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Menos público y más mascarillas para recibir a Olentzero en Vitoria

Una madre y su hija, muy distanciadas y mascarilla, viendo la llegada de Olentzero a Vitoria

Iker Rioja Andueza

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Si alguien imaginaba que en una cabalgata navideña en plena oleada de contagios de la COVID-19 se podrían cumplir a rajatabla y en todo momento las distancias de seguridad y que todos los asistentes, sin excepción, portaran mascarillas, estaba equivocado. Sin embargo, la llegada de Olentzero y Mari Domingi a Vitoria en 2021 ha sido excepcional. Un porcentaje muy elevado de los que han acudido a ver el desfile llevaban mascarilla (y la tenían bien colocada) e incluso en algunas zonas había huecos considerables de separación entre el público. La considerable menor afluencia con respecto a lo habitual antes del coronavirus ha facilitado la operación.

El acto venía con polémica. Una semana antes de Nochebuena, el Departamento de Salud había llamado a “evitar” este tipo de aglomeraciones. Bilbao lo interpretó como un deseo de que se suspendieran y ha cambiado el Olentzero y también los Reyes Magos por recepciones en interiores. El alcalde Juan María Aburto razonó que con incidencias de 1.500 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, los peores datos de toda la pandemia, tocaba ser contundente. Vitoria y Donostia, en cambio, optaron por seguir adelante con las cabalgatas aunque con algunos ajustes para minimizar los riesgos, como alargar los recorridos o eliminar el reparto de caramelos para evitar la tentación de bajar el tapabocas. Es más, el alcalde vitoriano, Gorka Urtaran, ha llegado a asegurar que las cabalgatas sería lo último que prohibiría. La ciudad, por ejemplo, acogió dos conciertos de La Polla Records en un recinto cerrado en el que hubo muchos más incumplimientos de los protocolos preventivos. Para él, era importante también llevar “ilusión” a las calles.

En este escenario, Olentzero y Mari Domingi, en carrozas separadas y con mascarilla para dar ejemplo, han partido de la zona de Iparralde hacia el centro de la ciudad. Ha abierto la marcha una ikurriña y la comitiva estaba conformada por personajes mitológicos vascos, fanfarrias que han entonado villancicos y, en bucle, la canción del 'Horra, horra', e incluso por el Gargantua y parte de la comparsa de gigantes y cabezudos, que lleva un par de veranos sin desfilar en las fiestas de La Blanca.

Precisamente en la salida y en otros cruces es donde más gente se ha reunido. Ha sido el caso de la plaza de Bilbao, del cruce de Santiago con Portal del Rey o de la zona de El Corte Inglés. Mientras, en las calles largas como Francia el aforo era mucho menor. En todo el recorrido había grupos de personas que optaban por no ocupar la primera línea y ver la parada desde portales o comercios. Como es habitual, también se han asomado a las ventanas muchos vecinos por cuya calle pasaba el desfile. También lo han hecho los pacientes y sanitarios del hospital de Santiago, cuya UCI ha vuelto a ser reabierta para atender a pacientes graves con COVID-19. Cerca de ese punto, un conocido jugador del Baskonia estaba siguiendo el acto sin mascarilla. El club tiene un brote de “gripe” y varios baloncestistas de baja.

Y ha habido más cabalgatas además de la de Vitoria. En Bilbao no se ha producido pero sí en la vecina Barakaldo, cuarta ciudad vascas y donde han salido “miles” de personas a las calles, según 'Barakaldo Digital'. En el caso de la de Donostia, los protocolos sanitarios han acarreado también un recorrido más largo para espaciar a la gente y se ha evitado el contacto físico en la tradicional recogida de cartas de última hora al carbonero. Antes de llegar a la capital donostiarra, Olentzero había leído el Boletín Oficial del Estado y también llevaba mascarilla.

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