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Robin Hood Stores: cuando hacer la compra es activismo anticapitalista

Una tienda de Robinl en el distrito de Neukölln (Berlin) de Robin Hood Store.

Aldo Mas

Berlín —

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Los alrededores de la Altenbraker Straße amanecieron hace unos días con carteles en todos los portales. En ellos se leía sobre la apertura del primer supermercado en Berlín de la cadena Robin Hood Store. “¿Descontento con el sistema económico? ¡Ahora proponemos un cambio!”, se lee en los mensajes de promoción de esta iniciativa.

No puede decirse que la filial de Robin Hood Store que acaba de abrir sus puertas en el multicultural barrio berlinés de Neukölln sea un supermercado convencional. Hablar con sus responsables, de hecho, hace pensar que su iniciativa tiene más que ver con el activismo político que con la actividad empresarial. “Comprar como activismo”, es uno de los lemas de esta flamante cadena de supermercados. Actualmente hay dos tiendas, la de Berlín y otra en Brandeburgo, el Land que envuelve a la capital germana.

Yurek y Mattis, dos veinteañeros alemanes que están detrás del lanzamiento de estas tiendas, reciben a elDiario.es a las puertas de su nuevo local de Neukölln. Durante semanas han estado preparando el establecimiento con sus propias manos. Han acondicionado el suelo, pintado paredes, instalado estanterías y, en definitiva, puesto a punto un pequeño supermercado de productos ecológicos que no tiene nada que envidiar a cualquier otra tienda del estilo.

“Una ventaja que tenemos es que sabemos hacer muchas cosas por nosotros mismos. La tienda la hemos levantado nosotros solos, también a nivel informático nos hemos ocupado de hacer el código para el sistema informático de la tienda, de la página web y, en suma, de muchas cosas en las que normalmente uno tiene que poner mucho capital si uno no tiene ni idea”, explica Yurek.

“Esto nos ha permitido rebajar muchísimos los costes. En total, hacer esto nos ha costado 20.000 euros. Si hubiéramos tenido que pagar por lo que hemos hecho, el precio habría sido mucho mayor”, añade Yurek a las puertas de la tienda, al tiempo que saluda clientes y atiende dudas de quien se ocupa de la caja registradora.

Ni él ni Mattis han cursado estudios universitarios. Son emprendedores autodidactas y, a simple vista, más activistas que hombres de negocios. Actualmente hay seis personas que trabajan a tiempo completo en las tiendas. Sin embargo, los Robin Hood Stores están concebidos de modo que tienen las puertas abiertas al trabajo de quienes son “miembros”.

Éstos pagan 50 euros de señal por esa membresía, además del 1% de sus ingresos anuales. Si lo prefieren, “pagan” trabajando tres horas al mes en la tienda. A cambio, los “miembros-trabajadores” de la tienda de productos ecológicos y de calidad prémium tienen acceso a esos alimentos a un precio rebajado. Se ahorran un 20% en cada compra.

300 miembros en pocos días

A finales de esta semana, cuando la tienda de Berlín apenas llevaba abierta unos días, el número de “miembros” iba camino de llegar a los 300. “Hay potencial para que crezcamos de forma exponencial”, apunta Yurek. La crisis del coronavirus no asusta a estos empresarios atípicos.

“En el sector de la alimentación la crisis no ha tendido un impacto como en otros sectores”, señala Mattis. “Si el coronavirus nos afecta a nosotros de alguna manera es que nos ha limitado a la hora de organizar eventos que permitan a nuestra comunidad conocerse, hacer cosas juntos y crecer más rápido”, abunda este otro iniciador de la cadena activista de supermercados.

La filosofía de estos supermercados va más allá de crear una comunidad. De fondo, Yurek, Mattis y compañía se plantean la cuestión de “qué hacer con los superávits que se generan en la sociedad”. “¿Los ponemos en manos de unos pocos o hacemos que reviertan hacia la mayoría?”, se interroga Yurek mientras Mattis asiente.

Ambos tienen una respuesta tan clara que por eso han lanzado los Robin Hood Stores. Por lo pronto, un 5% de lo que genera su supermercado se dona a organizaciones que luchan contra el cambio climático y la pobreza extrema, concretamente a la organización ambientalista Coolearth y de lucha contra la pobreza GiveDirectly. El 95% se reinvierte en las tiendas. La idea es que los beneficios que generan no vayan a individuos en particular.

“Si un 3,4% de los beneficios económicos que se generan fueran a parar a donaciones a lo Robin Hood contra la pobreza, no habría más pobreza extrema en el mundo”, sostienen los responsables de las Robin Hood Stores. Ellos hablan de fundar, con iniciativas como la suya, “un nuevo sistema económico”.

“Robando el mercado” a los otros supermercados

Preguntados sobre la relación que guarda su concepto de supermercados con la célebre figura del folclore medieval inglés, Yurek y Mattis ríen de primeras. Pero no les cuesta encontrar una respuesta desafiante y orientada a la competencia. Alemania es el país de los supermercados. Grandes cadenas de éxito internacional son alemanas. Por ejemplo, Lidl o Aldi.

Paralelamente, aquí también hay una considerable variedad de grandes cadenas de supermercados que ofrecen productos ecológicos como los que venden Yurek y Mattis. Denn's, Bio Company o Veganz son sólo algunas de las más conocidas. Pero “esas empresa, si siguen como han hecho hasta ahora, pertenecen al pasado. No son las empresas sostenibles que el mundo necesita”, dice Mattis.

“Nosotros robamos el acceso al mercado a esas otras empresas, les robamos parte del mercado, nuestro supermercado podría estar ocupado por otro local de una cadena de supermercados diferente”, añade Yurek. “Tal vez, en el futuro, deje de haber empresas como Bio Company porque les hemos impedido seguir creciendo. Así que... sí, les quitamos el camino hacia el negocio a través del crecimiento de nuestro movimiento”, concluye.

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