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Elecciones otra vez... Y las cuentan, a su manera, Barbijaputa, Mariola Cubells, Edu Galán, Lucía Lijtmaer y José Antonio Pérez.

El corazón y la plaza de La Gente®

Una simpatizante de Unidos Podemos, en la explanada del Museo Reina Sofía

Lucía Lijtmaer

Todavía no sopla el viento y la plaza ya podría ser una metáfora de España: en las gradas, los jóvenes con las banderas republicanas. En los bancos de piedra, al otro lado, los señores con las arrugas que surcan frentes. Piel de cuero, ceños fruncidos al sol. Son las ocho de la tarde y de la roca en la plaza del museo Reina Sofía sigue subiendo el calor hacia la atmósfera.

Madrid, exterior, noche. Globos lilas, espadas láser multicolor y banderas republicanas a tutiplén. Es el acto de La Gente®. La pantalla que va a retransmitir el acto de los resultados de Unidos Podemos muestra al público que comienza a llenar la plaza y el público se mira en la pantalla. Un reflejo, un destello, algo aún inasible.

En los bancos de piedra comienza una lección de historia viva con un señor indignado, de nombre Pepe, militante de Podemos, a su nieto Diego, un veinteañero de patillas y pendiente en la oreja:

- Narcís Serra, ya sabes, el de la puerta giratoria de 280.000 euros con los bancos.

- Sí, yayo.

- También está El de la Patada en la Puerta. Vergonzoso.

- Sí, yayo.

- Y El de la Chaqueta de Pana. Vergonzoso.

Y así acaba Pepe con la historia del Partido Socialista Obrero Español.

Mientras tanto, comienza la retransmisión de los resultados. La plaza conecta con La Sexta, y con los ánimos subiditos, el público silba a José Manuel Villegas. Comienza entonces el recuento y, por consiguiente -Chaqueta de Pana dixit- un juego entre La Gente® con la pantalla. Cuando aumenta en porcentaje escrutado, se silba o se aplaude. Con que baje el PP, todos contentos. En cuanto se pasa del 20% cae el jarro de agua fría y se fruncen los ceños. El sorpasso se prevé difícil, y las espadas láser se mustian por momentos.

-No puede ser -murmulla un joven enfundado en una bandera.

-Yo no quiero ni verlo -contesta otro.

El PP gana en todo el país, el PSOE sube y los corazones de las banderas comienzan a dejar claro un refrán catalán: se intenta hacer el “cor fort”, el “corazón fuerte”: poner al mal tiempo buena cara. Se levanta el viento y los porcentajes de recuento de votos aumentan. Algún grito cuando sale Arrimadas o Inda, pero poco más. Decae la tarde y con ella los ánimos. Sólo cuando la Sexta retransmite la plaza, la propia plaza y La Gente® se saluda a sí misma en la plaza en un juego de espejos que puede seguir hasta el infinito.

Con el 95% escrutado alguien dice que el pescado ya está todo vendido y un par de miembros de La Gente® le grita a India “¡jipi!” y “¡yeyé!” y comienzan las consignas “¡Madrid será la tumba del fascismo!” mientras muchos se van a casa.

A noche cerrada, solo queda esperar a que lleguen los dirigentes de La Gente®. Sale algua bandera escocesa, se anuncian con gritos de ¡Sí se puede! Y, poco a poco, la Banda Sonora del Cambio muta de Amaral a “El pueblo unido” jamás será vencido. Aparece la cúpula de Unidos Podemos y se suceden las consignas entre sus dirigentes: “corazón rebelde”, “la lucha sigue, cueste lo que cueste”, “a galopar hasta enterrarlos en el mar”, dice Irene Montero. Garzón dice que “hay que resistir” y, paradójicamente, Errejón que “no somos sólo fuerza de resistencia”. Se aventura la tensión de la confluencia, pese a los aplausos.

La Gente® se mira en la pantalla y Pablo Iglesias lo sabe: “me gustaría que os vierais la dignidad que tenéis en la cara”. El reflejo sigue y se perpetúa. Después, los referentes: Salvador Allende y Hasta la victoria siempre.

Una señora de ochenta y tantos, con perlas y una espada laser del cambio se va, cabizbaja, antes de que cierre el metro.

Y sigue el acto, el reflejo y el corazón, mustio o fuerte, según el comentarista, según se mire el cristal de La Gente®.

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