoras. A muchos además les gusta esa costumbre suya de burlarse de todo lo que no es inglés. La lista de nacionalidades a las que ha ofendido es larga: argentinos, mexicanos, alemanes, rumanos...

Pero también ha mostrado el mismo desprecio por sus compatriotas, o mejor dicho, por algunos de ellos. En 2011, dijo de los funcionarios que se habían declarado en huelga en defensa de sus pensiones: “Francamente, me gustaría que les pegaran un tiro a todos. Los sacaría a todos fuera y los ejecutaría delante de sus familias” (se suponía que hablaba en broma, más o menos). Llamó “tuerto idiota” a Gordon Brown cuando este era primer ministro (Brown perdió la visión de un ojo cuando era joven). Hizo una broma con el asesinato de prostitutas por camioneros. A los ecologistas no podía ni verlos, ni en general a todos aquellos que quisieran restringir la circulación de los coches por razones medioambientales.

Su abrasivo sentido del humor y negativa a decir que todos los coches son maravillosos hizo que dejara huella casi desde el momento en que apareció en 'Top Gear' en 1998, pero esa aparición fue breve y no muy exitosa. Fue a partir del regreso del programa en 2002 con Clarkson como presentador principal y un formato diferente cuando el programa obtuvo un éxito espectacular.

En 2012 circuló una imagen del rodaje del programa (luego no emitida) en la que Clarkson empleaba un término racista sobre los negros. Entonces, recibió lo que se podría considerar un último aviso.

El programa y su nombre es propiedad de la BBC. El estilo de sus presentadores, no. Todo el mundo da por hecho que Clarkson y los otros dos presentadores, James May y Richard Hammond, acabarán en otra cadena, quizá ITV. Lo único que es seguro es que la BBC perderá muchos millones.

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