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La pérdida de Nissan golpea a un sector que representa el 10 % del PIB

Trabajadores de Nissan protestan ante el concesionario de la marca en Granollers en el marco de las concentraciones que los trabajadores de la empresa realizan este viernes ante los concesionarios más importantes del área de Barcelona tras el anuncio del cierre realizado ayer por la multinacional.

EFE

Madrid —

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El anuncio del cierre de las plantas de Nissan en Barcelona golpea a uno de los sectores clave de la economía española, el automovilístico, que representa un 10 % del producto interior bruto (PIB) nacional y emplea, directa e indirectamente, al 9 % de la población activa, según cálculos del sector.

De confirmarse la decisión y a la espera de que el Gobierno pueda encontrar un “socio alternativo”, la marcha de la firma nipona reducirá el número de fábricas activas en España, siendo el tercer gran cierre que sufre esta industria desde 2007.

En España, también se mira con atención a Renault, que acaba de plantear 15.000 despidos en el mundo, aunque asegura que mantendrá sus fábricas en el país.

66.000 PUESTOS EN FABRICACIÓN Y UNA ENORME CADENA DE VALOR

Según los datos de la patronal de fabricantes Anfac, la fabricación de vehículos en España emplea a 66.000 personas, una cifra que aumenta hasta los cerca de 300.000 si se suma a los trabajadores de la industria de componentes, parte de ellos procedentes de grandes compañías como Gestamp, Grupo Antolín y Cie Automotive.

En cuanto a volumen, España es el segundo mayor fabricante de automóviles de Europa, sólo por detrás de Alemania, y lidera el “ranking” de fabricación europea de vehículos comerciales, a tenor del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX).

Sólo en el último año, se produjeron en las fábricas españolas más de 2,8 millones de vehículos, frente a los más de 5,6 millones de Alemania, y por delante de los 2,3 millones de Francia.

Sin embargo, la crisis del coronavirus y su impacto económico, traducido en una caída previsiblemente sostenida de la demanda mundial, han marcado un punto de inflexión en un sector que, paralelamente, atravesaba su gran reto: la reconversión hacia una movilidad sostenible.

Este nuevo horizonte, marcado por las perspectivas de cero emisiones de la Unión Europea -que condicionan el acceso a determinadas ayudas-, venía generando ciertas tiranteces económicas en las compañías, que trabajaban en la reestructuración del negocio antes de que la pandemia dinamitara la situación.

EL MAPA SIN NISSAN EN BARCELONA

El cierre de Nissan en Barcelona, que emplea a 3.000 personas, no perjudica a las otras dos fábricas de la compañía en territorio nacional, Ávila (especializada en vehículos industriales) y Cantabria (fundición y mecanizado), que cuentan con 430 y 535 trabajadores, respectivamente.

No obstante, el peso de esta industria recae en Seat (grupo Volkswagen), la única firma automovilística que diseña, desarrolla, fabrica y comercializa vehículos en toda España, es el primer inversor industrial en I+D del país y representa el 1 % del PIB, a la vez que exporta el 80 % de los coches.

La marca con fábrica en Martorell (Barcelona) -la más importante de España- cuenta con una plantilla de unos 15.000 trabajadores, aunque genera unos 100.000 empleos en su conjunto.

La de Landaben, en Pamplona es otra de las plantas que mantendrá abiertas sus puertas. Inaugurada en 1965, acoge la producción de Volkswagen Navarra, ha sido la cuna del famoso modelo “Polo” y más recientemente, del “T-Cross”, y genera 5.000 empleos directos.

En Vitoria, sigue la fábrica de Mercedes-Benz, la mayor empresa del País Vasco con unos 5.000 operarios, elegida para fabricar el monovolumen eléctrico EQV 300, el primero de la marca alemana y que está previsto que llegue a la red española el próximo septiembre.

Junto a ella, continuarán operando las cuatro plantas que Renault tiene en España (dos en Valladolid, una en Palencia y otra en Sevilla) según ha anunciado el grupo, que emplea a 14.000 trabajadores en el país a través de diversas sociedades, pese a que estaría pensando en recortar 15.000 puestos en todo el mundo.

El futuro de la industria también pasa por la planta valenciana de Ford en Almussafes, especialmente después de que la compañía anunciara una inversión de 42 millones en ella, que en 2021 sumará a las versiones híbridas y enchufables del “Kuga” y el “Mondeo”.

Se convertirá así en una factoría de peso dentro de la estrategia de electrificación de la multinacional, que ha invertido 3.000 millones de euros en Valencia desde 2011, y que emplea a 7.400 empleados.

De igual modo, se mantienen las plantas de ensamblaje del grupo francés PSA -que reúne marcas como Citroën, Peugeot y Opel- en Vigo, Zaragoza y Madrid, y las de Iveco en Madrid y Valladolid, en las que trabajan 2.300 y 1.000 personas, respectivamente.

BARCELONA Y JAÉN, LOS ANTECEDENTES

El posible cierre de Nissan en Barcelona no es el primero que sacude a la industria automovilística española.

En octubre de 2007, la dirección de Mercedes-Benz anunció el cierre de su histórica planta de Barcelona, encargada de la producción de los bastidores y otras piezas de la furgoneta “Vito” y del monovolumen “Viano”.

En 2011, siguió sus pasos la fábrica de Santana en Linares (Jaén), que había combinado la producción de vehículos de marca propia, como el jeep “Anibal Santana” y la fabricación y el montaje para fabricantes como Iveco o Suzuki.

Por entonces, se insistió en que el futuro de la automovilística pasaba por encontrar socios industriales y comerciales capaces de incorporar “tecnología, diseño y mercado”, un tridente al que, casi una década después, el sector parece continuar encomendándose para salir a flote.

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