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Mónica Rouanet da voz a niños y adolescentes marginados en su nueva novela

Mónica Rouanet da voz a niños y adolescentes marginados en su nueva novela
Madrid —

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Madrid, 14 may (EFE).- Su trabajo en atención a menores y a familias de alto riesgo social llevó hace cinco años a Mónica Rouanet a un escondido edificio que albergó en el pasado una residencia para niños sordos cuyas leyendas le inspiraron su nueva novela, en la que da voz a menores marginados por ser diferentes.

“No oigo a los niños jugar”, editado por Roca, es el título de esta novela de misterio de Rouanet, autora también de “Despiértame cuando acabe septiembre” y que desde hace más de veinte años atiende a personas en riesgo y dificultad social.

Según relata en una entrevista con Efe, en 2017 fue trasladada a un edificio que en los años 70 funcionaba como residencia y orfanato para niños sordos, en el que había algunas plantas en desuso.

Y exploró esas plantas mientras le contaban leyendas de apariciones como la de la “monja de la campana” o un niño llamado “Fernandito”, que sufrió un accidente, y en las que todavía había habitaciones intactas con camas hechas, juguetes y dibujos dejados en las paredes de esta residencia que funcionó hasta principios de los 2000.

En la novela, la autora mezcla dos tiempos: el del edificio mientras fue una antigua residencia para niños sordos, y su uso posterior tras ser rehabilitada como clínica psiquiátrica para adolescentes.

Adolescentes con adicciones, obsesiones, dependencias emocionales que no saben cómo gestionar y niños abandonados por su sordera son el presente y el pasado de un mismo edificio, en cuyas plantas superiores todavía habitan unos menores que solo Alma, la protagonista de esta historia, puede ver.

Alma es una joven de 17 años que, tras un grave accidente de coche, sufre un shock postraumático y es ingresada en esa clínica psiquiátrica, donde convivirá con otros adolescentes.

Entre ellos Luna, adicta a cualquier droga; Mario, que cree que le espían; Ferran, adicto al sexo; Gabriela, obsesionada con la comida, y Candela, en crisis permanente.

Rouanet explica que padecer algún trastorno psicológico sigue siendo ocultado “como si fuera algo terrible” y que por eso ha querido acercar a los lectores a estos adolescentes, en los que se junta esa edad en la que “duele el alma” con alguna diferencia respecto a los demás que convierte su situación en “terrible”.

En las plantas superiores del edificio se esconden dos niños para poder seguir viviendo donde siempre han estado desde que les abandonaron por ser sordos. Dos niños que interactúan con Alma y de los que no se sabe si existen realmente o solo son imaginados por la joven.

“Nunca sabes si es fantasía o realidad”, indica Rouanet, que reconoce que le encanta jugar con el lector, pero siempre mezclando esta trama con el problema social que sufren sus protagonistas.

Considera la autora que debería haber un mayor apoyo psicológico para los jóvenes y los niños, especialmente en la actualidad, ya que con la pandemia de coronavirus han crecido muchísimo las consultas a especialistas.

“De tener dos o tres en lista de espera, hemos pasado a diez o doce”, asegura Rouanet: niños con problemas hipocondriacos y de identidad, que han vivido meses solo relacionados con su familia y con las redes sociales en las que falta el contacto verbal.

“Se ven casos de inseguridad, angustia, crisis y depresión”, indica la escritora y trabajadora social, quien subraya también la situación de los niños nacidos durante la pandemia, desde enero de 2020, que han pasado meses sin interactuar más que con su familia más cercana.

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