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Casas “buenas, bonitas y baratas” contra la infravivienda en México

Prototipo de casa para ensamblar.

Juan Pérez

Edificios modernos y zonas residenciales contrastan con las colonias populares. México posee ese doble paisaje de muchas otras regiones de América Latina y el mundo. Las barriadas de Perú, las favelas de Brasil, las poblaciones de Chile, las “villas miseria” de Argentina… cuyos habitantes viven expuestos al hambre, la violencia social, la degradación ambiental y las catástrofes naturales.

La proporción de la población de México y Centroamérica que vive con un ingreso inferior a 2,25 dólares por día ha aumentado un 40% en el último año, 11 puntos porcentuales más que hace una década. Las metas establecidas en el año 2000, que fijaban 2015 como fecha clave para mejorar la vida de por lo menos 100 millones de habitantes de los barrios más precarios, no avanzan hacia buen término.

En México, Adolfo Anguiano, impulsó el proyecto Casa para ensamblar después de una experiencia personal. Conoció a una mujer que vivía bajo un árbol cuando él se encontraba en un proyecto de asistencia a una comunidad en situación de marginalidad. Se tapaba con una lona de las inclemencias del tiempo y había perdido a un hijo a causa de una diarrea infecciosa. “Pensé en 'Casas para ensamblar' como una solución real para todas esas familias, para que tengan una casa buena, bonita y barata”.

Asegura que su empresa –que dispone de una capacidad de edificación de 10.000 viviendas al mes– “no se dedica a la construcción, sino al apoyo social a la gente que más lo necesita”.

Con ella puso en marcha viviendas “amigables al ambiente”, realizadas con desechos de madera en un 80% y polímero al 20%. Se trata de materiales que mezclan resinas y madera o bambú, con apariencia de madera en color y tacto y que se puede manipular como tal, muy resistentes y con una enorme durabilidad. No es aglomerado, se hace con micropolvo que amalgama el polímero a muy alta temperatura para después ser moldeado mecánicamente.

El resultado es una casa térmica, no inflamable, antiinsectos y que repele por completo la absorción de agua. Se pueden llevar en un solo camión hasta doce casas y no requiere cemento para su ensamblaje. “Una casa que se edifica en tres o cuatro días y no necesita de personal cualificado. Además, el precio es muy asequible. Una vivienda con condiciones dignas debe medir un mínimo de 34 metros cuadrados, tener por lo menos dos recámaras, un baño, sala y comedor. Las nuestras cuestan 80.000 pesos, mientras que la construcción tradicional estaría en 136.000 pesos”.

El mercado mundial ofrece a día de hoy casas prefabricadas con una alta funcionalidad ecológica. Pero uno de los problemas es que su eficiencia energética puede verse condicionada por el emplazamiento. En general, se trata de viviendas que minimizan costes y se venden en serie, sin tener en cuenta la ubicación. Una casa solar pasiva se puede emplazar sobre una ladera orientada al sur, con grandes ventanales para obtener calefacción solar pasiva. Una casa prefabricada tiende a un uso ineficiente de estos recursos.

Así mismo, quienes opten por casas prefabricadas han de tener en cuenta la conveniencia de los materiales: el cartón prensado y el MDF (fibra de madera de densidad media) pueden presentar riesgos para la salud debido a que liberan gases de formaldehído.

'Casas para ensamblar' se adapta en crecimiento a su entorno: “No hay desperdicio de materiales. Mueva una pared y un poste. Ponga cuatro postes y cuatro paredes adicionales en menos de dos días, y ya tiene una casa nueva, mucho mas grande”.

Su proyecto recibió financiación del programa de emprendimiento social Momentum Project en 2012. El curso para 2014 acaba de batir su propia marca de convocatoria en México, con 167 candidaturas presentadas.

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