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Periodista. Entre rebote y rebote 'cambió' el baloncesto por la actualidad.

Señorías, Euskadi no llega

Igor Marín

Señorías (y con este término me refiero a todos los cargos públicos), ya sé que es julio y las instituciones están a medio gas o, incluso, con la luz apagada, pero Euskadi no llega. Mejor dicho, la ciudadanía vasca se asfixia. Quizás les pase desapercibido porque estos días son más de renovarse o morir, pero lo que ha descubierto el Consejo Económico y Social es demoledor. Mejor dicho, intolerable. Y es verdad que a muchos otros les va peor, pero no puede servir de consuelo.

Señorías, la mitad de Euskadi -la Noruega ibérica- tiene serios problemas para afrontar los gastos básicos de una familia. No me refiero, ni se refiere el estudio, a pagar el cloro de la piscina del chalé de Castro que compraron a tocateja. No. Se trata de lo básico. El agua, la energía, los alimentos... La escuela, el transporte para ir al trabajo o la universidad.. el alquiler, la hipoteca. No me gusta ser demagogo y sé que les suena todo esto, pero no lo solucionan, ni ustedes legislando, señorías, ni el Gobierno actuando de forma urgente e inmediata.

Porque, con el debido respeto, señorías estos días hablan de noticias compradas con el dinero de todos para que el Gobierno salga guapo; de dinero público derrochado para tener un coche de fórmula 1 vasco (lo chulo que quedaria un 'scalextric' a tamaño real y con una ikurriña en el centro más grande que española de la madrileña plaza de Colón); hablan de si los presos van por paz o la paz por presos o las armas van delante o detrás de las conversaciones; se entretienen con el suelo ético o político o etimológico; se acusan, unos a otros, de ser más o menos casta. Pero, mientras tanto, las familias no pueden pagar sus facturas, señorías.

Estos días también debaten, unos partidos con las puertas abiertas y otros en despachos opacos, si el 'lifting' les hace más renovadores y cercanos o si su aparato es más potente y largo que el de sus rivales; hablan de congresos y consejos; de órganos y claves; de programas y de giros. Pero las personas, esos seres que no aparecen en los grandes medios hasta que pagan su adiós en la página de las esquelas, las están pasando canutas, señorías.

Incluso se entretienen, ya que se acabó el Mundial de fútbol, en acusarse de ser más o menos transparentes y ni siquiera respetan el patio de los rivales y se enciscan en pisotear los rosales recién plantados sin mirar siquiera al dedo de su partido. Ese dedo celestial que dirige con mano firme las decisiones de las bases y pone y quita líderes, por ejemplo en populares o jeltzales, sin consultar a su militancia. Ese dedo que es el primero que anula la democracia de los partidos en un país con listas cerradas. El mismo que mientras se urga la nariz ignora que en la calle, el espacio que hay entre sus sedes y los parlamentos, la gente no puede pagar el chándal del crío para que juegue al baloncesto.

Señorías, en Euskadi hay dinero para comprar noticias, hay pasta gansa para que el euskera esté promocionado hasta en Pekín, tenemos euros como si se imprimiesen en Zizurkil para que el baloncesto profesional no se pudra en el 'botxo' aunque en la misma ciudad cierre el primer colegio concertado. Hay dinero para ETB 1 y para ETB 2 y para ETB 3 y para ETB Sat y para Radio Euskadi y Euskadi Irratia y Euskadi Gaztea y EITB Irratia y Radio Vitoria -aunque solo les interese la marca y desprecien a sus trabajadores-, pero la 'tela' no llega a tiempo para solicitar las becas. Y si necesitas una ayuda social, no te equivoques en un paso del 'aurresku', el 'Eusko Gudari', la Internacional o el himno de Pemán que te quitan de la lista y te tiras dos meses a dos velas.

Señorías -y especialmente los que están en los distintos gobiernos- mientras deciden si se van a Grecia o al Caribe, piénsenlo: la mitad de los vascos -un 11% más que hace un año- no llegan a fin de mes con dignidad. Dignidad. Curiosa palabra en todo esto... Y piensen si tienen que seguir ocupando el 70% de su tiempo en ver quién la tiene más larga. Señorías, hace poco han debatido cómo debe ser la vida de un cargo público -por cierto, bastante mal-, si puede o no volver a su anterior trabajo, si debe o no tener coche con banderita, si le corresponde bocadillo por la tarde o está de medio pensionista... Déjenlo. No piensen, por una vez, en ustedes, señorías. No me molesta que ganen un buen sueldo si con ello garantizan que el resto, LA MITAD DE LOS VASCOS, tenga otro que les permita vivir dignamente. Si eso fuese así, estaría bien amortizada la inversión. Pero en el último año un 11% más de personas se ha unido a la lista negra. La miseria está aquí.

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