El FMI calcula que los países pobres necesitan 440.000 millones hasta 2026 para evitar “la fragmentación geopolítica”

“Está claro que cuando los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de nuestros 190 países miembros lleguen a Washington la próxima semana, habrá mucho que discutir. Pero estos líderes no deben permitir que otros retos desplacen a las acuciantes necesidades de las naciones más pobres del mundo”, sentencia Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), en su carta de bienvenida a las Reuniones de Primavera que organiza el organismo a partir de la semana que viene.

Según advierte el FMI, alrededor del 15% de los países pobres se encuentra ya en dificultades de endeudamiento y otro 45% se enfrenta a vulnerabilidades por las elevadas deudas. “Las subidas de los tipos de interés crean riesgos aún mayores y restringen el espacio fiscal”, lamenta la directora de las institución.

“Mientras tanto, los cambios en el panorama de los acreedores hacen más difícil para los países reestructurar las deudas que no pueden pagar”, continúa Georgieva, quien considera que “los acreedores son más diversos que en el pasado y los mecanismos de coordinación son en gran medida imperfectos”.

El FMI culpa principalmente a la pandemia y a la invasión rusa de Ucrania de este nuevo escenario, y llama a contrarrestarlo con más financiación de las economías ricas. “La fragmentación geopolítica agrava la difícil situación de los países más pobres al dificultar el consenso internacional en áreas de interés común, incluida la deuda”, incide.

El organismo estima que las necesidades adicionales de financiación de los países pobres ascienden a unos 440.000 millones de dólares hasta 2026 para acelerar el crecimiento y volver a situarlos en la senda de convergencia con el PIB (Producto Interior Bruto) de las economías avanzadas, tras el shock de la COVID y la crisis de inflación.

“Acelerar la aplicación del Marco Común del grupo del G-20 para los tratamientos de la deuda es esencial para garantizar la coordinación y la confianza entre acreedores y deudores”, explica Georgieva, quien añade que “las primeras lecciones del exitoso caso de Chad [el primer país en recibir un préstamos según este 'marco común'] podrían aplicarse a Ghana y Zambia para acelerar los avances”.

“La mesa redonda mundial sobre la deuda soberana, iniciada en febrero por el FMI, el Banco Mundial e India (como presidente del G-20), tiene el potencial para alcanzar un mayor consenso entre las principales partes interesadas”, prosigue. Y concluye: “Se necesita más apoyo internacional, sobre todo teniendo en cuenta que la ayuda oficial al desarrollo sigue sin alcanzar el objetivo de las ONU del 0,7% del PIB de cada estado”.