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Declan Costello, el ‘hombre de negro’ que asfixió a Grecia y ahora avala reformas sin recortes en España

El número dos del departamento económico de la Comisión Europea que estuvo al frente del rescate a Grecia, Declan Costello.

Irene Castro

Bruselas —

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Era uno de los ‘hombres de negro’ en 2015. Uno de los representantes de la temida ‘troika’ que obligó a los países del sur a hacer ajustes salvajes tras la crisis financiera. Declan Costello (Irlanda, 1967) fue el rostro de la Comisión Europea en Atenas como jefe de la misión a Grecia que impuso los recortes al Gobierno de Alexis Tsipras. “Algunos tecnócratas están intentando asustarnos con ultimátum”, dijo el entonces primer ministro en marzo de 2015, cuando el irlandés envió una carta en la que se oponía a la ley de ‘crisis humanitaria’ con la que el Ejecutivo griego quería, entre otras cosas, proporcionar electricidad gratuita a los hogares vulnerables. 

Desde entonces, las tornas han cambiado radicalmente en la UE. Frente a los recortes de la crisis financiera, los 27 han enfrentado la pandemia y la guerra de Ucrania con expansión del gasto, suspensión de las reglas fiscales y una movilización inédita de fondos europeos. En la supervisión de los planes de recuperación sigue, entre otros, Costello ahora como 'número dos' de la dirección de Asuntos Económicos (ECFIN) de la Comisión Europea, aunque se ha visto obligado a virar su aproximación a los problemas en sintonía con el actual ejecutivo comunitario hasta el punto de avalar reformas sin recortes, como la laboral o la de pensiones que dieron sendos balones de oxígeno al Gobierno de coalición. 

Costello es un tecnócrata que ha desarrollado toda su vida profesional en esa dirección general a la que llegó en 1991 tras haber estudiado un máster en Economía de la Integración Europea en el Colegio de Europa de Brujas. Tras ser el rostro de la asfixia a Grecia, fue ascendido como adjunto al director general en el departamento que pilota Paolo Gentiloni. 

Con el comisario italiano y con el jefe directo de Costello, Marteen Verwey, se cerraron los detalles de la última pata de la reforma de pensiones; pero el grueso de la negociación se hizo con el irlandés y Gabriele Giudicees, que está justo por debajo de él, y a quien en el Gobierno atribuyen una mayor dureza en las negociaciones dado que tiene un perfil mucho más liberal. “Es la imagen de la austeridad inmutable de la UE”, señala, sin embargo, otra de las personas que se ha fajado en las conversaciones con Costello.

En las negociaciones de la reforma laboral, Bruselas exigió la introducción de la mochila austríaca o el contrato único, que eran “líneas rojas” para el Ejecutivo, según las fuentes consultadas. Pero, al final, la Comisión Europea no puso reparos a las propuestas que hizo la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, dado que la reforma laboral se pactó con empresarios y sindicatos. 

Ese fue el éxito para que ese texto recibiera el aval de los negociadores de la UE. Por eso el Gobierno se empeñó en que no se podía tocar una coma de cara a la posterior tramitación parlamentaria, de la que se descolgaron los principales socios de la coalición. “Les rompió la cintura que alcanzáramos un acuerdo con los empresarios y conseguimos que se enteraran de la reforma cuando se publicó en el BOE”, dicen fuentes gubernamentales sobre la pirueta a la que atribuyen haber convencido a los burócratas europeos, que habían presionado bastante al Ministerio de Trabajo con la posibilidad de que un fracaso se llevara por delante el desembolso correspondiente de los fondos europeos.

En el caso de la reforma de las pensiones, las conversaciones se intensificaron después de las navidades tanto por videoconferencia como de forma presencial. El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, viajó dos veces a Bruselas en apenas dos semanas para verse con sus interlocutores. Y es que el Gobierno ha tenido que remangarse para convencerles de que la sostenibilidad del sistema podía abordarse desde el punto de vista de los ingresos. Lo consiguieron. Escrivá recibió el visto bueno del departamento de Gentiloni el domingo anterior a hacerlo público. 

“Es bueno y riguroso, aunque duro”, admite una de las personas que ha estado en las negociaciones con Costello, que sabe castellano, además de francés, irlandés e inglés (su lengua materna). “Ha cambiado el chip, porque el mecanismo de recuperación no tiene nada que ver con los rescates. Ahora son reformas acordadas con los estados miembro”, explica esa misma fuente sobre el viraje de Costello que es, al fin y al cabo, la puesta en práctica de un nuevo criterio de la Comisión Europea y los 27 sobre el enfrentamiento a los problemas económicos. 

“Es frío, muy resolutivo, con él las negociaciones son rápidas porque dice las cosas claras”, señala otro de los negociadores de la parte española, que explica que Costello pasa la acción cuando hay un bloqueo en las conversaciones.

En el Gobierno están contentos con la defensa que perciben de la Comisión Europea, personificada en buena medida en Costello, sobre la ejecución de los fondos europeos en un momento en el que la UE sigue dando pasos para abonar a España los 6.000 millones del tercer desembolso de los fondos europeos con el que superará el 50% la cantidad prevista. Así que se frotan las manos con la relación forjada con Costello y el resto del equipo del gobierno comunitario y celebran que la UE ya no se perciba como la apisonadora de la década anterior.

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