Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Soler i Godes, el pedagogo valencianista

Carles Marco

0

Este año se cumple el 25 aniversario de la muerte de Enric Soler i Godes (Castelló, 1903 –València, 1993), posiblemente el pedagogo valencianista más importante del siglo XX. Aunque ejerció una nada desdeñable labor de escritor y periodista en valenciano, e impulsó y firmó las Normes de Castelló, es sin duda desde la Pedagogía donde dejó un impagable legado para el País Valencià. Soler i Godes introdujo las ideas de la Escuela Nueva siguiendo la renovación que en Francia había realizado Célestin Freinet. Para Soler i Godes, que desarrolló didácticas específicas, la escuela debe tener como fin “la perfecta educación del individuo respecto a la vida social. Al salir de la escuela el niño tiene que estar dispuesto a sacrificarse voluntariamente por la mejora de la sociedad, a ayudar con todas las fuerzas, a ser un músculo más que mantenga la carga de la vida social, una mano que abre, un pensamiento que dirige, unos pies que aplasten zarzas y labren nuevos caminos, una esperanza firme y una voluntad de acero. Una voluntad bien educada vale más que cien conocimientos. Haced a vuestros discípulos voluntariosos antes que sabios”. Su empeño fue una pedagogía popular, socialmente comprometida con los trabajadores explotados por el capitalismo, y enraizada con la cultura y la lengua del País Valencià, cuestión que plasmó ya en 1933 en dos conferencias: “Questió de principis sobre el xoc que patix el xiquet en haver d’estudiar en una llengua (el castellà) que li és aliena”; y “Necessitat d’una Associació de Mestres Valencianistes”. Soler i Godes había obtenido su plaza de maestro en 1923, cuando España estaba todavía anclada en el paradigma pedagógico tradicionalista, memorístico-irreflexivo, instruccional, transmisivista, bancario, directivo-autoritario y centrado en el maestro con total sumisión del alumno. En ese sentido fue ejemplar su empeño por construir una escuela activa que superase la ‘escuela-cuartel’ y la ‘clase-templo-pasivo’ en ventaja de la ‘escuela-comunidad’ y de la ‘clase-laboratorio’ abierta a la vida y a la naturaleza. Asumía, pues, en la práctica educativa, un carácter experimental y un arsenal desde y para la sabiduría popular.

A toda esta renovación se lanzó en 1932 tras asistir a l’Escola d’Estiu de Barcelona., donde conoció las técnicas Freinet que propiciaban la investigación y participación cooperativa del alumnado. Su metodología de aprendizaje introducía la asamblea de clase; los planes de trabajo; la correspondencia interescolar; el texto libre; la biblioteca de trabajo; la revista escolar, la imprenta y las conferencias (donde los niños, tras buscar los materiales idóneos reelaboraban y redactaban un tema que acompañaban con ilustraciones y fotografías). Hijo de propietarios de una imprenta en Castelló, Soler i Godes enseñó a imprimir a sus alumnos con un complejo tipográfico simple y con grabado linóleum: “Fiel a las ideas de Freinet creé en mi clase de Moró la imprenta a l’Escola, un éxito gracias a la colaboración completa y entusiasmada de aquellos alumnos que hicieron posible la publicación de nuestra revista ‘Sembra’, una para cada alumno, y las sobrantes las intercambiábamos con otras escuelas de Catalunya”. ‘Sembra’ se redactaba en valencià y contenía también canciones, acertijos, poesía, cuentos… “Si eso lo pude hacer yo solo, sin colaboración oficial y burlando la ley que prohibía el valenciano en la escuela, qué no podréis hacer vosotros maestros jóvenes?”, escribía en 1986.

Durante la Guerra Civil continuó su labor pedagógica, pero al final del conflicto, en 1939, se le sometió a un consejo de guerra del que salió absuelto, pero apartado dos años de su trabajo y cinco fuera de la provincia de Castelló. En 1945 pudo volver, obteniendo su plaza en Benifaio, y fundó junto a Carles Salvador la sección filológica de Lo Rat Penat organizando los primeros cursos de valenciano al País Valencià de la posguerra. El resultado de su magisterio, del que se jubiló en 1968, fue plantar la semilla de la pedagogía Freinet y numerosos artículos sobre educación, amén de guardar un auténtico tesoro documental de la época en su archivo, que permaneció desconocido durante muchos años. Este archivo se encuentra hoy recogido en el Arxiu General de la Universitat Jaume I. Allí se encuentran las claves de aquel heroico movimiento escolar juntamente con noticias sobre maestros, escuelas y periódicos que hoy son fundamentales para el esclarecimiento del movimiento de renovación pedagógica durante la II República y la dictadura. En un texto mecanografiado de 1937 Soler i Godes describe la situación: “Aquellos maestros que rigieron aquellas escuelas rurales de antes de 1936 fueron unas abnegadas promociones contra dos plagas seculares: la incultura y el analfabetismo. En aquellos pueblos ahogados de miseria… pueblos sin luz eléctrica, sin agua corriente, sin alcantarillas, sin los más elementales servicios de higiene…” Ante este panorama las maestras y maestros tenían que hacer el corazón fuerte para no hundirse y dar a comprender a sus alumnos que la cultura redime los pueblos. Soler i Godes nunca concibió a los maestros como técnicos o burócratas deudores del paradigma del profesionalismo y la eficiencia, sino como personas comprometidas en las actividades de la crítica y el cuestionamiento al servicio del proceso de liberación y emancipación.

Muchos maestros, como Ferran Zurriaga, recogieron su antorcha freinetiana profundizando y aplicando sus enseñanzas: así también, ya en democracia, el pedagogo Jaume Martínez Bonafé ahondó la pedagogía Freinet proponiendo convertir la ciudad no solo como contribución añadida a la actual estructura disciplinar, sino considerando que la ciudad también es currículo, es decir, que la ciudad como espacio social y de vida cotidiana debe ser proyecto, experiencia, y posibilidad de producción de saber.

A mi juicio, el legado de Soler i Godes goza todavía de un amplio predicamento. Su manera de entender el proceso de enseñanza-aprendizaje es hoy avalado por numerosos avances desde las neurociencias, la pedagogía y la psicología. Con sus métodos daba entrada a que cada alumno tuviera opción a descubrir y desarrollar sus particulares y diversas inteligencias, y propiciaba el desarrollo de la inteligencia emocional intra e interpersonal (como hoy han descubierto los psicólogos Gardner y Goleman) . Sin duda la correspondencia entre escuelas es un antecedente de las redes de intercambio que hoy se pueden establecer gracias a las TIC. También el tan cacareado Aprendizaje Basado en Proyectos estaba ya prefigurado en las técnicas antes citadas, al igual que la organización escolar dinámica y flexible en tiempos y espacios, contra la actual organización hierática y prefijada que impide cumplimentar las necesidades metodológicas y de innovación del profesorado. Estuvo siempre en contra de la administración funcionalista o jurásica, contra la concepción neoliberal de acabar con la escuela comprensiva, de marginar con la supuesta ‘excelencia’ y el eficientismo, de la formación para el productivismo y consumismo absurdo capitalistas, de la burocratización… Sin caer en un naturalismo roussioniano iluso, valoró la importancia de los contenidos sustantivos y enraizados en el pueblo, puso también el acento en fortalecer la solidaridad, la voluntad y el esfuerzo, y desaprobó el rol docente de mero transmisor y ejecutor de las ideas de otros, deudor del paradigma actual del profesionalismo tecnocrático (muy al contrario recompuso la dignidad del docente y de la Pedagogía). Soler i Godes fue un adelantado a su época: sabía que la organización de un centro no puede ser predefinida, sino que debe amoldarse y ajustarse (las necesidades didácticas y educativas pueden variar de un día para otro en función de acontecimientos, noticias, intereses…) Solo así dispondremos de escuelas activas, innovadoras, creativas y obviamente, diferentes. La incertidumbre, complejidad e irregularidad del mundo que vivimos debe tener su reflejo pedagógico en un modelo metodológico no encorsetado y preestablecido.

Nunca olvidó la defensa del valenciano y las tradiciones y cultura del País Valencià –entre sus íntimos amigos se encontraban ‘homenots’ como Joan Fuster, Enric Valor, Ricard Blasco, Carles Salvador, Ángel Sánchez Gozalvo… En 1990 fue miembro fundador y presidente de la Asociación de Estudios Falleros; un año antes recibió el Miquelet de Honor de la Sociedad Coral el Micalet. Finalmente en 1992 recibió la Medalla de Oro de la Generalitat Valenciana, y en 1999 se creó la Cátedra Soler i Godes de la Universitat Jaume I de Castelló (uno de los centros de investigación pedagógica sin duda más importantes).

Carles Marco es pedagogo y psicólogo.

Etiquetas
stats