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“Nos hallamos en fase de demolición de nuestra sociedad y no hemos logrado poner en marcha un recambio”

Isaac Rosa

Miguel Ángel Villena

Desde el mismo título y desde la primera frase, Isaac Rosa (Sevilla, 1974) quiere dejar bien claro que en su novela Feliz final (Seix Barral) pretende darle la vuelta a las convenciones sobre las relaciones amorosas. Del mismo modo que ese Feliz final invierte la apostilla habitual, la novela recién publicada arranca con un epílogo y acaba con un prólogo. “Es decir”, cuenta el escritor, “que el epílogo está contado desde un piso vacío como símbolo de una separación de pareja mientras el prólogo narra los bonitos tiempos del enamoramiento y de la seducción”. La frase con la que empieza Feliz final también adquiere todo un sentido de aquello que el lector puede esperar. Dice así: “Nosotros íbamos a envejecer juntos”.

“No he escrito una novela contra el amor romántico”, confiesa Isaac Rosa, “pero es cierto que puede resultar una historia desoladora, triste y que intenta reflejar el desconcierto y la incertidumbre en la que vivimos. Hemos asistido a la demolición del amor romántico, pero hemos sido incapaces de construir nuevos imaginarios amorosos. En cualquier caso, la novela representa una especie de autopsia de las formas del amor en la actualidad”, explica en conversación con eldiario.es.

En esta historia narrada a dos voces, un hombre y una mujer de mediana edad, surge al fondo del relato la España de los últimos años marcados por la precariedad laboral, las protestas sociales, la crisis de las instituciones, la pérdida de derechos… Y si bien los protagonistas son profesionales urbanos (un periodista y una profesora en torno a los 40 años) Isaac Rosa ha tratado de plasmar un relato que vaya más allá de un retrato generacional. En definitiva, una historia de amor/desamor universal, aunque ambientada en el aquí y ahora hasta el punto de que el escritor afirma con rotundidad: “Narra una historia sentimental, pero es mi novela más política”.

Anda preocupado este novelista, uno de los más premiados y reconocidos de su generación, por la obsolescencia que define nuestra época. “Cada vez”, señala, “la fugacidad de las cosas es más intensa, cada vez todo tiene una fecha de caducidad más temprana. En ocasiones da la sensación de que necesitamos vivir varias vidas y estar continuamente presentes en las redes sociales o en retransmitir al minuto nuestras experiencias, deseos u obsesiones”.

Alto y espigado, de hablar pausado, este novelista con aire de aplicado profesor de instituto responde que la elaboración de Feliz final ha sido la más rápida en su carrera de escritor que se inició hace ya dos décadas con un libro con título provocador, ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!, y que desde entonces ha alternado la literatura con el periodismo y siempre desde la actitud de un compromiso político con la izquierda. “Nos hallamos”, opina, “en una fase de demolición en todos los terrenos de la vida y de nuestra sociedad. Pero desgraciadamente no hemos logrado poner en marcha un recambio, lanzar alternativas… Quizá sea la incertidumbre lo que más marca hoy las conductas. Así esta falta de certezas planea sobre la política, la economía, la cultura o el amor. Parece que hablamos siempre de las relaciones amorosas entre comillas. A lo mejor tenemos que salvar la lealtad, el compromiso, no lo sé. ¿O nos quedamos a la intemperie?”, cuestiona.

Desde una posición que no rehuye la autocrítica, Isaac Rosa se muestra un tanto decepcionado con el papel de la literatura española de esta última década. Tras subrayar que el balance de los llamados a ser narradores de la crisis no ha sido muy satisfactorio ni en cantidad ni en calidad, el novelista dice con mucha claridad: “Los novelistas no hemos sido capaces de contar desde la ficción lo que nos ha pasado en estos años de crisis”.

Para remarcar esta opinión Isaac Rosa acude a citar la autoficción como el género literario de moda. “Con todos mis respetos por la autoficción”, comenta a lo largo de la entrevista, “no deja de resultar paradójico que un género intimista y replegado en sí mismo se haya convertido en la opción preferida para muchos narradores”.

Por el contrario, Isaac Rosa resalta el papel de compromiso social que está cumpliendo el teatro en nuestro país. Autor de algunas piezas teatrales y aficionado declarado a la escena no descarta el novelista irrumpir en el futuro en el mundo de las tablas. “Me gusta el teatro”, declara, “porque supone una experiencia colectiva, una puesta en común y, en el caso de los escritores, una auténtica cura de humildad”.

Volviendo a su reciente novela, Isaac Rosa no oculta la dificultad de una narración a dos voces, masculina y femenina, y aclara que ha tenido especial cuidado en que los dos narradores se diferenciaran tanto en el fondo del relato como en la forma estilística. “No tenía dudas”, explica, “de que Feliz final debía de ser narrado con las dos voces de la pareja. De hecho, el amor significa un relato común y la pérdida del amor se traduce en la nostalgia por un relato común perdido. Antonio y Ángela, los protagonistas de mi novela, llaman a ese relato común el parque temático de una relación”.

De todas maneras, Isaac Rosa insiste en que su historia es una novela y no un tratado sobre las relaciones amorosas. No obstante, el escritor recuerda en los agradecimientos al final del libro que en la novela resuenan ideas de teóricos de referencia sobre el amor como Roland Barthes, Elisabeth Badinter, Erich Fromm, Eva Illouz o Marina Garcés.

Fiel desde su juventud a una doble dedicación a la literatura y al periodismo, que ejerce en varios medios, entre ellos eldiario.es, Isaac Rosa ha tenido que aparcar durante un tiempo la segunda faceta para volcarse de lleno en este libro.  De cualquier modo, confiesa que se siente cómodo al compaginar literatura y periodismo y rechaza que, en su caso, unos géneros literarios contaminen a los otros.  “Creo más bien”, cuenta, “todo lo contrario. Es decir, que literatura y periodismo circulan por canales de ida y vuelta que se retroalimentan y que enriquecen al escritor”.

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