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Nueve películas para comprender el racismo y las protestas en Estados Unidos

Arde la pizzería de Sal en 'Haz lo que debas', tras el asesinato de Radio Raheem

Francesc Miró

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En ocasiones, el cine es capaz de ofrecer lecturas tanto o más reveladoras que sesudos análisis de teoría política. Puede significarse como termómetro para medir la temperatura del descontento. También como advertencia, al retratar acontecimientos que por su peso dramático sirven como catarsis colectiva.

“¿Dejará de repetirse la historia?”, rezaba el último cortometraje de Spike Lee, titulado 3 Brothers-Radio Raheem, Eric Garner And George Floyd. El suyo es un cine de advertencia, urgente y de denuncia directa. No es ni la primera ni la última vez que Lee alza la voz: en Haz lo que debas, por muchos considerada su obra maestra, el realizador de Atlanta plasmaba cómo un hombre negro moría estrangulado a manos de la policía, prendiendo una chispa que hacía arder las calles.

Dos años después, Rodney King recibiría una brutal paliza a manos de las fuerzas de seguridad provocando los disturbios de Los Ángeles de 1992. En 2014 pasaría lo mismo con la muerte de Eric Garner. Ahora está ocurriendo con la de George Floyd. El audiovisual nos puede ayudar a comprender el alcance de estas protestas, a través de películas y series como las que aquí señalamos. Filmes que supieron captar el alcance psicológico y social de la violencia policial y el arraigo del racismo sistémico. Por supuesto, habrá muchas más: te invitamos a aportar más títulos en los comentarios. 

Within our gates, de Oscar Micheaux (1920)

Within our gates

La que está considerada la primera película dirigida por una persona negra en Estados Unidos ya abordaba la tensión racial latente en la tierra de las oportunidades. Narraba la historia de Sylvia Landry, que viajaba de los estados sureños hasta una ciudad del norte, donde se enamoraba de un médico de la zona. Una mujer que quería fundar una escuela para niños sin recursos, al tiempo que construir un futuro que la ayudase a superar haber presenciado el linchamiento de sus padres.

Micheaux retrataba, hace exactamente un siglo, la situación de una comunidad racializada en unos Estados Unidos que a principios del siglo XX veía renacer Ku Klux Klan y las leyes de segregación racial de Jim Crow. De hecho, en su momento la película fue acusada de instigar a la violencia, tras los disturbios de Chicago de 1919, que terminaron con 38 fallecidos y revueltas en todo Illinois. No será la última vez que esto ocurra. Within our gates está considerada bien de interés histórico por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y es de dominio público.

The Learning Tree, de Gordon Parks (1969)

The Learning Tree

Gordon Parks fue uno de los mejores fotógrafos estadounidenses del siglo XX. Nacido en una zona rural de Kansas, su mirada es uno de los testimonios más crudos y brillantes de la cultura racial norteamericana. Pero además de fotógrafo y activista, también fue cineasta: animado por su amigo y director John Cassavettes, Gordon Parks escribió y dirigió en el 69 The Learning Tree, basada en su novela homónima autobiográfica.

En ella, Parks narraba la historia de un joven llamado Newt Winger, que crecía trabajando para un terrateniente local con un pasado de violencia racista. Cuando un día presenciaba un asesinato, se veía enfrentándose a decidir entre un silencio cómplice o una denuncia de consecuencias insospechadas. Una cinta que captaba con sensibilidad —y un uso magistral de imágenes bucólicas enfrentadas a la violencia cotidiana—, la opresión histórica en las comunidades negras de Kansas en el siglo XX.

The Spook Who Sat by the Door, de Ivan Dixon (1973)

The Spook Who Sat by the Door,

Aunque sería recordado por su papel de Kinchloe en la popular serie Los héroes de Hogan, además de una dilatada carrera como actor Ivan Dixon también sostuvo una interesantísima obra como realizador en cine y televisión, trabajando sin descanso desde los 70 hasta bien entrados los 90. Participó activamente en el movimiento por los derechos civiles, y contribuyó a la profesionalización e inclusión de actores negros en las producciones eminentemente blancas de Hollywood.

La obra más controvertida de su carrera, The Spook Who Sat by the Door, basada en la novela homónima de Sam Greenlee, narraba la historia de Dan Freeman, el primer agente negro de la CIA. Un hombre que tras años de precariedad laboral, menosprecio y hastío, relegado siempre a asuntos de papeleo o encargado de la fotocopiadora, decide mandar al traste su carrera en la agencia de inteligencia. Entonces utilizará sus conocimientos para armar un grupo de jóvenes negros que luchen por los derechos de su comunidad.

The Spook Who Sat by the Door  fue tachada de incendiaria y de alentar al disturbio, aunque antes de su fallecimiento en 2008, Dixon contó a The New York Times que nunca quiso llamar a la insurreción, mucho menos armada, sino captar la rabia y la desesperación de la población afroamericana en aquel momento. 

Killer of sheep, de Charles Burnett (1978)

Killer of sheep

En la pasada edición del festival Americana de Barcelona tuvieron a bien dedicar una retrospectiva a uno de los cineastas imprescindibles del indie norteamericano: Charles Burnett, realizador que en los ochenta y noventa sorprendió a propios y extraños con películas tan vitales como To Sleep with Anger y My Brother's Wedding.

Su primer largometraje, Killer of sheep, narraba la historia de Stan, un padre de familia que, a pesar de sus esfuerzos, no consigue hacer que su familia progrese en la regia escala social de la norteamérica de los setenta —muy parecido al actual—. “Las viñetas narrativas de Burnett, naturalistas y algo fragmentarias, pueden recordarnos a un neorrealismo de postguerra sin necesidad de conflictos militares: nos muestra los tejidos cicatriciales, endurecidos y perdurables, de la segregación racial”, escribía el crítico Ignasi Franch sobre ella.

Haz lo que debas, de Spike Lee (1989)

Haz lo que debas

La más famosa de cuantas ocupan esta recopilación, por méritos propios, y considerada por muchos la mejor película de Spike Lee. Poco se puede decir sobre ella que no se haya dicho ya, más a la luz de lo profética que ha resultado ser, tal y como demuestra el propio Lee en su ya mencionado cortometraje, que utiliza imágenes reales de las muertes de Eric Garner y George Floyd a manos de la policía.

Un realizador para el que el racismo sistémico y la descripción de los mecanismos mediante los que opera con total naturalidad en los Estados Unidos de ayer y hoy, conforma un corpus discursivo que alcanza gran parte de una carrera de más de tres décadas. Bien podrían haber figurado en esta lista las excelentes Malcolm X (1992), Una mala jugada (1998), Chi-Raq (2015) o la reciente y brillante Infiltrado en el KKKlan (2019), para la que pudimos entrevistarle.

Curioso, cuanto menos, que de las seis nominaciones a los Oscar con las que partía esta última, los premios gordos se los llevase Green Book, una cinta sobre el tema racial mucho menos movilizadora, más amable y dirigida por un hombre blanco. Lo mismo que le ocurrió, de hecho, con Haz lo que debas, que no se llevó ninguno de los Oscar a los que aspiraba el año que Paseando a Miss Daisy se hizo con las cuatro estatuillas más importantes.

“La historia de EEUU está basada en una mentira. La narrativa es una mentira. Nos vendemos como la cuna de la democracia, pero es una mentira. La verdad en la que yo creo es que los cimientos de los Estados Unidos de América se han erigido sobre el genocidio de los nativos y la esclavitud”, contaba Spike Lee a eldiario.es.

Fruitvale Station, de Ryan Coogler (2013)

Fruitvale Station

El realizador Ryan Coogler debutó en el largometraje llevando a la gran pantalla la historia real de Oscar Grant, un joven de 22 años asesinado la Nochevieja de 2008. Grant había tenido una pelea en un vagón del metro cuando regresaba a su hogar en San Francisco. Para disolverla, el tren paró y dos oficiales de policía le retuvieron en la estación de Fruitvale junto a otras personas. Entonces un agente llamado Johannes Mehserle le disparó por la espalda mientras otro le tenía inmovilizado.

Coogler ha seguido ahondando en el asunto racial, aún habiendo dirigido dos blockbusters. Lo hacía de forma frontal en Creed, afortunada secuela de Rocky que dirigió en 2015, y Black Panther, el auténtico fenómeno de Marvel en 2018. Pero nunca ha vuelto a enfrentar un discurso tan afilado como el que sostuvo en Fruitvale Station sobre la violencia policial en Norteamérica. En este sentido ofrecía también una interesantísima aproximación The Hate U Give, de George Tillman Junior, estrenada en 2018 y basada en la novela homónima de Angie Thomas.

Imperial Dreams, de Malik Vitthal (2014)

Imperial Dreams

Imperial Dreams, el debut como director de Malik Vitthal, ofrecía una lectura actual de lo que significa ser negro y pobre en los Estados Unidos de hoy. Un film pequeño, modesto en su forma y fondo, que se reivindica por sí solo a la luz de la actualidad, y que investiga las raíces de un racismo ligado inherentemente al peldaño que se ocupe en la escalera social. John Boyega, el actor protagonista, lleva días apoyando las protestas que asolan Estados Unidos, y ejerciendo un activismo que le ha llevado a ser una de las voces más mediáticas del Hollywood actual en posicionarse sobre el asunto.

La cinta es un drama protagonizado por un joven que acaba de salir de la cárcel e intenta cuidar de su hijo huyendo del tráfico de drogas y la delincuencia que le metieron allí. Pero el sistema no se lo pone fácil. Para apuntarse a la bolsa de trabajo público le piden un carné de conducir que está confiscado desde que salió de prisión. Y para recuperar dicho carné le piden 8.000 dólares en manutención atrasada que no pagó por estar entre rejas. Resulta que él sólo tiene 80 en los bolsillos y no tiene ni dónde dormir.

Así nos ven, de Ava DuVernay (2019)

Así nos ven

¿Como pueden cuatro adolescentes llegar a confesar un crimen que nunca cometieron y pasar entre 6 y 13 años entre rejas? A eso intenta contestar Ava DuVernay en Así nos ven, miniserie de 4 epidosios que narra la historia real de los cinco de Central Park. En 1989, Antron McCray, Korey Wise, Yusef Salaam, Kevin Richardson y Raymond Santana fueron obligados a confesar la violación de Trisha Meili, una joven banquera agredida mientras salía a practicar deporte en Central Park, en Nueva York.

Tras la presión, los engaños, las falsas acusaciones y una violencia psicológica brutal, cuatro de ellos cedieron. Más tarde, el autor del crimen confesó y se destapó el escándalo que había llevado a unos adolescentes que no se conocían entre sí a pasar la mitad de su vida entre rejas.

DuVernay lleva, con un estilo discursivo de calculadísimo tempo, esta historia hasta tal punto que la convierte en un retrato de un aparato judicial injusto, en el que el racismo sistémico opera corrompiendo la moral de las fuerzas del orden. Y aunque esta es, probablemente, su obra más rotunda y satisfactoria, la realizadora de Los Ángeles ya transitó los caminos del cine de denuncia en películas como Selma, sobre la marcha de Luther King Jr. de Selma a Montgomery en 1965, y documentales como Enmienda XIII, sobre la criminalización de los afroamericanos en el marco del sistema carcelario norteamericano, aún persistente en el contexto actual.

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