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El 'chasco' de encontrarse pesetas en casa en 2022: “No tienen ni van a tener ningún valor”

Monedas de euro y de pesetas de diferentes valores. EFE/Angel Díaz/Archivo

Diego Larrouy

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“Viene gente a diario a preguntarnos, piensan que por tener pesetas que ya no pueden cambiar va a tener mercado, pero no es así”, señala la propietaria de una comercio de numismática junto a la Plaza Mayor de Madrid. El Banco de España dio casi 20 años de plazo para intercambiar la antigua moneda española a euros. En este periodo se canjeó casi el 97% del dinero de curso legal que había cuando entró en vigor la divisa europea, pero unos 260.000 millones de pesetas (algo más de 1.500 millones de euros) quedaron en un limbo en el que ya no tienen valor ni monetario ni para los coleccionistas.

Toño Piñeiro, un hombre procedente de una pequeña localidad de Lugo, ha encontrado en una vivienda que estaba rehabilitando para pasar su jubilación unos 9 millones de pesetas repartidos en distintos envases. Se entiende que pertenecían al anterior propietario del inmueble, según informó El Progreso. El problema para Piñeiro, y para muchos otros que todavía tienen monedas en casa, es que ese dinero ya no tiene valor. El Banco de España dejó de canjear pesetas por euros el 30 de junio del año pasado y, desde entonces, las pesetas ya no tienen uso posible. Este caso en Galicia, siendo extraordinario por la cantidad de dinero del que se habla, ha puesto de relieve la importante cantidad de dinero que quedó sin canjear pese al tiempo que se tuvo.

A finales de junio del año pasado fueron largas las colas que se vivieron en las sedes del Banco de España para intercambiar las pesetas que todavía se guardaban en las viviendas sin canjear por euros antes de que terminara el plazo definitivo. En realidad, fue una prolongación debido a la pandemia, ya que el plazo acababa el 31 de diciembre de 2020. Cuando la moneda europea entró en funcionamiento, en España había 8,1 billones de pesetas en efectivo circulando, el equivalente a 48.750 millones de euros. En los seis primeros meses del año se intercambió más del 94%, ya que era posible hacerlo tanto en el Banco de España como en las entidades de crédito. Durante las dos décadas posteriores, hasta junio del año pasado, el porcentaje de pesetas intercambiadas subió hasta el 96,8%.

Así, los españoles guardan todavía un 3,2% de las pesetas que se encontraban en circulación en 2002, cuando entró en vigor el euro. Según la estimación que hizo el Banco de España, de los 1.575 millones de euros en pesetas que se quedaron sin canjear, 793 millones de euros estaban en billetes y 782 millones, en monedas. Hay que recordar que en este periodo solo se canjearon pesetas que fueran de curso legal cuando entró en vigor el euro, por lo que las más antiguas eran de 1939.

En las colas de los últimos días quienes acudieron a su sede más cercana del Banco de España achacaban haberlo dejado hasta última hora, haberse olvidado o el desconocimiento de que todavía se podían cambiar. Debido a los cambios generacionales de estas dos décadas en las filas había hasta jóvenes que habían nacido después de la entrada en vigor del euro. No había una sola razón para estar en esa fila, pero fueron miles los que apuraron a los últimos días para realizar esta gestión.

“Hay una tendencia a aferrarse a lo antiguo”, explica Elena Dapra, psicóloga sanitaria experta en bienestar psicológico. La también vocal de sección en el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid añade que esto es especialmente importante para aquellos que “comenzaron su socialización con la peseta”. Es decir, aquellas generaciones que en el comienzo de su vida social usaban la peseta. Descarta factores como la procrastinación a la hora de no haber realizado el cambio de moneda pese a haber tenido tiempo.

Para estas generaciones para quienes la peseta protagonizó su adolescencia y adultez, se le daba un “valor” especial a esta moneda. Incluso años después de la instauración del euro, muchos necesitaban acudir al cambio con la peseta para comprender grandes cantidades. Esto ha llevado, según explica Dapra, a que muchos reservasen en sus hogares diversas cantidades en pesetas que les hicieran sentir “seguros”. Para ellos, la llegada del euro fue “salir de una zona de confort” y este aferrarse a la peseta otorgaba una tranquilidad, especialmente a los más mayores. Señala que no es un comportamiento especial de los españoles y apunta a otras sociedades como la griega con un mayor apego a lo antiguo.

Dapra reconoce que puede haber otras razones y entre ellas también señala que mucha gente, pasado el tiempo, hacía “balance” de cuánto podría suponer el cambio de esas pesetas que quedaban por casa en euros y decidían que no compensaba.

Demasiadas monedas para que tengan valor

Es una idea que se comparte entre los locales de numismática que han permanecido en las lindes de la Plaza Mayor de Madrid. “Había gente que tenía que llevar muchas monedas al Banco de España para recibir unos pocos euros, y decidían que no les compensaba”, apunta el regente de uno de estos comercios. Coinciden en estos establecimientos que en los últimos años ha hecho daño una idea que se ha trasladado de que hay monedas de peseta que tienen mucho valor. Sin embargo, apuntan a que únicamente algunos casos extraordinarios durante la época de Franco pueden tener realmente interés para los coleccionistas y que no son las monedas y billetes que las familias guardaban en casa.

“No tienen ni van a tener valor ninguno”, señala Vicente Vico, presidente de la Asociación Española de Numismáticos Profesionales. Vico regenta igualmente una galería donde, asegura, llegan diariamente personas que han recibido “informaciones erróneas” sobre el valor que pueden tener sus monedas. “Es prácticamente imposible que vayan a tener valor en el futuro”, señala con rotundidad este experto en el coleccionismo numismático.

Vico lo achaca a una realidad y es que, pese a que se intercambiaron casi el 97% de las monedas y billetes en circulación, todavía hay muchas que siguen en posesión en el mercado. “Se han acuñado muchos millones de pesetas y hay mucha población, no existen tantas piezas excepcionales”, enfatiza. “Es la ley de oferta y demanda, si hay mucha moneda, el interés de los coleccionistas baja”, apunta el representante del sector. “Son piezas desmonetizadas y todavía hay mucho en los bolsillos de los españoles, es prácticamente imposible que una persona tenga en su casa alguna que interese a los coleccionistas”, zanja.

El caso de Lugo pone así de relieve el limbo en el que se encuentran las pesetas. El Banco de España ya dio por terminado el periodo para el canje y no existe ningún periodo de gracia ni excepciones para casos especiales. Los coleccionistas, por su parte, no ven valor numismático a estas monedas y descartan que lo tenga en un futuro cercano. Así, las piezas y papeles, que antaño tanto significaron, ahora tienen difícil salida y no quedan más que un recuerdo de cuando España tenía su moneda propia.

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