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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

El ruido como política

Abascal y Espinosa de los Monteros, de Vox

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En 'Queridos niños', novela de David Trueba centrada en una campaña electoral, su protagonista, Basilio, explica que las elecciones se ganan movilizando a los tuyos (en este caso, las derechas) y facilitando la abstención del electorado de izquierdas. ¿Y cómo se hace eso?, le preguntan. “Muy sencillo —responde—, intentando transmitir a los votantes rivales la penosa sensación de que la política no sirve para nada, que siempre decepciona, que no les va a merecer la pena la molestia de ir a votar. A los nuestros, sencillamente repetirles los valores que representamos y asustarles con la posibilidad de que gane la izquierda”.

Una estrategia que define bien el momento por el que atraviesa la política española. Un momento caracterizado por la reactivación y ascenso de las 'derechas sin complejos', anunciando sin rubor que, unidas, van a vencer a la izquierda y, unidas también, van a gobernar, porque ya han hecho todo lo necesario para que la ultraderecha y sus mensajes desestabilizadores se metan en nuestras vidas. Y hasta podrían ganar, en la medida en que sigan imponiendo su agenda y su relato, con la compañía inevitable del ruido permanente y la inducida sensación de caos entre la población.

Se trata de un ruido planificado a conciencia y divulgado desde todas las terminales de los poderes establecidos, que no son otros que los que cotizan en Bolsa, para entendernos. Un ruido muy útil para hacer antipolítica y dejar sentado que los políticos no se preocupan de la gente, sino sólo “de sus cosas”; y permite, además, que las derechas oculten su falta de escrúpulos, su corrupción estructural y su alternativa reaccionaria.

Para las derechas unidas, el de Pedro Sánchez, además de ser un Gobierno ilegítimo, es el más incompetente y soberbio de los que hemos tenido en el país desde la restauración de la democracia. Un Gobierno que está contra la libertad, que no respeta a los ciudadanos, que nos está arruinando a todos y que se mantiene con los apoyos de ETA, los quieren destruir España y los comunistas. Y, además, un Gobierno de vagos, inflado por el dinero que roba a los españoles para seguir disfrutando del poder.

Ése es su guión y parece que les basta. De nada vale hablar de los ERTES y de la salvación de más de tres millones y medio de empleos durante la pandemia. O de los fondos estructurales conseguidos en Europa, y desarrollados en España, para modernizar nuestra economía. O del Ingreso Mínimo Vital. O de la reforma laboral y la estabilidad de los puestos de trabajo que con ella se está consiguiendo. O de los aumentos del salario mínimo. O de la creación de empleo. O de la recuperación económica. O de la amplia legislación (ambiental, educativa, de formación profesional…) puesta en marcha con amplios consensos en el Congreso de los Diputados… De todo esto se está dejando de hablar, como si no formara parte de la situación política.

Las derechas y sus terminales mediáticas están consiguiendo que se pase el borrador por una trayectoria notoriamente progresista del Gobierno de izquierdas, para que sólo quede el ruido. Su estrategia está clara: a cada avance político y social del Gobierno de Sánchez, conviene aplicar su correspondiente ración de ruido para diluirlos en el olvido y hacer creer a la ciudadanía que la política es eso: hablar de lo que menos preocupa a la gente, en lugar de resolver sus problemas. El escenario perfecto para desmovilizar a la izquierda, disuadiéndola de participar en las urnas.

Y en este ruido ambiental que escamotea el verdadero debate que interesa a los ciudadanos encaja como anillo al dedo la llegada, conscientemente desestabilizadora, de un rey dudosamente emérito, que no sólo no se arrepiente de sus mangancias, ¡constitucionalmente consentidas!, sino que, por el contrario, persigue que se arrepientan quienes le han venido criticando por ello. Otro nuevo ingrediente para engordar el discurso de las derechas, que defienden la monarquía (¿la de Juan Carlos I?) y están por la defensa del catolicismo, la educación privada, la rebaja de impuestos y la unidad de España (sin nacionalidades y regiones). Todo lo que forma parte de las guerras culturales que necesitan para reinstalarse en el poder.

Y mucho me temo que la jugada les está saliendo bien. El ruido amigo mediático les favorece. Y probablemente les favorece aún más el fuego amigo contra Sánchez y otras figuras socialistas del Gobierno por parte de los desorientados, cada vez más desorientados, coaligados de Podemos, cuyo nerviosismo avanza cuanto más bajan en las encuestas. Y parecen competir por hacer ver quién de ellos se pega mejor el tiro a los pies.

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