El cachondeo de la red antisocial
Leído en Twitter: “Hoy me he levantado feliz #happiness”. A menos que seas un alto dirigente con los códigos secretos de algunas cabezas nucleares y tu estado emocional prevenga que vayas a bombardear un asentamiento kurdo ¿#a #quien #le #importa? Visto en Facebook: “¡Mi perfil ha llegado al número máximo de amigos. Lo siento, chicos! Para seguirme utilizad mi página pública!” ¿En serio? ¿Cinco mil amigos? ¿Quién eres? Y, sobre todo, ¿por qué te sigo?
Esta y otras preguntas flotan en nuestras mentes desde hace tiempo. Tras el auge inicial de algunas redes sociales, primero llegó la ironía, después el desenganche para evitar la alienación, y más adelante, las aplicaciones para evitar la sobreexposición en las redes. Se crearon los mensajes efímeros, las estrategias para evitar a la gente tanto online como offline -porque todo el mundo sabe que el infierno son los demás-, y más adelante se puso en evidencia lo que las redes y ceder nuestra privacidad hacen a nuestras vidas. OpenBook, en su escalofriante mímesis de Facebook, hacía gala del lema: “Confían en mí, los muy gilipollas”.
Ahora ha llegado el momento de la mofa. Comienza a generalizarse la idea de que aquellos nacidos en los noventa huyen de algunas redes por viejunas y, en consecuencia, no tardan en generarse bromas y cachondeo al respecto de estas. La sobreexposición, las cursiladas buenistas de muchos usuarios, o, simplemente, lo cansino que resultan han hecho mella hasta dar lugar a diversos y muy variados proyectos que han pasado de construir una alternativa posible para directamente tomárselo todo a guasa. ¿Nihilismo? Sí, pero que nos pille de risas. He aquí algunos ejemplos:
La policía del selfie. Un chico sonriendo apuntando la cámara de su móvil hacia su cara, junto a una persona sin hogar. Un grupo de diputados autorretratándose en el Congreso, en plena ceremonia de coronación de Felipe VI. Gente haciéndose fotos después de follar. En serio, basta. Eso pensaron un grupo de estudiantes estadounidenses, y fundaron Selfiepolice.org, una web que persigue los peores autorretratos e insta a los criminales a pagar un dólar por su delito. Todo lo recaudado se destina a Vittana, una organización no gubernamental que proporciona préstamos a jóvenes de países en vías de desarrollo para que puedan acceder a la universidad. El site contiene, además, una sección dedicada a los reincidentes, entre los que destacan Miley Cyrus, Beyoncé y Michelle Obama. Michelle, tía, #paga.
El amigo real. Más de dos mil amigos en Facebook. Piénsalo, pero de verdad. Un día el cómico Greg Benson lo hizo y comprobó que apenas conocía a una tercera parte de aquellos de los que veía cada día a través las noticias de la red social. Como Benson se dedica al mundo de la televisión, le pareció interesante comprobar con una cámara cuán amigo era de alguno de esas caras semiconocidas, y decidió hacerse amigo de aquellos que le consideraban su amigo. ¿El resultado? Benson descubrió que no a todo el mundo le gusta que se le presente alguien en la puerta de su casa antes de tomar el primer café. Como propina, todo aquel que vea el resultado sin duda reflexionará sobre las implicaciones reales de conectar información, imágenes propias e intimidades por un medio supuestamente aséptico.
Don't tweet. El uso indiscriminado de Twitter ha contribuido a crear algunas campañas contrarias a la necesidad constante de expresar cualquier tipo de pensamiento -o la falta de este- en 140 caracteres. Desde hace algunos meses han ido apareciendo camisetas con el lema #Nobody #cares #about #your #hashtags (#A #nadie #le #importan #tus #tags) y el más logrado creativamente, el himno “Don't tweet”, basado en la canción de No Doubt Don't speak, en el que la videobloguera Franchesca Ramsey ruega a alguien que no tuitée, “me da igual lo que estés comiendo / deja de entrar en Foursquare / deja de tuitear, da asco”.
En una línea que recuerda a los logotipos honestos de Viktor Hertz y las ideas de Naomi Klein detrás su obra No Logo, el diseñador Clif Dickens comenzó un tumblr sobre marcas y la necesidad de explicar lo que realmente piensa la gente de ellas y sus estrategias. Así nació Honest Slogans, que incluye algunos desopilantes ejemplos sobre redes sociales o plataformas de contenido generado por el usuario. Porque, seamos sinceros, a nadie le interesa tu crítica en Yelp, Pinterest es una cursilada y todos sabemos para qué sirve Wikipedia. En una línea parecida, pero mucho más macarra, Buzzfeed se ha sacado de la manga la guía definitiva sobre las aplicaciones más usadas de móvil y para lo que realmente sirven.