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El año del apocalipsis económico que no llegó

El PIB de España está a alrededor de un punto porcentual de completar la recuperación tras el shock de la COVID.

Daniel Yebra

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Dato a dato se han ido desmintiendo las peores previsiones para la economía en España. Incluso el crecimiento en 2022 será mayor de lo esperado por el Gobierno. Las cifras del PIB (Producto Interior Bruto) publicadas por el INE hasta el tercer trimestre apuntan a un aumento de la actividad cercano al 5% al cierre del ejercicio, respecto a 2021, pese a la enorme incertidumbre internacional por la invasión rusa de Ucrania y al daño de la crisis energética, que se ha convertido en una histórica crisis de inflación. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, llegó a decir hace tres semanas que España estaba “al borde del precipicio”, aunque no aportó cifras que soportaran sus argumentos.

El crecimiento en este año acerca la recuperación del PIB al nivel pre COVID, a menos de un punto porcentual. Tanto Francia como Italia y Alemania completaron antes la reconstrucción. Pero la economía de España sufrió un shock más acusado en la pandemia, por el mayor peso del turismo y de los servicios en general, fuertemente condicionados por los confinamientos.

Precisamente, la primera temporada alta del turismo sin restricciones por la COVID ha impulsado el crecimiento del PIB en nuestro país, el mayor entre las grandes economías de la eurozona en 2022, aguantando el golpe de las subidas de precios y la pérdida de poder adquisitivo de las familias. La fortaleza del mercado de trabajo tras la reforma laboral de 2021 está siendo el gran dique de contención de la inflación.

En noviembre, el paro registrado se redujo en 33.512, hasta situarse en niveles mínimos desde 2007, con 2,8 millones de parados, mientras que los últimos datos de afiliación dejan el total de trabajadores en casi 20,3 millones de personas de media (20.283.631). Además, los contratos temporales se han reducido a un mínimo histórico del 15%.

Los trabajadores tienen menos capacidad de compra, pero han mantenido los ingresos y se ha reducido la temporalidad. Es decir, afrontan el futuro con una certidumbre desconocida en España ante otras crisis, marcadas dramáticamente por rápidas y dolorosas escaladas del paro. Y eso ha salvado el consumo.



Otro gran alivio de la economía española ha sido la efectividad de las medidas de choque del Gobierno para moderar las subidas de precios. Medidas como el tope al gas, los descuentos en el transporte, bajadas de impuestos o las diferentes ayudas a las empresas o a las familias han favorecido la reducción del IPC (Índice de Precios de Consumo) interanual cuatro puntos, desde el 10,8% de julio al 6,8% de noviembre, según los datos del INE. Teniendo en cuenta los datos de inflación armonizada de Eurostat, España sería el país con menos inflación de la Unión Europea en noviembre.

Solo en este último mes, las medidas del Ejecutivo “habrían reducido en dos puntos la tasa de inflación”, según destacó recientemente Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística del Banco de España. “Había que reaccionar no solo con medidas de amortiguación, sino de diseño del mercado, y ahí ha sido muy importante el mecanismo ibérico”, reflexiona Gonzalo García Andrés, secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa.



Y tanto la fortaleza del mercado de trabajo como la moderación de las subidas de precios, que ahora son especialmente preocupantes en la alimentación, se traducen en unos buenos resultados empresariales en la mayoría de sectores. Las compañías han trasladado el incremento de los costes a las ventas y han mantenido o mejorado sus márgenes (la capacidad de convertir en beneficios los ingresos).



“Los datos han ido contradiciendo las peores estimaciones”, destaca Gonzalo García Andrés. “En el cuarto trimestre, sucede lo mismo, los datos parciales que tenemos del mercado de trabajo, de consumo, de confianza apuntan a que la economía ha seguido creciendo”, continúa.

“Un elemento fundamental es el comportamiento del empleo, y es un elemento con visos estructurales, y eso que siempre ha sido el punto más débil de la economía española”, observa el segundo de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, quien el pasado miércoles en el Congreso reprochó al PP no querer hablar ahora de economía.

Totalmente descabelladas se muestran en estos momentos las amenazas del líder del principal partido de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en julio sobre “una profundísima crisis económica”.

Tirón del turismo y de las exportaciones

“El sector exterior es una buena medida también: las exportaciones de bienes están en un récord histórico, y eso sin el automóvil en su mejor momento. La industria química y la agroalimentaria han cogido el relevo, junto al turismo, que están compensando el deterioro de la balanza comercial que viene por las importaciones más caras de energía”, expone el secretario de Estado.

Las exportaciones españolas de mercancías ascendieron un 24,7% en el periodo de enero a septiembre de 2022 respecto al mismo ciclo del año anterior: 286.673 millones de euros, marcando un nuevo máximo histórico, según los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Las importaciones también alcanzaron un récord, 340.111 millones, con un incremento del 39,8% en los primeros nueve meses del año, poniendo de relieve el dinamismo del consumo.

En opinión de García Andrés, ahora “es fundamental la competencia en los sectores que más se han beneficiado de la crisis de inflación, para que los márgenes no sigan creciendo, y así evitar que la inflación sea más persistente”. Los sindicatos piden además un acuerdo estatal de aumentos de salarios que proteja el poder adquisitivo de las familias, aunque la patronal se ha negado sistemáticamente.



Desde el propio Gobierno se están diseñando nuevas medidas y adaptando las vigentes para afrontar “el riesgo de estanflación (estancamiento de la actividad con inflación, que supondría un importante desafío para el mercado de trabajo)”, según advirtió Raymond Torres, director de coyuntura económica de Funcas. En esa misma presentación, Óscar Arce, director general de Economía del Banco Central Europeo (BCE), admitió que “las previsiones eran más negativas hace unos meses que hoy”.



La estrategia del propio BCE de asfixiar la economía con los aumentos de los tipos de interés para luchar contra las subidas de precios es uno de los principales obstáculos para el crecimiento. Aunque, de momento, el encarecimiento de las hipotecas y del resto de los préstamos que se refleja en el gráfico anterior no se ha trasladado a la demanda de crédito, según recalca el Banco de España.



Las subidas de los tipos de interés oficiales del BCE suponen un gran escollo para familias y empresas endeudadas o que necesitan financiación, que están sufriendo simultáneamente el daño de las subidas de precios. El muro es el mercado laboral, y la institución incluso asume el riesgo de derribarlo. Su prioridad es bajar la inflación, desde hipótesis que defienden los principales países acreedores de la eurozona, como Alemania o Países Bajos. Desde todas las posiciones progresistas se está criticando esta estrategia duramente.

Hace solo unas semanas, el Gobierno de España reaccionó a la agresividad del BCE con un paquete de medidas para limitar las subidas de las hipotecas y ampliar sus plazos para quienes tengan hasta 29.400 euros de renta. Además, esta semana ha aprobado un nuevo plan para la crisis de inflación, que suma 10.000 millones más a los 35.000 millones que ha dedicado el Ejecutivo para paliar el impacto sobre los precios que ha provocado la guerra de Ucrania.

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