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Las facturas de la luz y del gas desafían la sostenibilidad de los museos

Exposición en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid

Peio H. Riaño

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La factura del suministro eléctrico también se ha disparado en el último año en los principales museos públicos. Como ocurre en los hospitales, los museos son instituciones que mantienen las 24 horas, los 365 días una climatización controlada. En su caso, para cuidar de pacientes con siglos de vida. Los objetos no tienen horario. Para estos centros culturales reducir el gasto es complicado, sobre todo con olas de calor en el exterior. El consumo es incesante para mantener las salas de exhibición a una temperatura que no descienda de los 17 grados ni supere los 27 grados y una humedad relativa que se mantenga por debajo del 55%.

Estas condiciones y la escalada del coste del suministro de la electricidad están complicando la sostenibilidad económica de los centros, con un crecimiento de la factura del 65% respecto a lo abonado en 2021. Este es el caso del Museo Nacional del Prado que, tal y como adelantan a este periódico, prevén un gasto de 3,3 millones de euros este año. La principal institución cultural española pagó dos millones de euros en 2021 por el mismo suministro y consumo. El Prado pagaba hace cuatro años, en 2018, por la electricidad 1,6 millones de euros al año.

La humedad es el más nocivo de todos los agentes ambientales y se controla con la temperatura. Si baja la temperatura, la humedad aumenta. Por eso los museos usan el gas para controlar la temperatura de sala y así mantener a raya la humedad relativa. En 2022, el Museo del Prado abonará 40.700 euros. Será una factura un 13% más cara que la del año anterior. El Museo Nacional de Escultura tiene en Valladolid sus tres sedes y en 2019 pagó por la factura del gas 66.000 euros. En 2021 creció hasta 73.000 euros. El Museo Arqueológico Nacional, dadas sus dimensiones, consume tres veces más kilovatios por hora que el de Escultura. Estos dos forman parte de los 16 museos estatales, gestionados directamente por el Ministerio de Cultura, pero aún no hay previsión de la factura a pagar en 2022.

En la Biblioteca Nacional de España el consumo de energía eléctrica superará el millón y medio de euros, un incremento del 175% respecto a los 547.000 euros que pagaron en 2021. Superarán los 300.000 euros en pago de gasóleo. Es decir, un 50% más de lo realizado en 2021, cuando las dos instalaciones consumieron 202.000 euros. Los dos tanques de la sede principal, en el Paseo de Recoletos, tienen una capacidad de 50.000 litros cada uno y el consumo anual es de 170.000 litros. En Alcalá de Henares están los almacenes y consumen 90.000 litros. El distribuidor atiende pedidos parciales de 3.000 litros por sede.

Más gastos, menos ingresos

A este incremento del gasto anual por los suministros de electricidad, gas y gasóleo, hay que sumarle la caída de taquilla por la pérdida de visitantes ante la pandemia de la COVID-19. Desde el Prado indican que los protocolos de la pandemia obligan a filtrar más veces el aire y eso ha incrementado el consumo de electricidad, que está a mayor precio que hace un año. Aunque advierten que desde 2015 han podido reducir la tarifa y el consumo gracias a la implantación de la tecnología LED para la iluminación de las obras de arte (con patrocinio de Iberdrola).

En el último balance económico cerrado por el Prado es de 2021 y en él se reconocen 1,1 millones de visitas, esta cantidad es menos de la mitad de la alcanzada en 2019. En 2022 las visitan están remontando: por ahora están un 30% del ritmo de taquilla habitual antes del cierre por la pandemia. En 2019 el museo tuvo 8.849 visitas diarias y en 2022 está cerca de los 6.000 por día. Si todo sigue así, el Prado ingresará en 2022 algo más de 15 millones de euros en taquilla. Y en 2019 rozó los 23 millones de euros. El gasto en personal del Prado supera los 22 millones de euros. Reducción de los ingresos propios y aumento de los gastos, otra “tormenta perfecta”.

Por su parte, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acaba de renovar el contrato de suministro eléctrico y pagará por un año casi 420.000 euros de consumo. En el concurso de la licitación el museo exigía que la energía procediese de fuentes 100% renovables. Acciona ganó la convocatoria con un contrato cerrado para los próximos cinco años y un total de más de dos millones de euros, por ofrecer la mayor bajada de precio (a 0,000950 Kw/h; la más alta era la de Iberdrola, a 0,037188 kw/h). El anterior contrato firmado por este suministro y consumo fue por la mitad de precio, un millón de euros. Además el museo consume más de 90.000 litros al año de gasóleo para la calefacción y disponen de dos depósitos de 20.000 litros. En 2020 cerraron un contrato con Enerplus por cinco años por un total de 334.800 euros, a razón de 55.800 euros al año.

El miércoles 10 entra en vigor el decreto de ahorro energético que obliga a apagar la iluminación de los edificios públicos y escaparates de los comercios. Sin embargo, el Ministerio para la Transición Ecológica ha advertido que la iluminación ornamental de los monumentos no está incluida en las restricciones para el ahorro energético, ya que no se les considera edificios públicos en el sentido de los que están ocupados por alguna dependencia de la Administración. Por su parte, el Ministerio de Cultura ha anunciado que todos los museos de titularidad pública apagarán las luces a partir de las 22:00 horas. En la Alhambra de Granada no tendrán que apagar las luces que iluminan por la noche, pero además informan a este periódico que en el primer semestre del año han reducido la tarifa de luz: entre enero y junio de 2021 abonaron 88.000 euros y en el mismo periodo de 2022, 74.500 euros. Un hecho extraordinario que, según explican desde el Patronato de la Alhambra y Generalife, se debe a “las medidas de ahorro energético, entre las que destaca la sustitución progresiva en la iluminación de bombillas tradicionales a bombillas de tecnología LED”.

Factura y clima

Rafael Hernández Martínez, responsable del nuevo Área de Arquitectura, Desarrollo Sostenible y Servicios Generales del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), se anticipó al incremento del precio cuando hace dos años, con el confinamiento de la COVID-19, propuso a la dirección un proyecto de ahorro y eficiencia climática. “El tiempo nos ha dado la razón”, resume satisfecho por haber ahorrado en estos años 60.000 euros de agua, 135.000 euros de gas y 500.000 euros de luz. Recuerda que los contratos de los museos los cierra el Ministerio de Hacienda, responsable de negociar el suministro eléctrico de la Administración con un contrato marco. Como le sucede al resto de las instituciones, el consumo no ha crecido pero la factura sí: en 2021 pagaron 1,3 millones de euros por la electricidad y en 2022 van a pagar 2,3 millones de euros. Un crecimiento anual del 77%.

Este incremento podría haber sido mucho mayor si no hubieran puesto en marcha medidas de ahorro antes de la guerra de Ucrania. Aprovecharon las obligaciones sanitarias de la pandemia para ejecutar un plan de optimización sin cambiar los equipos. Encontraron fugas de agua y las repararon; cambiaron las temperaturas en sala para bajar el consumo; y los viernes fueron obligatorios trabajar en casa y han reducido el consumo “fuera de sala”.

“Fuimos pioneros en la implantación del teletrabajo y desde entonces los viernes es obligatorio trabajar en casa. Ahorramos mucho porque apagamos los sistemas de climatización el jueves y los encendemos el lunes en el área de oficinas”, cuenta Rafael Hernández. Lo siguiente, anuncia, es la implantación de energías renovables con aporte solar, geotermia y aerotermia. “Es la apuesta del futuro. Bajaremos la factura eléctrica y eliminaremos el consumo de gas, porque sólo lo usamos para crear calor y controlar la humedad. Ahorraremos un millón de euros al año”, indica. Están pendientes de la subvención con fondos europeos.

El museo del futuro

La crisis de los precios de las energías no renovables coincide con el debate internacional sobre la participación de los museos en la justicia climática. Se presentan como instituciones más preocupadas por el pasado que por el futuro pero el cambio climático es mucho más que una simple preocupación ambiental o científica. “Afecta a todos los aspectos de la vida social, cultural, política y económica, también a los museos”, aseguran desde la asociación Museums for Climate Action. Esta organización apuesta por la confianza que generan estos centros para “inspirar un cambio real en la sociedad”. “Lejos de ser reliquias del pasado, los museos están cada vez más llamados a ayudar a dar forma a un futuro más justo y sostenible para todos”, añaden. Proponen tres verbos para actuar: repensar, reimaginar y movilizar.

El Consejo Internacional de Museos (ICOM) asumió en 2019 la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y recientemente ha propuesto, a través del proyecto “Mobilising Museums for Climate Action”, cinco enfoques para que los museos ayuden “a toda la sociedad a reducir rápidamente sus emisiones de gases de efecto invernadero”. Advierten de que los museos deben comprender cómo les afectará el cambio climático para “adaptar sus prácticas, su ubicación, su programación y sus colecciones para estar preparados de cara al futuro”. Los desafíos urgentes de un planeta que se calienta no pueden ser distantes a su mundo contemplativo.

En enero de 2020 el Horniman Museum & Gardens (inaugurado en 1901 en Forest Hill, Londres) lanzó un manifiesto climático y ecológico en el que especificaban los planes para minimizar los desechos, reducir la contaminación e invertir en investigación ambiental. Declaraban que estas instituciones a largo plazo tienen un “imperativo moral y ético de actuar ahora” en la lucha contra el calentamiento global.

Henry McGhie es investigador en la sostenibilidad de los museos del futuro y acaba de publicar una guía para que estos centros, además de bibliotecas, archivos y galerías cumplan con los protocolos y generen la conciencia cómplice para mitigar el cambio climático. Las medidas pasan por la educación, la formación, la transparencia, la participación o la creación de una red internacional de apoyo. Entre las propuestas destaca la promoción de actividades de concienciación pública del cambio climático y la gestión de la sostenibilidad. Estas organizaciones internacionales reclaman a los museos que asuman su responsabilidad como actor y divulgador clave para el futuro del planeta y de la sociedad.

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