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De guasap a destripe: el libro en masculino de la RAE para “escritores digitales” que no está en Internet

Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, durante la presentación del Libro de estilo de la lengua española, esta mañana en Madrid

José Antonio Luna

“Nuestra lengua, en especial su versión escrita, está trufada de hábitos pésimos que se contagian por imitación”, leyó el pasado lunes Darío Villanueva, director de la RAE, parafraseando un ensayo de George Orwell escrito en 1946 que criticaba lo impreciso del lenguaje contemporáneo. Las palabras servían de presentación para una nueva obra que pretende “adaptarse a los nuevos tiempos”, por ahora sin versión digital (para consulta en Internet), tratando temas como los emojis o los memes: El libro de estilo de la lengua española (Espasa).

“La RAE está abriéndose a un mundo al que ya estaba abierta con el sistema de consulta del español urgente o el diccionario online, que ha mejorado mucho”, explica a eldiario.es Mario Tascón, periodista y consultor de la RAE para el capítulo digital. El escritor, que además dirigió en 2010 el primer manual de estilo en español para Internet de Fundéu BBVA, destaca la rapidez con la que se modifica un lenguaje que cambia a cada golpe de tuit.

El libro de la RAE incide sobre la ambigüedad de ciertos recursos característicos de las redes sociales. De hecho, en uno de los ejemplos más recientes, el PP cargó contra RTVE por publicar en Twitter un vídeo de la princesa Leonor con el mic drop de Barack Obama al final. “Un escándalo y un despropósito”, lo calificaron desde la formación azul. “Es un uso nuevo, de una tecnología nueva y en un formato en el que ni siquiera hay unas reglas”, explica el periodista. Continúa diciendo que eso es “lo difícil de la comunicación emocional” presente en redes sociales, la cual también se transmite a través de otra herramienta: los emoticonos.

“Puede haberlos simples: la sonrisa - :) . Pero poco a poco se han ido extendiendo otros emoticonos más sofisticados: un corazón - hashtag hasta los hipervínculos. También, el cómo referirse a ciertos elementos: un guasap, que sería un mensaje enviado por WhatsApp. ”No sé si es lo más adecuado“, reconoce Tascón sobre esta castellanización fonética. ”Dentro de lo malo la puedes utilizar, pero yo creo que en esos casos casi es mejor poner en cursiva la palabra inglesa y dejarse de inventos“, añade el también director de la consultora Prodigioso Volcán.

Pero la extrañeza tras guasap tampoco desaparece al escribir términos como cederrón (CD-ROM), yutubero (youtuber) o destripar (para hacer spoiler), entre muchos otros heredados de la Red. No obstante, el escritor apunta que “en el español se nota muchísima diferencia según la edad”, y, como ejemplo de ello, pone el debate sobre la ya mencionada palabra de spoiler. “Los que apuestan por destripar se resisten de forma muy combativa, ya que no quieren perder un concepto que se venía utilizando como mínimo desde principios del siglo XX y que ya entonces se refería al destripe de una obra de teatro”, asegura.

Los malos hábitos de lo nuevo

“Si uno se libra de esos hábitos [los pésimos], podrá pensar con mayor claridad, y esto último es por fuerza un primer paso hacia la regeneración política”, prosiguió en la rueda de prensa Villanueva, leyendo el texto de Orwell. ¿Están “los malos hábitos”, como la supresión de caracteres, provocando que se escriba peor? Los nuevos códigos son vistos como carentes de sentido e ingenio, una preocupación también presente en las dos últimas décadas prácticamente desde la irrupción de los SMS.

“Ese es un miedo recurrente y sigue estando”, considera Mario Tascón. Aun así, el periodista hace una diferenciación entre el registro utilizado en el ámbito público y el privado, como puede ser hablar por algún cliente de mensajería. “Yo no me atrevería a decir que la gente escribe ahora peor que antes. Sospecho que no, lo que pasa es que hay más gente que escribe mal a la que vemos”, matiza.

La clave, según el periodista, estaría en “la capacidad de adaptar el registro”, ya que “una persona culta es aquella que sabe en qué ámbito escribe”. El problema llega cuando esto no ocurre y lo público se transforma en una vía para las formas privadas. “Es entonces cuando se producen estas lapidaciones tuiteras por una falta de ortografía”, señala el consultor de la RAE.

La “confusión” con el lenguaje inclusivo

Además de recomendaciones orientadas a redes sociales, el manual comienza con un apartado dedicado a las cuestiones gramaticales más consultadas a la Academia en los últimos años. Entre ellas, la del lenguaje inclusivo. “Por supuesto que no va a haber sorpresas”, ha recalcado Villanueva sobre el asunto. De hecho, es algo que se reafirma al abrir el primer capítulo: “El masculino, por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos. No hay razón para pensar que el género masculino excluya a las mujeres en tales situaciones”.

La aclaración llega en mitad de un encargo realizado por el Gobierno a la RAE del que todavía no se sabe demasiado: la reforma para que se adapte el texto de la Constitución a un lenguaje inclusivo. Lo único que se conoce al respecto es que el responsable de evaluarlo será Ignacio Bosque, académico que ya desaprobó en 2012 las guías públicas que apuestan por esta medida.

“Hay muchas cosas en el lenguaje de género en las que se podría avanzar sin ningún problema, como la propia visibilización de mujeres a la hora de poner ejemplos. Eso ya es un avance que no sería pequeño si los consiguiéramos”, admite Mario Tascón. No lo refleja así El libro de estilo, el cual no considera válida ninguna forma de hacer referencia a los dos sexos: ni el arroba, ni la “e” ni la “x”. Como el propio Villanueva recalcó, que nadie espere “grandes sorpresas”.

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