Música y reciclaje para dar una oportunidad de futuro a jóvenes vulnerables
No hay duda de que una formación de calidad, orientada tanto al desarrollo personal como profesional, constituye un pilar esencial para promover la igualdad de oportunidades entre los colectivos en riesgo de exclusión. Cuando las personas acceden a programas educativos adaptados a sus necesidades y contexto, se potencian sus capacidades, aumenta su autonomía y se fortalece su autoestima. Esta educación actúa como un mecanismo clave para romper ciclos de pobreza y marginación convirtiéndose en una herramienta transformadora para la sociedad.
Con ese planteamiento, Ecoembes cuenta con una serie de iniciativas y programas de formación dirigidas a personas en situación de vulnerabilidad o riesgo de exclusión en los que, además de abordar diferentes áreas de aprendizaje, se pone el foco en el prisma medioambiental. El objetivo es lograr que los participantes, además de obtener unos conocimientos técnicos relevantes, se conviertan en parte y motor del futuro circular en el que avanza la sociedad. Esto que, en palabras de Beatriz Aylagas, responsable de los proyectos en Ecoembes, nace del mismo propósito de la empresa en busca de un impacto positivo en el medio ambiente y en la vida de las personas. “Porque la plena circularidad, que es un planteamiento de gran ambición, pasa por todas las personas y todos los colectivos, sin excepción, conectados a este reto. No podemos, ni queremos tampoco, dejar fuera a nadie”, explica Aylagas.
Entre las diferentes iniciativas puestas en marcha se encuentra por ejemplo La música del reciclaje, que va dirigido a menores de entornos desfavorecidos y en situaciones de vulnerabilidad. Su objetivo es formarse en estudios musicales, promoviendo una cultura de inclusión, respeto y crecimiento. Así, y dentro de este mismo programa, se ha impulsado la creación de La Orquesta, La Música del Reciclaje, un grupo musical en el que los instrumentos están íntegramente fabricados con materiales reciclados y que está inspirado en La Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, en Paraguay. Solo en 2024, La Música del Reciclaje ha llegado a más de 115 adolescentes en riesgo de exclusión social, impartiendo un total de más de 2.200 horas lectivas.
Empleabilidad y envejecimiento activo
Otra de los proyectos sociales en los que se ha centrado Ecoembes es Reciclar para cambiar vidas —dirigido a personas en situación de vulnerabilidad en el que buscan mejorar su empleabilidad y facilitar su contratación en sectores vinculados a la economía circular— en el que, desde su creación en 2014, ha formado a más de 6.400 personas, con un total de 85.000 horas lectivas impartidas. No en vano, más de 3.000 personas que han pasado por este programa han encontrado un empleo en el sector. Sergio Magaña es uno de ellos. “Yo estaba en Proyecto Hombre y, con mi orientadora laboral, me buscó este curso de residuos que lo veía una oportunidad para mí y adaptado para mí”, explica Magaña, que pasó por este programa hace tres años y que, a raíz de él, consiguió su actual trabajo en una empresa de reciclaje de envases. Magaña asegura que no solo ha sido una ayuda para reincorporarse al mercado laboral sino también a nivel personal. “Me ha ayudado para coger confianza y seguridad en mí mismo”, sentencia.
Y con respecto a los colectivos, uno que cuenta con un programa dedicado es el de los mayores. Con la iniciativa Terceros en edad, primeros en reciclar, Ecoembes quiere reforzar el rol del colectivo sénior como agente de cambio. Aquí no solo tienen lugar acciones formativas y actividades relacionadas con la circularidad dirigidas a usuarios de residencias, también buscan promover una vida activa entre este colectivo. No se trata solo de aprender a separar correctamente los residuos, a reducir su huella medioambiental o a integrar en sus hábitos prácticas positivas para el medio ambiente sino también jornadas de recogida de basuraleza o encuentros intergeneracionales en los que luchar contra la problemática de la soledad no deseada.
Un programa que, desde su creación ha alcanzado a más de un millón de usuarios en más de 2.500 residencias, centros de día, viviendas tuteladas y centros de envejecimiento activo, formando también en circularidad a 11.000 profesionales de dichas instalaciones en 12 comunidades autónomas. “Son una generación que representan unos valores ambientales que, o bien por necesidad o bien ya por hábito un poco en su estilo de vida, son muy circulares. Ellos practican una ecología doméstica del aprovechamiento, del consumo responsable, del reciclaje”, señala Aylagas.
Y es que estos programas sociales, no solo buscan convertirse en una herramienta transformadora para el medio ambiente, ayudando a fomentar el reciclaje y la circularidad, sino que también quieren impulsar la participación activa en la comunidad, fortalecer la cohesión social y, en definitiva, promover una sociedad más equitativa y sostenible.