Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Constructores
Un pueblo o una ciudad, un municipio, en definitiva, puede ser muchas cosas: un proyecto de convivencia, un paisaje con el que relacionarse, unos pobres feligreses malviviendo alrededor de una monumental Iglesia o una empresa constructora con toda la corporación municipal en nómina. ¿En que cree usted que se han convertido los pueblos y las ciudades de este país?
Fíjese bien. Primero construyeron una colonia de chalets adosados en un valle de almendros, luego se levantó una urbanización con muchas farolas, un supermercado con productos para gourmets, dos o tres restaurantes de comida rápida, un par de campos de golf y ahora hay un gigantesco conglomerado de hormigón que cubre todo el horizonte. Durante esa transformación hubo un momento en que usted ya no reconoció nada del paisaje veraniego de su infancia.
Sucedió lo mismo con la ciudad donde usted creció: los portales, las calles, la sombra de los tilos, los sonidos familiares, las plazas, los bares y las tiendas que formaron parte de su juventud terminaron siendo barridas por la voracidad de las excavadoras y ahora apenas queda espacio alguno donde usted se reconozca a sí mismo. No hace muchos años los arquitectos gozaron de un más que merecido prestigio. No como los periodistas que ante la opinión pública no hacemos más que hurgar en la basura.
Pero aun suponiendo que esto fuera cierto, resulta llamativo que nadie mencione que, además del periodismo basura, una de las plagas más extendidas de este tiempo es la arquitectura basura. Los constructores han destrozado este país – paséese usted, si quiere y puede, por lugares como Castro Urdiales, por ejemplo, para comprobarlo – pero parece que esto poco ha importado a nuestros partidos políticos, tal vez porque los números macro económicos cuadraban, como en la época del indefinible Aznar, o tal vez porque eran nuestros constructores, tan patriotas ellos, quienes los financiaban mediante el famoso tres por ciento.
No creo que resulte necesario escuchar la declaración de Francisco Correa ante el tribunal que lo juzga ni estudiar master alguno en la universidad de Berkeley en California para advertir que quienes realmente nos han gobernado durante los últimos años han sido los promotores inmobiliarios; basta con recorrer la costa de nuestro desmemoriado país para comprobarlo: donde antes había zarzos, calas, cañaverales, orillas, frondosas arboledas y penetrantes aromas que mezclaban la fragancia del salitre con la de las algas, ahora no hay más que litorales arrasados, chiringuitos malolientes, pueblos fantasmagóricos, hoteles gigantescos, grasientos restaurantes, manadas de turistas borrachos y descomunales murallas arquitectónicas alzadas sobre arenales de dominio público. Todo ello, por supuesto, en nombre del sacrosanto progreso y siempre por el bien de la patria, - la patria, siempre la patria, siempre...
Sobre este blog
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