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Migrantes que solo pueden pedir asilo si saltan la valla en contra de lo que dice Marlaska

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Gabriela Sánchez

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Para pedir protección internacional en España, hay que llamar “a sus puertas”, según dice Fernando Grande-Marlaska. El ministro del Interior, en su última comparecencia en el Congreso, tildó de “falso e irresponsable” asegurar que muchos de quienes saltaron la valla el día de la tragedia de Melilla lo hicieron ante la imposibilidad de pedir asilo de otro modo. Pero los testimonios de migrantes que han intentado solicitarlo muestran otra realidad.

Es el caso de Amir, un joven sudanés que saltó la valla de Melilla el 24 de junio, el día en que fallecieron al menos 23 personas, según los datos oficiales. Él, ahora desde Reino Unido, dice no saber dónde están esas puertas a las que tendría que haber llamado, según el ministro.

Es uno de los 133 migrantes y refugiados que entraron en la ciudad autónoma y lograron permanecer en ella tras esquivar las 470 devoluciones en caliente practicadas por la Guardia Civil. Pidió asilo a su llegada a España y su solicitud, como la de todos los que llegaron el día de la tragedia, fue admitida a trámite.

Amir pudo registrar su petición de asilo solo después de saltar la valla porque apenas existen vías para solicitar protección sin necesidad de entrar en territorio español. Y viajar a España de forma regular es prácticamente imposible para personas de determinadas nacionalidades, como la suya, la sudanesa, debido a los complicados requisitos impuestos para solicitar un visado. Como Amir, expertos en migración y la agencia de la ONU para los refugiados coinciden en desmentir las palabras del ministro.

En sus explicaciones de la tragedia de Melilla, el ministro del Interior suele destacar siempre el supuesto carácter violento del salto, mientras diputados de la oposición y de los partidos socios de la coalición, así como las ONG, le han insistido en distintas ocasiones en que los obstáculos con los que se chocan para solicitar protección internacional de otro modo les empujan a intentar entrar a España de forma irregular. 

“Se ha llegado a afirmar que las personas que asaltaron nuestra frontera de forma violenta lo hicieron ante la imposibilidad de pedir asilo. Y sencillamente es falso e irresponsable”, declaró Marlaska en la primera intervención de su última comparecencia sobre las muertes de Melilla. El ministro consideró que estos “mensajes y las declaraciones públicas” pretenden “justificar el violentar una infraestructura fronteriza”. 

“La Ley de Asilo define claramente los espacios donde solicitar asilo”, defendió Grande-Marlaska. Además de en territorio español, la legislación mencionada por el ministro también cita como lugares aptos para pedir protección los puestos fronterizos y las embajadas o consulados de terceros países. En la práctica, sin embargo, es más complicado.

De la ley a la realidad

“Sobre el papel sí es posible pedir asilo antes de cruzar la frontera y llegar a territorio nacional, pero en la práctica es imposible. Y todas las entidades que trabajan en el terreno saben que no es así”, dice Blanca Garcés, investigadora sénior sobre migraciones en el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). 

Una de esas organizaciones en contacto continuo con los solicitantes de asilo es la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que lleva décadas denunciando la falta de vías legales de entrada para solicitar asilo en España. “Más allá de lo que dice la ley, la realidad es que esa vía no está abierta”, dice también Elena Muñoz, responsable del área jurídica de la ONG. 

En concreto, en la frontera de Melilla, el acceso a las salas de asilo habilitadas en el puesto fronterizo es muy restringido, especialmente a las personas de origen subsahariano, dado que carecen de libertad de circulación en el país vecino. Para acceder a estos puntos, los solicitantes de protección deben sortear antes el control marroquí, algo prácticamente imposible para una persona negra sin papeles. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas (Acnur) para los refugiados no tiene constancia de que “ninguna persona” de origen subsahariano haya logrado pedir asilo desde la creación de estas oficinas en 2015, según los datos ofrecidos por Acnur en los últimos años. Tampoco en la existente en Ceuta. 

“Estas personas no pueden acceder al puesto fronterizo. Viven en el bosque, en las ciudades del norte los persiguen. Aunque tuviesen dinero, se van al bosque, se esconden, por los riesgos que corren: la discriminación y las redadas les hacen la vida imposible. Por lo que no se pueden ni acercar al puesto fronterizo”, dijeron desde Acnur.

Oficina de asilo de Melilla

Las salas de asilo de las fronteras de Ceuta y Melilla forman parte de esos casos, mencionados por ambas expertas, en los que la normativa dice una cosa pero la práctica es otra. “La realidad es que no hay gente que se pueda acercar físicamente al puesto por el control férreo de Marruecos”, indica Muñoz. Aunque con dificultades, las personas blancas o de rasgos magrebíes sí han podido acceder a estos puntos, sorteando el control marroquí simulando ser marroquíes con permisos de entrada en España. No obstante, tras la reapertura de la frontera y la mejora de las relaciones con el Gobierno español –después del giro del Gobierno con respecto al Sáhara Occidental–, la vigilancia ha limitado el acceso al puesto fronterizo de cualquier solicitante, apunta la abogada de CEAR. 

De las 98.080 solicitudes de asilo registradas en España en lo que va de año –hasta el 31 de octubre–, 2.322 peticiones fueron presentadas en “puestos fronterizos”, según los datos oficiales. El Ministerio del Interior no desglosa entre puestos específicos, pero tanto Acnur como CEAR apuntan a que se trata de las demandas de refugio formalizadas en los aeropuertos. Esta sí es una vía abierta para la entrada de algunos potenciales solicitantes de asilo, pero no para todos. 

Visados

En lo que llevamos de 2022, la mayoría de solicitantes de asilo han llegado a España en avión porque proceden de países de Latinoamérica cuyos nacionales tienen facilidades para viajar al país y además carecen de visado de tránsito para hacer escala en aeropuertos españoles, como Venezuela, Colombia y Perú. 

“Aquí entra la política de visados y visados de tránsito aeroportuario, que no solo depende de la UE. Hay una parte de ese listado sobre la que los Estados deciden sí pueden imponerlo a terceros países o no. Si se impone, se dificulta la escala, cuando hay muchos solicitantes que no tienen permiso de entrada en España pero podrían aprovechar esa escala para solicitarlo sin llegar de forma irregular”, explica Muñoz. “Hemos visto ejemplos en los que, en cuanto hay un aumento en las solicitudes de asilo de ciertas nacionalidades, España decide exigir el visado de tránsito. Lo hemos visto con Siria, con Yemen, con Gambia, con Haití…”.  

Otra de esas puertas incluidas en la legislación pero cerradas para muchos en la realidad es la posibilidad de pedir protección en las embajadas o consulados. La Ley de Asilo de 2009 lo contempla, pero determina que el procedimiento a seguir debe ser desarrollado en el reglamento de la normativa. Doce años después del plazo establecido para ello, el reglamento nunca se aprobó.

Embajadas

El resultado: la arbitrariedad reina en cada consulado y, por norma general, apenas es posible solicitar asilo por esta vía salvo excepciones, como en el caso de Afganistán tras la toma de Kabul. En 2022, 551 personas han pedido asilo en embajadas de España, aunque fuentes próximas al procedimiento de asilo apuntan a que la mayoría son trámites ligados a la reagrupación familiar.

“La Ley de Asilo define también que el intento de superar una infraestructura fronteriza no constituye un punto habilitado para pedir protección internacional en nuestro país”, dijo también el ministro del Interior.

Amir ha logrado pedir asilo en Europa, pero solo después de dos años de viaje en su intento de llegar a suelo comunitario. Primero, lo intentó desde Libia por la vía marítima. Luego, pidió protección en Marruecos pero, allí, no se sentía seguro. En España pidió asilo después de saltar una valla y ver morir a uno de sus amigos. Hace unas semanas ha llegado a Reino Unido, después de atravesar en barca el Canal de la Mancha, porque es allí donde cree que tendrá más oportunidades para salir adelante. 

“Yo también pensaba que nos dejarían entrar legalmente en Europa para pedir asilo, pero luego vimos que no era verdad”, dice el sudanés.

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