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La persecución del rebusco pone en peligro la subsistencia de miles de familias en Tierra de Barros

Recogiendo aceitunas en el rebusco, en Tierra de Barros

José L. Aroca

Revuelo en el inicio de la campaña del rebusco de uva en Tierra de Barros, una actividad que se realiza después de cosechada la viña, y proporciona unos ingresos adicionales a quienes entran para aprovechar los restos. Mientras colas kilométricas, de cientos de rebuscadores, cuelgan de los puestos de compradores, Sanidad les ha avisado a éstos de que la mercancía es ilegal, y en algún caso ha intervenido un almacenamiento de 40.000 kilos.

El rebusco es una actividad ancestral, y alegal, que ha servido de subsistencia a muchas familias de jornaleros, y que en la situación de crisis actual se ha multiplicado; de tal manera que sólo en la ciudad de Almendralejo se estima en 1.000 el número de personas, generalmente paradas, que se meten en la viña para recoger los restos de cosecha, y sacarse unos euros vendiéndolos a compradores intermediarios, y a las propias bodegas.

Sin embargo en los últimos años se ha producido un choque entre compradores y rebuscadores por un lado, y los agricultores por otro, y éstos últimos por medio de las organizaciones agrarias han reclamado una regulación.

“No queremos acabar con ello”

“Nosotros no queremos acabar con el rebusco, si algo se queda en el campo está bien que alguien lo aproveche, el problema son los robos y la ilegalidad”, explica Catalina García, de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA).

Y es que hay quien entra en el viñedo antes de la recolección de campaña, por lo que la idea sería establecer unas fechas oficiales y únicas para toda Extremadura en las que se podría hacer el rebusco. Por otro lado, los agricultores quieren prohibir que la uva de restos sirva para hacer vino, “y no nos haga competencia”, además de regular sanitaria y fiscalmente la actividad de los compradores intermediarios.

La Junta, por esa presión de los agricultores, ha intentado publicar una regulación pero tras dos años de trabajo ha tirado la toalla; sus servicios jurídicos han dicho que por su propia naturaleza, el rebusco no se puede legalizar.

Visitas de Sanidad con la Guardia Civil

Así que inspectores sanitarios de la Administración autonómica, acompañados por la Guardia Civil, están visitando a los compradores y advirtiéndoles que es una actividad ilegal porque no se puede establecer la trazabilidad (origen, recorrido y destino) del producto, una uva que generalmente –aunque hay excepciones—va para elaboración de vinagre y alcohol, pero no de vino.

Es todo un conflicto social y económico porque son muchas las familias dedicadas a ello, en unos tiempos de desempleo y pobreza generalizadas, y porque por eso mismo, por la multiplicación de rebuscadores, las cifras no son minúsculas; la semana pasada, en un solo día, se recogieron en Villafranca 300.000 kilos de uva de rebusco, que supusieron que en un millar de hogares entrara un jornal de 30 euros.

Los Campamentos Dignidad, y la Asociación de Defensa de lo Público, reclaman a la Junta de Extremadura una solución urgente, que deje de bloquear la compra de los rebuscos con procedimientos “torticeros”. El “daño” que se estaría haciendo a los jornaleros y parados de la comarca de Barros y de toda Extremadura es “enorme”, ya que algunos compradores están desmantelando sus puestos.

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