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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Volver a las andadas

Juan Miguel Sans

Al presidente del Gobierno en funciones hay que descifrarle. El pasado sábado dijo en un mitin en Murcia que si gobernaba Pedro Sánchez íbamos a volver a las andadas. ¿Qué significan estas palabras?

Probablemente estaba haciendo un recordatorio a Zapatero. Olvidemos por un momento la política social de su primer mandato y centrémonos en la política económica del segundo que parece que por allí van los tiros.

Zapatero tiene un ‘mea culpa’ muy grande. Admitir tarde que la economía española estaba en crisis y no haber evaluado bien ni la dimensión de la misma, ni su naturaleza. Así que su primera reacción fue aplicar una política keynesiana de manual básico de primero de carrera de hace 40 años, el Plan E, un poco pomposamente llamado de estímulo de la economía y del empleo. Se hicieron por todo el territorio nacional obras urbanas y medio ambientales sin ningún plan previamente programado, con escaso resultado sobre el desenvolvimiento de la economía y un fuerte desembolso sobre nuestras arcas públicas que entonces presentaban superávit y había quién pensaba que podía dar para jugar a estadista. Más grave fue no darse cuenta del impacto que iba a tener sobre las cuentas públicas el gasto en subsidios de desempleo que el paro iba a suscitar. Esto no era, ni es ahora, un problema nuevo. El mercado de trabajo en España siempre ha tenido problemas estructurales, que ni Zapatero entonces, ni Rajoy ahora han sabido resolver.

Más grave aún me parece su intervención en el Parlamento de mayo de 2010. Y no por lo que se le acusa. Como una traición a sus principios y promesas. A mí siempre me pareció más grave que no supiera explicar a la población el porqué de las aquellas medidas tan duras. Siempre me acuerdo de Felipe González, que tampoco era economista, pero que daba mítines por toda España explicando a los ciudadanos, en aquellos duros años de los 80, el cuadro macroeconómico de entonces y por qué había que tomar decisiones difíciles. Pongamos por ejemplo, la reconversión industrial. Felipe González trataba a los españoles como adultos.

Así que es verdad que Rajoy heredó una situación económica muy difícil. Pero no debiera mostrar desconocimiento, ni asombro. Llevaba cuatro años preparándose como líder de la oposición. Entrevistándose con los principales líderes empresariales, financieros y sindicales nacionales y europeos. Su partido gobernaba en las principales autonomías del país y tenía información de primera mano de lo que estaba ocurriendo. Los despilfarros económicos en la Comunidad Valenciana o en la de Murcia, por poner dos ejemplos, estaban generando ya importantes problemas de gestión pública que palidecían con las buenas intenciones de Zapatero.

Así que la primera irresponsabilidad de Rajoy en aquel entonces fue su campaña electoral de 2011. No había un solo experto económico que no había vaticinado que lo primero que iba a tener que hacer el nuevo Gobierno era subir el IVA. Rajoy, rehén de una oposición demagógica, ahora lo llaman populismo, lo negó siempre y todos recordamos lo que hizo nada más llegar a la Moncloa. No solo subir el IVA sino también el IRPF. Rajoy al contrario que González muchos años atrás nos trató a los españoles como ingenuos.

Luego es verdad que ha tenido que hacer frente a las reformas estructurales que le marcaba la UE como consecuencia de un rescate que él nunca reconoció. Allí hemos tenido suerte de que la UE nos marcará el rumbo. Aunque en su afán de no asumir demasiados riesgos electorales, Rajoy y su Gobierno han hecho las reformas a medias. Ni la reforma del mercado de trabajo, ni la del sistema financiero, ni las reformas institucionales han tenido la envergadura, ni profundidad que el país necesitaba. La política de competitividad ha quedado relegada, al menos presupuestariamente, a un segundo plano y las políticas activas de empleo necesitan una seria revisión. En suma, un ramillete de asignaturas pendientes.

Así que nos encontramos ahora con una situación coyuntural holgada en términos de crecimiento del PIB, inflación e incluso, aceptémoslo, con cierto dinamismo del mercado de trabajo, pero sin haber cambiado ningún rasgo estructural de nuestro modelo productivo, ni del mercado de trabajo.

Ahora que estamos en una tormenta perfecta internacional no sé qué quiere decir “volver a las andadas”. Como puede verse nadie está libre de pecado.

Lo que Rajoy, Pedro Sánchez, o cualquiera que aspire a presidir el Gobierno debieran explicar es qué van a hacer para cumplir los objetivos de déficit público que les marca la UE y cómo van a combinar esto con las necesidades en materia de I+ D + i del país o con las necesidades que tiene España en materia educativa o sanitaria. Lo que deben contarnos en por qué la expansión monetaria del BCE no se traduce en créditos y préstamos a las empresas a pesar de los bajos tipos de interés. Lo que debieran decirnos es cómo van integrar a las empresas españolas en las cadenas globales de valor o cómo va responder nuestro sistema productivo a la actual situación internacional. En definitiva, tratarnos de una vez a los españoles como adultos. Lo que debieran hacer es presentarnos un plan de gobierno creíble y que cuadren las cifras. Sin hacer trampas.

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