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El Gobierno mantiene a más de 1.300 migrantes hacinados en el CETI de Melilla tras detectar varios casos de COVID-19

Residentes del CETI de Melilla reclaman la salida hacia la península por miedo al coronavirus

Rosa Soto / Gabriela Sánchez

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Desde el estado de alarma, las personas acogidas en el Centro de Estancia Temporal de Extranjeros (CETI) de Melilla han comprobado que las medidas repetidas hasta la saciedad por las autoridades para evitar los contagios no eran para ellos. Se preguntaban cómo podían respetar la distancia social si cada día, en la cola del comedor se encontraban con centenares de personas; si dormían bajo lonas junto a decenas de compañeros, separadas por estrechos pasillos que imposibilitan evitar el contacto; si apenas había mascarillas y gel para todos. El pasado viernes, se cumplió el temor de numerosas organizaciones especializadas tras detectarse el primer caso de coronavirus en el CETI. A pesar del riesgo de expansión del virus en el interior, el Gobierno mantiene en condiciones de hacinamiento a 1.375 personas en un espacio con capacidad para alojar a 782.

La residente infectada fue trasladada al Centro COVID-19 para su aislamiento. Ese mismo día, la Consejería de Salud Pública, en coordinación con el Ministerio de Inclusión -del que depende el centro-, ordenó el cierre del CETI durante las dos semanas siguientes, medida que ha sido suspendida este martes por el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Melilla tras considerar que “no es proporcional”. Este fin de semana se detectó un segundo caso positivo en el centro. Un hombre que fue llevado al hospital comarcal de la ciudad con síntomas coincidentes con coronavirus y donde le confirmaron que era positivo, apunta un medio local. En ambos casos se desconoce cómo y dónde pudieron contagiarse. Ante la reapertura de puertas del CETI, ni la Consejería de Salud Pública, ni la Delegación del Gobierno, ni la Secretaría de Estado de Migraciones aclaran si se procederá a la realización de pruebas a todos los residentes y empleados.

Desde la Secretaría de Estado de Migraciones explican a elDiario.es que “se está desplegando en coordinación con la Consejería de Salud de Melilla un operativo que permitirá rastrear y asegurar la cuarentena o el seguimiento de quienes así lo precisen”, del que no han detallado más detalles. “La Ciudad Autónoma de Melilla cuenta con un centro preparado para estos casos, ya que acoger la cuarentena de personas con Covid-19 que no puedan seguir sus confinamientos en sus hogares o en el centro donde estén albergados”, añaden las mismas fuentes.

El cierre temporal y la situación en el centro de acogida ha disparado el nerviosismo entre los migrantes acogidos, después de haber pedido durante meses su traslado a la península. Cargados con pancartas en castellano y árabe con mensajes como ‘Pedimos seguridad y protección, no miedo’ y ‘Huimos de la guerra para no morir aquí’ y al grito de ‘salida’ y ‘libertad’, cerca de 200 residentes del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla se han concentrado este martes en las puertas de las instalaciones reclamando el traslado a la península “por miedo al contagio de coronavirus”. Hasta la puerta del centro se desplazaron “varias patrullas de la Guardia Civil, aunque no ha sido necesaria su intervención, pues la protesta se ha desarrollado sin incidentes, según la Delegación del Gobierno en la ciudad autónoma.

“Tenemos miedo al coronavirus. Estamos hacinados, no hay posibilidad de mantener la distancia de seguridad, apenas tenemos mascarillas o geles”, afirma Abdellah, un joven palestino que lleva poco más de un año en el centro a la espera de una respuesta de su petición de asilo. Con esas palabras describía la situación de desesperación que viven las 1.375 personas residentes del CETI, según los últimos datos facilitados por la Secretaría de Estado de Migraciones a este diario, cifra que prácticamente duplica la capacidad de acogida del centro, de 782. Fuentes del CETI consultadas por este medio aseguran que los baños están provistos de geles hidroalcohólicos, aunque reconocen que dadas las características del centro es imposible mantener distancia de seguridad.Abdellah apunta que sí que distribuyeron dispensadores de gel hidroalcohólico en los baños, pero como si no hubiera porque se gastan muy rápido y tardan en rellenarlos.

Abdellah está “cansado” de reutilizar la misma mascarilla: “Después de tanto tiempo creo que ya no es efectiva, por eso muchos no la llevan”. El joven palestino ha participado en la concentración de esta mañana motivado no solo temor a contagiarse en unas instalaciones masificadas, sino también por la desesperación que supone esperar más de un año atrapado en Melilla esperando una respuesta a su petición de protección internacional. “Huyo del genocidio que comete Israel en Palestina. Cuanto más tiempo pase hasta que me concedan la protección, más tardaré en reagruparme con mi mujer e hija”, explica rodeado de otros jóvenes que reclaman el traslado hacia la península para poder seguir con su ruta migratoria.

“Hemos dejado atrás penurias en busca de un futuro mejor y nos encontramos encerrados sin saber si estamos contagiados o si tendremos tratamiento y sin posibilidad de viajar hasta la península para seguir adelante”, explica brevemente Mourad, pseudónimo de un tunecino de 30 años que ya se manifestó a inicios de año ante la Delegación del Gobierno en la ciudad autónoma por la paralización de los traslados de sus compatriotas “por presiones de Francia a España”, según sospecha, para evitar la llegada de más migrantes procedentes de este país magrebí. “Estamos sanos, nos contagiaremos y encima nos culparán a nosotros de ser el foco de infección”, lamenta.

Históricamente, gobiernos de distintos colores han tratado de prolongar la estancia de los migrantes en las ciudades autónomas bajo el supuesto argumento de que permitir una rápida salida hacia el resto de Europa podría conllevar un aumento de las entradas clandestinas a través de este punto. A pesar de las reiteradas exigencias por parte del Defensor del Pueblo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y Amnistía Internacional, Interior ha rechazado aprobar el traslado a la península de un número de personas suficiente para descongestionar el centro. Desde que se decretó el estado de alarma el 14 de marzo se han realizado únicamente dos traslados de residentes del CETI hacia la península: 51 personas en el mes de abril y otras 136 en mayo. En ese mismo mes se desplazaron hasta 50 migrantes con diversas patologías a un hotel para evitar que un posible contagio agravara su situación.

Después de que Interior se haya negado durante meses a desbloquear los traslados, la Secretaría de Estado de Migraciones ordenó en mayo impedir nuevas entradas en el CETI. Según aseguran fuentes de la institución, el objetivo fue “garantizar las condiciones de acogida de las personas que se encuentren” en el centro. No obstante, su ocupación continúa superando su capacidad con creces y, según organizaciones sociales, no cumple con las garantías. Los migrantes recién llegados desde entonces, entre los que se encuentran los 30 hombres que saltaron la valla la semana pasada, son alojados en la plaza de toros de la ciudad, un espacio que también está masificado, al alojar a 500 personas. 

Entidades como Solidary Wheels y No Name Kitchen, que también operan sobre el terreno atendiendo las necesidades de las personas migrantes, condenan “el hacinamiento y la falta de higiene”, así como “la falta de medidas de protección y distanciamiento social ante la pandemia por covid-19”. Por ello, exigen al Ministerio del Interior del Gobierno de España que “tal como recomiendan la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet y el subcomité de prevención de la tortura, así como el Defensor del Pueblo español, se realicen con urgencia traslados a la península de las personas migrantes o solicitantes de asilo que sean necesarias para poder ofrecer las justas garantías sanitarias que cualquier ser humano merece”.

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