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Teodoro González de Zárate, un alcalde republicano fusilado al que Vitoria recuerda con imprecisiones históricas

Placa sobre el alcalde González de Zárate junto al panteón familiar en el cementerio municipal

Iker Rioja Andueza

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Vitoria mantiene tres puntos de homenaje al alcalde más longevo durante la II República, Teodoro González de Zárate, del Partido Repúblico Autónomo (PRA). El regidor tiene una calle, hay una placa explicativa junto a su tumba en el cementerio de Santa Isabel y, particularmente, un monolito con otra placa recuerda que él y otros 15 cargos electos democráticamente fueron fusilados en el puerto de Azaceta en 1937 por los franquistas que controlaban desde el mismo inicio de la Guerra Civil las instituciones locales. Sin embargo, en ninguno de esos lugares hay una descripción con precisión histórica del tiempo en que fue alcalde y de cómo fue la distribución política del Ayuntamiento entre 1931 y 1936, donde hubo otros dos regidores, Luis Ginés Ostolaza y Tomás Alfaro Fournier.

En el monolito, ubicado en la plaza de los Celedones de Oro, junto a la sede de Correos y Telégrafos y detrás de la propia plaza del Ayuntamiento, se indica que la escultura “está dedicada a la memoria de Teodoro González de Zárate, que fue elegido democráticamente alcalde de Vitoria-Gasteiz entre los años 1931-1936”. Y, en el cementerio, que es de propiedad municipal, se indica que “fue elegido alcalde en 1934”. En ambos casos se remite a textos en sendas páginas web que reproducen textos similares.

Al margen de que ambas placas ya son contradictorias entre sí, los trabajos de historiadores locales como Antonio Rivera o Santiago de Pablo y la documentación que posee el propio Ayuntamiento en su archivo municipal muestran que ninguna de ellas es correcta. De hecho, plantear que González de Zárate fuera elegido en 1934 implica desconocer que en ese año no hubo elecciones locales, por ejemplo, o que aquella época fue conocida en España como el bienio negro de la II República, por su deriva derechista. 

En la publicación ‘El control político del Ayuntamiento de Vitoria durante la Segunda República’ de De Pablo se recuerda que en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 que desencadenaron en España el cambio de régimen todavía en Vitoria mantuvo una mayoría monárquica. Pero, “tras los comicios parciales del 31 de mayo, la corporación quedaba constituida por diecinueve concejales de la conjunción (tres de ellos socialistas, y el resto republicanos), nueve derechistas (cuatro carlistas, tres católicos y dos de La Defensa) y tres nacionalistas [PNV]”. Así, “el 5 de junio de 1931 se constituía definitivamente el Ayuntamiento de Vitoria y era nombrado alcalde el republicano Teodoro González de Zárate”, se puede leer.

En noviembre de 1933 hubo elecciones generales en España y a nivel local se impuso la CEDA -derechista- y el Partido Radical. Eso hizo que las fuerzas republicanas se fusionaran, entre ellas el PRA. Había nacido IR (Izquierda Republicana). Pero a la vida municipal le esperaba una crisis política de enormes dimensiones. Socialistas, republicanos y nacionalistas interpretaron que el Estado quería desvirtuar el Concierto Económico y que las Diputaciones vascas no lo defendían lo suficiente, de modo que muchos concejales se adhirieron a grupos de oposición. El 3 de septiembre, el gobernador civil suspendió a un buen número de ediles de sus funciones y nombró una nueva corporación. Ese cargo de la II República era el teniente de artillería José Bermúdez de Castro y Feijóo, natural de Galicia. Alegó que los relevados estaban procesados judicialmente.

24 horas después, el 4 de septiembre de 1934, en una tensa sesión en la que el público asistente gritó indistintamente '¡Viva la República española!' y 'Gora Euzkadi askatuta!', fue elegido alcalde de Vitoria un radical lerrouxista, Luis Ginés Ostolaza. La Guardia de Asalto estuvo desplegada ante los momentos de tensión que se vivieron y un edil no destituido y republicano de izquierdas, Antonino Moraza (Partido Republicano Radical Socialista Independiente, PRRSI), dimitió de viva voz. Ginés Ostolaza, en su estreno, no paró de agitar una campanilla pidiendo orden. “Entre septiembre de 1934 y febrero de 1936, el Ayuntamiento de Vitoria quedó compuesto -sumando los concejales de nombramiento gubernativo y los electos en 1931 que continuaban en sus puestos- por catorce concejales radicales, cuatro tradicionalistas, seis derechistas independientes y tres republicanos independientes, que no habían ingresado en IR ni habían sido destituidos”, explica De Pablo.

El archivo de Salamanca de la Guerra Civil (Centro Documental de la Memoria Histórica de España) conserva una ficha de Ginés Ostolaza que obraba en poder de la “Sección Político Social” del régimen franquista. ¿Por qué motivo? “En este fichero encontramos, por un lado, las fichas generadas por la Secretaría General que suministraba certificados de antecedentes tanto de oficio al Tribunal Especial para la Represión de Masonería y Comunismo como respuestas a las solicitudes de información demandada por la jurisdicción de responsabilidades políticas, los juzgados de depuración de la administración, empresas públicas y de FET y de las JONS, la mencionada Dirección General de Seguridad, el Alto Estado Mayor, los distintas secciones segundas de los Estado Mayores de los Ejércitos, incluida la Guardia Civil. […] De la documentación incautada se seleccionó y conservó, con carácter general, sólo aquella que podía relacionar a las personas con las instituciones proscritas por los sublevados, quedando estas criminalizadas”.

A comienzos de 1936 se celebraron, de nuevo, elecciones generales en toda la república. Ganó el Frente Popular, la alianza de las izquierdas republicanas, y se restituyó la corporación electa en 1931 y a González de Zárate como alcalde. Parte de los ediles derechistas o radicales se negaron a participar del nuevo Ayuntamiento. Estaban programadas elecciones para la primavera de ese año pero la tensión política en la España previa a la Guerra Civil motivó su cancelación.

Y llegó el 18 de julio de 1936. La máxima autoridad militar de la plaza era Camilo Alonso Vega, ferrolano como Francisco Franco y amigo personal del general sublevado y del entonces referente, Emilio Mola, al mando de la vecina plaza de Pamplona. La rebelión triunfó rápidamente en Vitoria hasta el punto de que el de Vitoria fue el primer ayuntamiento asaltado por los golpistas al igual que Eibar fue el primero de la II República solamente cinco años antes. En aquel momento el alcalde en funciones no era González de Zárate, sino Tomás Alfaro Fournier. Republicano, pintor, moderado y nieto del magnate de los naipes, Heraclio Fournier, fue sacado en su silla de la alcaldía. Precisamente es Alfaro Fournier el que escribió unas palabras sobre González de Zárate que se reproducen en la placa del cementerio: “¡Pocas veces tuvo Vitoria a su frente a un alcalde más ecuánime, más conciliador y más honrado en su gestión administrativa!”. Tiene también una calle en la ciudad, pero no como político sino como pintor, al igual que el militar franquista Vicente Abréu.

El alcalde impuesto por los golpistas era Rafael Santaolalla, cuya tumba está muy próxima a la de González de Zárate en Santa Isabel y en la que no hay ninguna explicación histórica. Santaolalla se jactaba de haber convencido a Franco de haber recuperado la marcha granadera como himno de España -es el que se mantiene en la actualidad y fue acordado entonces- y puso alfombra roja a la llegada de nazis alemanes y fascistas italianos. Durante su mandato, se realizaron paradas, se 'decoró' Vitoria con esvásticas y se cedieron las pistas aeroportuarias -convenientemente reformadas con dinero público- para que las aviaciones aliadas de los franquistas bombardeasen localidades como Gernika. Apenas unos días antes de esos hechos, el 31 de marzo de 1937, los franquistas sacaron del penal de la calle de La Paz a dieceséis presos republicanos y, en camiones, los llevaron al alto de Azaceta para ejecutarlos. Encabezaba la lista González de Zárate y había cuadros de IR, PSOE, CNT o UGT y también un nacionalista del PNV. Alfaro Fournier estuvo preso en Vitoria, en Burgos y en Hondarribia, si bien no fue ejecutado.

En 1941 cesó Santaolalla y el régimen colocó de alcalde a José Lejarreta, a quien Vitoria honra todavía hoy con una calle porque, supuestamente, impulsó las fiestas de la ciudad. Anualmente, se le realiza un homenaje en el mismo cementerio, en Santa Isabel, como contó 'El Correo' en 2020. En una biografía publicada por este periódico, quedaba clara la “inquebrantable” lealtad de Lejarreta al régimen y que fue él quien entregó a las autoridades un listado completo de las personas que habían participado en la corporación durante la II República.

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