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La Ribot: “Veo con una tristeza y una impotencia tremenda la situación de la danza en España”

La bailarina y coreógrafa española María José Ribot, más conocida como La Ribot / Carole Parodi

Prado Campos

Recién llegada de estrenar una producción en Ginebra, donde se ha ido a vivir tras más de una década en Londres, la bailarina y coreógrafa María José Ribot, más conocida como La Ribot, está de visita en Madrid para presentar una pieza audiovisual que ha creado junto a Carles Santos para homenajear a una de sus “musas y un referente” de la danza, la pionera bailarina de finales del siglo XIX Loïe Fuller. El trabajo, que se puede ver en La Casa Encendida dentro de la exposición Escenarios del cuerpo. La metamorfosis de Loïe Fuller hasta el 4 de mayo, trae la abstracción que puso en escena Fuller en su caja negra a la actualidad. “Uso una cámara muy ligera de mano que es una tecnología sintetizada de lo que la Fuller se podía haber imaginado de su extensión del cuerpo por medio de las varillas [la bailarina bailaba con unas varillas que cubría con un vaporoso vestido de seda para crear danzas como la de la serpentina, la más famosa de sus creaciones]. Es un ejercicio parecido un siglo y medio después que busca extenderme y mirar lo que hay alrededor en la oscuridad más absoluta como hacía ella”, explica.

La Ribot, Premio Nacional de Danza en el año 2000, ve desde fuera cómo en España las cosas no van nada bien para la danza ni las artes en general. Poco apoyo institucional, una política cultural “que nunca ha funcionado bien y peor para las artes de la escena” y un país a nivel general, afirma, gobernado por “la ultraderecha católica” que está acabando con el estado del bienestar. Y en su terreno: “España siempre ha sido un país muy complicado para la danza”, afirma rotunda.

¿Se siente identificada con Loïe Fuller en esa creación basada en la perfomance y la búsqueda de nuevos lenguajes?

Me lo tomo como un piropo. Ella fue una pionera que no hemos superado aún. Cuando decimos performance decimos que no se limitió al lenguaje de la danza y al gesto sino que lo extendió a toda la escena. Su campo de investigación no fue el cuerpo sino la escena y eso es lo que podemos entender como performance. Se dedica a la presencia física, al espacio, al tiempo que pasa... en definitiva, a todo lo que significa la escena. Y ella lo hace jugando con el negro, con las luces y con el cuerpo, que es principal pero es un instrumento más no solo gestual. Fue un concepto súper innovador. Loïe Fuller fue una mujer profundamente moderna en el sentido de pionera y todavía estamos todos basados en ella. Y a mí lo que me pasó es lo que nos ha pasado a muchos después de Fuller, que entendemos la danza no solo del cuerpo sino del espacio que nos rodea, de la escena, de las luces. La danza entendida como una disciplina más amplia que es la escena, basada en la presencia el cuerpo y el tiempo que se pasa en ella. Sin duda, Fuller es una de mis grandes musas y una referencia para las artes escénicas y la danza contemporánea.

Tuvo una formación academicista basada en la danza clásica y también su evolución le llevó a explorar esa concepción más innovadora de la danza. ¿Cómo fue tomada esa ruptura de la que se ha convertido en todo un referente?

Ocurrió en ese momento en el que te das cuenta de que la danza de repente en vez de crecer, te esta limitando. Te preguntas por qué solo tiene que ser esto y no puede ser más amplio el territorio a investigar. Estaba intentado abrir la danza a un territorio que no se limitara al cuerpo, sino que se prolongara también a la escena. Y sobre cómo fue tomado... Bueno, casi todos los artistas estamos rodeados de otros artistas que secundan nuestras ideas y siempre te sueles sentir apoyado por tus amigos, la familia, tu círculo intelectual... Todos los pasos que he dado han tenido respaldo. Y no estaba sola tampoco porque había gente que hacía cosas parecidas. Pero es cierto que lo encontré más fuera. Me tuve que ir a Londres y allí encontré en una red internacional donde se hacían trabajos escénicos que no solo se correspondían a una forma de entender la danza como una organización del movimiento con musica sino que eran movimientos más fullerianos. Este movimiento se empezó a generar en los noventa y aquí, por ejemplo, en el Teatro Pradillo se hacían cosas muy interesantes. Así que no estábamos solos pero, como todo lo que es nuevo, es difícil que se apoye, y en este país es aún más complicado y vamos de peor a peor.

¿Cree que la danza siempre ha estado considerada en España como la hermana “pobre” o relegada de las artes escenénicas?

Creo que es una de las artes de la escena más difíciles porque es muy compleja. Su lenguaje es muy poético y cercano a lo pictórico porque no tiene palabra, es difícil de formular, no tiene narración posible, por lo que tampoco tiene formulación. Luego, por otro lado, tradicionalmente es un arte que necesita el cuerpo joven y eso también limita. Además, no es un arte que haya entrado en la universidad. Académicamente no ha existido aunque ahora con Bolonia es algo que va a cambiar, y menos mal, la danza. Y sin duda institucionalmente.

¿Es entonces esa dificultad la clave de esa falta de reconocimiento en comparación con otras artes escénicas e incluso el cine?

Por supuesto que tiene que ver porque, como decimos, es un arte más difícil de formular y mantener. Parte de la pobreza de la danza es que es más compleja. A eso hay que añadir una dificultad institucional muy grande. España siempre ha sido un país muy complicado para la danza. La política cultural de este país nunca ha funcionado muy bien y peor aún para las artes de la escena. Y ahora como están las cosas... Está claro que depende mucho de quien gobierna. Cambia mucho el panorama porque la danza es un arte muy difícil que tiene que apoyarse.

Y la subida del IVA ha sido la puntilla, claro.

La subida del IVA ha sido un palo para todos. El otro día leía un artículo que decía que realmente nos engañamos porque el IVA no es un palo, el palo viene más profundamente de una tara histórica en la concpeción de la cultura que con este Gobierno además se ha convertido en más complicado. Y esto toca ya a niveles más políticos como el aborto y los derechos de los ciudadanos. A nivel político este país está dirigido por la ultraderecha católica. Es imposible.

Vivió en Londres y ahora en Ginebra, ¿cómo ve desde allí la situación de la danza en España con cada vez menos espacios, funciones, público, festivales...?

Se han cerrado muchos festivales es cierto. Lo veo con una tristeza tremenda y una impotencia tremenda. Hay que empezar a irse. Aunque realmente no habría que decir empezar. La lacra que tenemos los españoles es que aún nos tenemos que ir para trabajar. Yo pensaba que era algo que ocurrió a la gente de los 60 pero, después, también pasó a los de los 70, a los de los 80, a los de los 90 y seguimos ahí. En realidad no hemos dejado de tener que emigrar para trabajar. Sinceramente creía que habíamos construido una España más moderna y europea. El sueño del bienestar y de los países democráticos se esta hundiendo para mí. Cada día la situación es más fascista. Y es muy peligroso, y en este país más incluso.

¿Por eso la vemos poco por aquí?

Bueno sigo teniendo mis relaciones profesionales en España. Con Soledad Lorenzo cuando tenia la galería, he trabajado en Escena Contemporánea [ahora cancelado por la Comunidad de Madrid], con La Casa Encendida he tenido varios proyectos... Tengo muy buenos compinches y gente con la que me gusta trabajar, y me pasa igual en Francia o Inglaterra. Intento que casi todos mis trabajos pasen por Madrid aunque es verdad que en los últimos años me esta costando cada vez más. Y me cuesta tanto por cuestiones más personales relacionadas con la gente que trabajo, por ejemplo Soledad cerró su galería, pero también influye mucho que se cierran festivales, se corta el interés y se complica la cosa indudablemente.

A pesar de todas estas dificultades, usted ha abierto la danza contemporánea a otros espacios como las galerías y los museos y a otros formatos como el audiovisual. ¿Son nuevos territorios también para explorar y abrir escenarios que hoy en día se tendrían que tener más en cuenta?

Son investigaciones, búsquedas y lenguajes. Por ejemplo, este trabajo para la exposición, Beware of imitiations, es la cámara con la que trabajo siempre entendida como una extensión del cuerpo. En realidad lo que me interesa es la presencia del cuerpo, las artes vivas y de la escena. Es una danza que se expande y que no se trata solo de cuerpo. En ese territorio tan rico, la cámara se pega al cuerpo, es una extension que ofrece la mirada que el cuerpo tiene bailando. Ese principio del cuerpo-operador lo he aplicado a este trabajo pero a otras piezas como Despliegue. Yo sigo investigando constantemente sobre la danza como una danza expandida. Y esos otros escenarios están ahí porque la escena es cualquier momento o lugar donde uno se pone a hacer algo frente a otro. Es un territorio que precisamente por eso de que se expande y alarga puede estar en cualquier lugar en el que el artista decida que esté.

¿En qué proyecto anda ahora?

Estoy creando un proyecto fantástico para la escena con Juan Domínguez y Juan Oriente, dos de mis grandes colaboradores hasta que me mudé a Londres en 1997. Estrenamos en septiembre en Ginebra pero aún no puedo decirte el nombre porque no tenemos título. Lo que tampoco sé es si vendremos aquí.

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