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MaSZSZ: el sindicato húngaro que planta cara a Viktor Orbán

Károly Gyorgy, secretario de internacional de la MaSZSZ, la Confederación de Sindicatos Húngaros.

Aldo Mas

La Confederación de Sindicatos Húngaros (MaSZSZ, por sus siglas en magiar) tiene poco más de un lustro de vida. Nació en 2013 como consecuencia de la unión de otras dos confederaciones sindicales decididas a aunar fuerzas para ganar en eficacia. No se puede decir que no estén cumpliendo sus objetivos. La MaSZSZ está detrás de las grandes movilizaciones contra el gobierno húngaro que marcaron el final del año pasado en el país del este europeo.

Esa serie de manifestaciones tienen un origen socio-laboral. Fueron en buena parte consecuencia de la aprobación del gobierno del primer ministro Viktor Orbán de una reforma sobre la “flexibilización” de la jornada laboral que sindicatos como la MaSZSZ llaman “ley de esclavitud”.

“Esa ley aumenta las posibilidades legales para trabajar horas extra, hasta llevarlas a 400 horas al año, con posibilidad para las empresas de pagar a 36 meses. Esto va en contra de la directiva de la UE sobre el tiempo de trabajo de 2003”, dice a eldiario.es Károly Gyorgy. Este veterano sindicalista es el secretario de internacional de la MaSZSZ, una organización que cuenta con 120.000 miembros. Pese a ser la más joven, la MaSZSZ es la mayor organización sindical de Hungría.

La aprobación de esa “ley de esclavitud” data del año pasado. Entró en vigor el pasado uno de enero. Es la gota que ha colmado el vaso para muchos en el mundo sindical húngaro. El país, bajo la dirección de Orbán, ha tomado una preocupante deriva consistente en la restricción de derechos fundamentales. En vista de esa tendencia, Yascha Mounk, politólogo de la prestigiosa Universidad de Harvard (Estados Unidos), mantiene que Hungría ya “no es una democracia liberal”. En la última década, con Orbán en el poder, el país se ha convertido en un régimen “iliberal”, una “democracia sin derechos”, según los términos Mounk.

Algo de razón llevarán analistas como Mounk cuando el partido Orbán, Fidesz-Unión Cívica Húngara, quedó suspendido el miércoles como integrante del Partido Popular Europeo por atentar en el poder contra las libertades fundamentales. “La decisión del PPE muestra una discordancia entre lo que pasa en Hungría y los valores europeos”, explica Gyorgy. La lógica de Orbán y compañía en Fidesz-Unión Cívica Húngara es la de llevar a su país hacia una transformación que lo convierte en un “nuevo estado iliberal basado en sus pilares nacionales”, según los propios términos del primer ministro.

“La situación en Hungría es que el país está abandonando el estado de derecho y alejándose de los valores europeos”, señala Gyorgy. “Para nosotros, la UE no es sólo una entidad económica, también es una comunidad de valores, y estos valores no los estamos experimentando aquí”, añade.

“Se podría decir que estamos todavía en una democracia, porque hay supuestamente libertad de expresión. En la práctica, uno puede gritar por la calle su opinión. Pero yo no tengo posibilidad de colocar mi mensaje en los medios de comunicación, porque están completamente controlados por el partido en el poder”, abunda el sindicalista de la MaSZSZ.

Nacional-conservador con agenda neoliberal

El político nacional-conservador que es Orbán, en lo económico, no ha parado de generar problemas para los trabajadores, según señalan en esa confederación. En 2011, Orbán acabó con el sistema preexistente de diálogo social y restringió el derecho de huelga. “Hizo prácticamente imposible el recurso a los paros en el servicio público y los hizo más difícil en el sector privado”, sostiene Gyorgy. En 2012, se aprobó una reforma laboral que, según el representante de la MaSZSZ, “posibilitó que los empleados trabajaran más y en condiciones más difíciles para, en algunos casos, ganar menos dinero”. “Todo ello, sin posibilidad de contar con una correcta representación sindical”, apunta Gyorgy.

En esta lógica se produjo en 2018 la aprobación de la denostada “ley de esclavitud”, desatando una ola de protestas sin igual en la era política de Orbán. “Nuestra confederación es la que estuvo lanzando la última secuencia de manifestaciones, en los pasados meses de noviembre y diciembre”, recuerda Gyorgy.

No olvida este sindicalista que la respuesta de Orbán a estas manifestaciones fue ignorar las demandas concretas de las organizaciones sindicales. “No tuvimos una respuesta en condiciones”, reconoce Gyorgy. “El Gobierno dijo que no iba a discutir sobre lo que planteábamos porque, decía, no iba a hablar con organizaciones que representaban en realidad al famoso financiero húngaro George Soros”, añade.

Como muchos otros populistas en Europa, además de arrogarse la exclusiva representación de la ciudadanía, Orbán señala a enemigos externos sin fundamento. Quienes se oponen al Gobierno, en esta lógica, son “enemigos del país”. En el caso húngaro, el magnate y filántropo aparece en el discurso oficial como el controlador en la sombra de las instituciones europeas. Según Orbán y compañía, Soros tendría un “plan contra la gente de Europa”.

Sin embargo, es Orbán y no Soros, según Gyorgy, el que ha puesto en marcha una sombría “política neoliberal” contra la que se han posicionado ahora organizaciones de trabajadores como la MaSZSZ junto a partidos políticos de oposición y otras iniciativas de la sociedad civil.

Salario mínimo en Hungría: 350 euros

Todavía el año pasado, en Hungría lucía el menor impuesto de sociedades de la UE. El salario mínimo –gracias a la presión sindical– se encuentra tras una reciente mejoría en 350 euros mensuales. Gyorgy cita estudios económicos según los cuales en un país de 10 millones de habitantes, hay 1,3 millones de trabajadores que cobran 320 euros al mes.

“El Gobierno está siguiendo políticas que benefician a la clase alta del país y que dejan, cada vez más de lado a las clases medias y populares. Se está ayudando con una excesiva desregularización a empresarios e inversores”, lamenta Gyorgy. Las palabras de este sindicalista, sin embargo, no suenan pesimistas. Recientemente, la MaSZSZ ha logrado sustanciales mejoras para trabajadores en empresas de la industria del automóvil presentes en Hungría como Daimler (20% más de salario) o Audi (18% más de salario).

Aún así, en tierras de Orbán, a gente como Gyorgy le queda mucho por hacer. “En el caso de Audi, uno de los mejores empleadores del país, llegamos a pedir que todos los trabajadores tuvieran, al menos, un fin de semana libre al mes”, cuenta el sindicalista. “Cuando la gente tiene que hacer huelga para conseguir un fin de semana libre al mes para cada trabajador, esto hace plantearte muchas cosas”, concluye.

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